No hemos llegado a la mitad del mes de abril y ya se han registrado más muertos en las rutas que en la totalidad del mismo mes del año pasado. En efecto, durante abril de 2010 hubo 7 fallecidos y hasta ahora, en 2011, ya tenemos 8, a los que se adiciona un buen número de heridos. Todo esto es elocuente respecto a que nos encontramos lejos de habernos encaminado hacia la superación de lo que configura un drama de escala nacional.
Lejos porque no sólo se trata de que los conductores se ajusten a las normas, sino que todos o casi todos, deberían hacer algo (que no hacen) dentro de su esfera de actividad.
Por ejemplo, una de las víctimas más recientes fue un soldado que junto a otros trece viajaba en la caja de un camión militar que volcó.
No es un acontecimiento nuevo: no está permitido viajar en la caja de vehículos y sin embargo eso es habitual en la órbita de varios organismos del Estado. Viene al caso recordar que hace cinco años murieron cinco trabajadores que viajaban así.
Hay muchas otras irregularidades peligrosas que se reiteran. Así, el transporte de personas paradas, en los ómnibus interdepartamentales.
Ya casi estamos acostumbrados a que no se actúe para evitar la reiteración de accidentes en circunstancias y sitios reconocidos como "peligrosos". Tanto en rutas como en ciudades. Sin ir más lejos, en la rambla montevideana hay una curva mal trazada a la altura de la playa Malvín. Los choques allí son repetidos pero la Intendencia omite rectificar las sendas.
Es decir que estamos en una encrucijada pero falta que todos a todo nivel hagamos lo propio a fin de superar la trágica emergencia vehicular que se vive en el Uruguay de hoy.