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El grupo de James Moody se reúne para honrar a un grande

Tributo. Tendrá lugar hoy en el festival de Jazz de Punta del Este

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PUNTA DEL ESTE | XIMENA ALEMAN

Para quienes oigan sus composiciones hoy en el Festival de Jazz de Punta del Este, James Moody será solo un gran jazzista. Nada más. El tributo que harán en su honor tres músicos de su banda es un homenaje al hombre detrás del saxo.

Moody no está en esta mesa de restaurante donde surgió la entrevista. Murió hace poco más de un año, tras haber vivido 85 años, y 60 de ellos detrás del saxo. Están el bajista Todd Coolman, la pianista Renee Rosnes y el baterista Adam Nussbaum, que tocaron con él durante más de dos décadas. Pero a través de ellos Moody se asoma y aparece primero en los elogios.

"Moody era alguien que estaba siempre aprendiendo. Tenía la sabiduría de su edad pero el entusiasmo de una persona joven. Estar con alguien así era genial. Nunca pensó que era un hombre viejo, viejo no estaba en su vocabulario. Estoy tan agradecido de haber tenido la oportunidad de estar con alguien así. Era un músico genial y una hermosa persona", cuenta Nussbaum.

La charla discurrirá durante tres cuartos de hora en los mismos términos. En esta mesa nadie conserva recuerdos amargos o impresiones agridulces. "Era usual que si escuchaba algo que no sabía, separara al músico y le preguntara qué había tocado, aunque tuviera 80 años. Tenía la pasión de un joven, siempre siguió así, toda su carrera", agrega Rosnes.

Entonces aparecen las anécdotas. Y de esas estos músicos tienen muchas. Una retrata particularmente bien la avidez de Moody por ser el mejor jazzista que pudo ser, lo que le permitió con 21 años integrar la banda del legendario Dizzy Gillespie, una de las figuras más relevantes en la consolidación del bebop, y convertirse a sí mismo en una leyenda.

"Una noche, después de una actuación, Moody estaba curioso por algo que yo había tocado", dice Coolman. "Me preguntó si recordaba qué había hecho y me pidió que intentara escribirlo y que se lo diera. Yo escribí algo cuando llegué al hotel. Eran como las tres de la mañana y decidí pasárselo por debajo de la puerta de su habitación para que lo viera a la mañana siguiente. Lo puse en la puerta y cuando lo estaba deslizando, algo chupó la carta. Unos 20 minutos después lo escuché practicando en la habitación. Tenía el deseo de tocar mejor".

JEFE Y AMIGO. Moody combatió en la Segunda Guerra Mundial, fue un afroamericano durante el auge de la segregación racial en Estados Unidos y fue alcohólico, lo que motivó su alejamiento del jazz en dos oportunidades. Sin embargo, nada pareció haber agriado su sentido del humor, destacan.

Para honrar esa característica seguramente hoy alguno de sus músicos recite: "Ahora vamos a tocar una canción que se llama Amor secreto. Tengo que decirles que he estado enamorado de la misma mujer 50 años. Y si mi esposa se entera me va a matar", dice una de las líneas más conocidas de sus shows. "Su tiempo para leer a la audiencia y hacer los chistes era igual que su tempo para el instrumento. Era increíble. Yo lo oía noche a noche y de todas formas reía de sus bromas", relata Nussbaum.

No solo era un gran saxofonista y un buen frontman. También era un gran romántico. Su composición más conocida retrata ese espíritu. Moody`s mood for love, es una balada que integra el disco del mismo nombre lanzado en 1956 y que entró al Hall de la fama de los Gram-mys. El romanticismo no era solo musical. Era frecuente que Moody en sus shows señalara a su esposa, Linda, y dijera a la audiencia la cantidad de años, meses, días y horas que habían pasado desde que se habían casado.

También recuerdan al jefe. Ese que exigía estricta puntualidad, pero no pedía tiempos extra para ensayos o para cenas pos show. El que cargaba las valijas de los músicos para que se apuraran, el que se quedaba cuidando el equipaje en la estación del tren en invierno para que el resto pudiera desayunar, o el que invariablemente pagaba algo extra de lo acordado, solo para demostrar su aprecio.

Lo último que recuerdan es el mentor. Viene de la mano de una historia sencilla. Una frase que duró los pocos escalones que separaban el escenario del suelo. "Esta noche no sucedió, Coolman", dijo Moody después del concierto. "Estuvo áspero, lo siento. Tuve el 60 por ciento, pero de eso di el 100".

"No puedo ser objetivo", afirma Coolman resignado ante tanta parcialidad en los recuerdos. "Perdí a mi padre musical cuando él murió".

Al final, aparece la cara de Moody. Se la ve en la pantalla del celular. Es una foto de Nussbaum y en ella aparecen abrazados dos semanas antes de que Moody falleciera.

"Él seguía consciente. Sacó la flauta y tocó", dice mientras la muestra. Para el show de hoy en la noche los músicos planean tocar el clásico Moody`s mood for love, las canciones que tocaban siempre, algunas de las de Dizzy Gillespie y mostrar ese espíritu que está entre ellos y todavía lo acompaña. Coolman sintetiza: "Sobre todo sabemos que daremos del 60 por ciento, el 100", remató.

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