Publicidad

Memorias de un Rolling Stone

| Franquezas. El célebre músico no oculta nada en polémico libro que cuenta su biografía

Compartir esta noticia
 20101024 600x350

Son las tres de la tarde en la oficina del representante de Keith Richards en Nueva York, un lugar que podría parecer normal y corriente si sus paredes no estuvieran cubiertas por todo recuerdo imaginable del mundo del rock.

Richards tiene una cita. "Adelante, estará aquí en un minuto", dice un asistente, y en efecto llega a las tres y un minuto. Éste es el hombre que alguna vez se enorgulleció de operar en el Tiempo de Keith, por ejemplo: ¿El personal de seguridad se comió el pastel que Keith quería en el vestuario? Entonces, toda la gente que llena el estadio que se aguante. Los Rolling Stones no actúan hasta que aparezca otro pastel.

Preparémonos para su nueva encarnación: ahora es Keith Richards, el distinguido escritor. De acuerdo, no es la primera estrella del rock que se convierte en memorialista, ni el primer Rolling Stone en escribir un libro sobre sí mismo. Muy sobre sí mismo. Ron Wood, el de la cabellera de cuervo, escribió Ronnie, en el que describió a Brian Jones como "yo con peluca rubia". Bill Wyman escribió Stone alone, en el que ni siquiera un demo de quince chelines queda sin mencionar. Ahora Richards escribió lo máximo: Life, un grande, fiero, desafiante relato de la aventura de los Stones a lo largo de casi medio siglo.

"Es lo más difícil que he hecho nunca", dice sobre el libro. "Preferiría grabar diez discos". Pero en realidad no parece cansado. Al contrario, se lo ve renovado, muy distinto del Keith Richards con aspecto de pirata, semejante a cincuenta millas de mal camino. En neutrales ropas de calle y zapatos verdes, resulta positivamente elegante. En sus manos, el permanente anillo de plata con una calavera, enormes nudillos, la delgada cicatriz blanca provocada por un trozo de fósforo que le quemó un dedo hasta el hueso en un concierto en el que tocó sin detenerse. En la cabeza, una vincha, un descuidado sombrero color paja, y mechones grises disparándose en todas direcciones. Ni una simple chuchería cuelga de allí. "Ya pasé por esa etapa", dice. "No creo que el pelo deba ser sometido a esas presiones".

Ha pasado ciertamente por muchas fases. Y están todas en Life: el boy scout (¡en serio!); el rockero principiante; el chico enamorado (loco por Ronnie Spector, desinteresado de Phil Spector); la sorprendente nueva estrella; el adicto a la heroína; el veterano de incontables giras mundiales; el cómplice de siempre de Mick Jagger. (Más allá del exhibicionismo de tabloide sobre sus peleas en el libro, ambos se han estado insultandose mutuamente desde hace treinta años). Todo eso aparece contado con una suerte de candor, y a veces parece fácilmente sensacionalizado. Pero el mayor impacto individual del libro proviene de una nota escrita a mano en la solapa: "Créanlo o no, no he olvidado nada".

¿Cómo es esto humanamente posible?, le pregunto. "Creo que mi convicción inicial fue que mi memoria era realmente confiable", dice. "Fox tuvo que hacer un poco de investigación". Fox es James Fox, el periodista y autor de White mischief, que ha sido amigo de Richards` durante años y colaboró con él en Life. (El libro fue vendido a la editorial Little, Brown & Co. por un adelanto de siete millones de dólares).

"Es inevitable ser un poco rudo, pero el punto era que quería contar la historia desde el `Día 1` hasta ahora", dice Richards. Y, por supuesto: "Hay algún conflicto aquí y allá. Pero si uno valora el conjunto, todo eso cuenta poco". Richards agrega que Mick Jagger supo siempre que estaría en el libro. "Lo importante para mí es que Mick estuvo ahí, y lo vio, y sabe lo que pasó". ¿Y hay algo que un Stone pueda decir de otro Stone que sea realmente ofensivo? Richards es categórico: "No".

¿Pero es que hay algo nuevo que se pueda decir de los Stones? Como Life lo demuestra, la respuesta es "sí". Hay secretos acerca de algunas de las mejores grabaciones de rock de la historia y de casi todo el equipamiento con las que fueron confeccionadas, como el grabador en el casetero con el que Richards registró los acompañamientos de guitarra para Street fighting man, Jumpin` Jack Flash y parte de Gimme Shelter. Y está la forma en el que Heartbreak hotel de Elvis Presley se abrió camino en algunos de los más inspirados solos de Richards.

Fox descubrió que Heartbreak hotel era la clave de algunos de los mejores recuerdos de Richards. Mucho de eso es hoy bien conocido por los expertos en música, pero Richards lo vuelve fascinante para el lego.

Una de las cosas que encuentra más gratificante al haber escrito Life es la oportunidad, para él mismo y para sus lectores, de explorar la variedad y amplitud del material del libro. Es el tipo de memorialista que puede decir sin hipérbole: "Lo que puedo compartir con la gente resulta ser más importante de lo que nunca imaginé".

Agotador: El músico afirma que el libro fue una de las cosas más difíciles de su vida.

Complicidades: Un miembro del grupo no tiene forma de ofender realmente a otro.

Un veterano provocador en contra de casi todo el mundo

El contenido de "Life" es por cierto bastante oscuro. El libro comienza en 1975 con un caso por drogas en Arkansas, y un juez al que logran convencer de que libere a Richards luego de confiscarle un cuchillo de caza (que todavía es exhibido en el tribunal) y sacarse una foto con él.

¿Cómo pudo tener tanta suerte? "Realmente no puedo explicarlo", confiesa, todavía sorprendido. "Tal vez porque tengo una cara honesta", agrega no muy convencido.

Lo que sigue incluye muchos otros arrestos, así como los esfuerzo de Richards por librarse de la adicción a la heroína, de la que asegura haberse desembarazado finalmente treinta años después. "Historias como ésta no se cuentan mucho", insiste. "No hay mucha gente que quiera contar cosas así".

Y hay otros problemas de salud descriptos en el libro. Por ejemplo, electrocución. "La más espectacular fue en Sacramento", dice ahora Richards con una sonrisa, hundiéndose en el recuerdo de una guitarra en corto circuito, un micrófono y nubes de humo saliendo de su boca. Lanza una carcajada al recordar despertando en un hospital y oyendo a un médico que decía: "Bueno, hay algunos que vuelven, y otros no".

Life ha atraído una indebida atención como un ataque a Jagger. Pero hay otras cosas en él, y muchas de ellas son más serias. "Gélido" y "vicioso" son solamente dos de las palabras más publicables que se le dedican a Brian Jones. Allen Ginsberg era "una vieja bolsa de gases". Mick Taylor, el ex Rolling Stone, "no hizo nada después de dejar la banda". Donald Cammell, el director de la película Performance protagonizada por Jagger y Anita Pallenberg, (amante y cómplice de Richards) no fue capaz de suicidarse con suficiente rapidez (Cammell se mató en 1996). Cuando Marlon Brando le hizo cierta propuesta a Pallenberg y él, Richards recuerda que respondió: "Más tarde, viejo".

Versión rockera de la magdalena de Proust y un cambio de título

El periodista y coautor James Fox exploró para el libro el pasado de Keith Richards, entrevistando a quienes lo conocieron hace mucho tiempo y reuniendo viejas cartas y diarios personales. "Pasé todo el día practicando", escribió Richards, de 19 años, en 1963, cuando los Stones recién empezaban. "Espero que haya valido la pena". También exhumó una carta de 1962 a su tía Patty describiendo a un chico que había conocido en la escuela primaria: Mick Jagger.

Estos artefactos terminan convirtiéndose en el equivalente de las magdalenas de Proust, algo que Richards, cuyos gustos como lector van desde la historia naval hasta las novelas de Patrick O`Brian y George MacDonald Fraser, difícilmente hubiera hecho.

En todo caso, su búsqueda llevó a reunir materiales que nunca esperaron redescubrir, y el libro comenzó a "cerrar". Una vez que las historias fueron contadas y puestas por escrito, Fox y Richards se sentaron juntos con copias separadas del manuscrito y las leyeron detenidamente. "Nunca hubiera imaginado que fuera, naturalmente, tan buen editor", dice Fox de Richards. "Cortó con tiempo y ritmo, un verdadero corte musical", agrega.

El propio título implicó un trabajo de edición. El libro iba a llamarse originalmente My life. "Yo dije: sáquenle el `My` y tendrán un título", cuenta Richards. A él le hubiera gustado empero usar otro título que le gusta y que le parece apropiado, Keep it dark. Sin embargo decidió que va a utilizarlo, en cambio, para una canción.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad