Tecnología para prever el futuro de Fukushima

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THE NEW YORK TIMES

Para tener el panorama más claro de lo que está sucediendo en la planta nuclear Fukushima Daiichi de Japón hay que hablar con científicos a miles de kilómetros de distancia. Aunque estén lejos, pueden analizar la situación con la misma exactitud que tienen quienes están allí, o con una precisión aún mayor.

Gracias al campo, nuevo y sofisticado, de la física forense, expertos de todo el mundo han podido documentar vívidamente la situación de Japón. Durante décadas se han vuelto muy buenos en iluminar el funcionamiento oculto de las plantas nucleares desde lejos, convirtiendo partes de información en análisis al detalle.

Por ejemplo, un análisis de una compañía francesa de energía nuclear reveló muchísimo más sobre la situación de los reactores de la planta de lo que han descrito los japoneses. Mostró la caída de más de tres cuartos en los niveles del agua en el núcleo de los reactores y el aumento en las temperaturas de esos núcleos a casi 2.760 grados Celsius, lo suficiente como para quemar y fundir las protecciones de circonio de las barras de combustible.

Científicos de Europa y Estados Unidos también saben, a partir de la observación de las explosiones de gas hidrógeno en la planta, que las barras de combustible se habían calentado a niveles muy peligrosos, así como qué tanto se habían desintegrado, a partir de las columnas radioactivas de humo.

Al mismo tiempo, las evaluaciones también muestran que se evitó una de las consecuencias más letales provocadas por los reactores de Fukushima 1: la fusión total de los núcleos de la planta.

La mayoría de estos sistemas forenses basados en la informática se desarrolló tras la fusión parcial en la isla Three Mile en 1979, cuando los reguladores se percataron de que estaban esencialmente ciegos en cuanto a lo que pasaba en el reactor. Desde entonces, para satisfacer las exigencias de los reguladores, las compañías que operan plantas nucleares usan fragmentos de información provenientes de una planta para desarrollar simulaciones de lo que está pasando dentro y para realizar diversas evaluaciones del riesgo.

En efecto, las evaluaciones al detalle de los reactores nipones que proporcionó el secretario de Energía estadounidense Steven Chu -que dijo que se había dañado cerca de 70% del núcleo de un reactor, y que se había producido una fusión de 33% en otro-, se hicieron con modelos forenses.

Los fragmentos de información que son la base de estos análisis van de lo simple a lo complejo. Pueden incluir de todo, desde el lapso que el núcleo del reactor no tuvo agua para enfriarlo hasta sutilezas de los gases y partículas radioactivas que emitió la planta. Los ingenieros fijan puntos de referencia en simulaciones informáticas que producen retratos detallados de lo imperceptible, incluidas muchas particularidades sobre la fundición de los núcleos de combustible.

Los gobiernos y las empresas ahora poseen docenas de estos programas informáticos desarrollados en forma independiente conocidos como "códigos de seguridad".

Muchas de estas instituciones -incluidas unas en Japón- dependen de los modelos forenses para analizar el desastre en Fukushima 1 y planear una gama de actividades, incluidas las evacuaciones, y pronosticar posibles consecuencias.

"Los códigos se fueron mejorando" después de que el accidente en la isla Three Mile revelara lo mal que estaba la evaluación de los reactores, señaló Michael W. Golay, un catedrático de ciencias nucleares e ingeniería en el Instituto Tecnológico de Massachusetts.

Los retratos del desastre japonés tienden a estar patentados y ser confidenciales o secretos. Una razón por la cual las evaluaciones son tremendamente delicadas para el sector y el gobierno es la relativa falta de precedentes: la era atómica ha visto la construcción de casi 600 plantes nucleares civiles, pero según la Asociación Nuclear Mundial, sólo en tres hubieron accidentes graves en los que se fundieron los núcleos de combustible.

Las principales fundiciones del pasado en plantas civiles sucedieron en la isla Three Mile en 1979; en el reactor St. Laurent en Francia en 1980, y en Chernóbil en Ucrania en 1986.

Pero con la crisis en Japón las simulaciones atómicas indican que la cantidad de accidentes graves se duplicó repentinamente, ya que tres de los reactores de Fukushima 1 presentan algún grado de fundición. Aún así, las autoridades públicas han buscado evitar los detalles técnicos desalentadores que pudieran disparar la alarma o, incluso, el pánico.

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