NUEVA YORK | NEWSWEEK
En América Latina parece perfilarse un cambio político. Después de varios triunfos de la izquierda, ahora los líderes políticos de centro avanzan y aparecen como los preferidos en los países que tendrán elecciones en los próximos 17 meses.
De vez en cuando, algún cambio grande ocurre en América Latina. Hace pocos años, fue el ascenso de la izquierda política. Desde 2006, una docena de países realizó elecciones presidenciales y, en contienda tras contienda, nacionalistas izquierdistas y populistas resultaron ganadores. No se trató de casos aislados. Los chilenos eligieron a Michelle Bachelet, una socialista declarada, y los brasileños reeligieron a Luiz Inácio Lula da Silva, el hirsuto ex dirigente sindical quien forjó su trayectoria en los piquetes contra las empresas multinacionales. "América Latina se inclina a la izquierda" y "Cómo Estados Unidos perdió a América Latina", proclamaban los grandes títulos. Hace poco, el economista Mark Weisbrot, del Instituto de Política Económica e Investigación, dijo con confianza: "Los gobiernos de izquierda se han convertido en la norma en América Latina". Suficiente en cuanto al Consenso de Washington, una década de diplomacia gringa y las reformas de libre mercado.
Por lo menos, era lo que parecía. Ahora, pese a que la recesión muerde y la liberalización económica se encuentra bajo un ataque global, la política latinoamericana es una mezcla que desafía las pulcras etiquetas ideológicas y enturbia la bola de cristal de los expertos en ciencias políticas. Pese al desplome de los precios del petróleo, los "petroleócratas" de Bolivia, Ecuador y Venezuela igual siguen avanzando con indolencia hacia el socialismo del siglo XXI, entonando un himno de injurias contra Washington.
En ningún lugar más que en Venezuela, donde Hugo Chávez, que está en la sintonía de Fidel Castro en 1960, está silenciando a sus enemigos y a los medios de comunicación (en fecha reciente, cerró 34 radioemisoras) y reparte bendiciones y ayuda (Kalashnikovs rusos y misiles suecos) a las guerrillas de las FARC, en Colombia. Pero, no hay que apostar a que la nueva versión de la revolución cubana se extienda más allá del Río Orinoco.
En la nueva América Latina, la afiliación a los partidos políticos y la herencia ideológica pueden ser sentidas, pero constituyen brújulas inapropiadas para indicar el futuro político. Mientras el neoliberalismo y el Consenso de Washington todavía pueden ser maldiciones al Sur del Río Grande, están muy lejos de morir y ni siquiera de ser declarados fuera de moda. En efecto, con excepción de México -cuya suerte está atada al inestable mercado de Estados Unidos- las naciones que tienen mejores resultados ante el desplome financiero global son las que se han adaptado de manera más estrecha a las reformas de libre mercado, que han resultado ser tan políticamente provocadoras.
Si bien izquierdistas de otros tiempos están en el gobierno en una docena de países de Centro y Sudamérica, la mayoría sigue siendo de ese signo ideológico sólo en lo que respecta a la denominación. En parte, ello obedece a que los votantes latinoamericanos están cambiando. Pese a la crisis financiera y a toda la agitación por el neoliberalismo, los jóvenes latinoamericanos siguen estando a favor del capitalismo y del libre mercado. Una encuesta realizada por Poder/Zogby para Newsweek, más temprano en el año, indicó que el 63% de los latinoamericanos de edades entre 18 y 23 años respondieron que creen que el libre comercio no sólo es bueno, sino que "beneficia a todas las personas". El mismo porcentaje ve a las guerrillas de las FARC, en Colombia, como terroristas o traficantes de drogas, mientras dos tercios mencionó a Chávez como el líder menos apto para conducir a la región en el futuro.
Todo esto no significa que, de nuevo, América Latina se encuentre haciendo un viraje hacia la derecha, pero puede estar aprendiendo a apreciar las posiciones de centro.
SENSATEZ. Está el caso de Alan García, quien casi llevó a Perú a la ruina con su populismo de chequera, a fines de la década de los `80. Volvió al gobierno, aunque esta vez como el ejemplo que destacan los inversores. Y, está aprovechando los resultados. La economía de Perú está en camino a una expansión de entre 2,5% y 3% en el corriente año y del 6% en 2010.
En Chile, el Partido Socialista de Bachelet critica en público a los neoliberales y al Consenso de Washington, pero en el desempeño de sus funciones presidenciales ella ha respetado las reglas de éstos y se ha mantenido fiel a las recetas criteriosas de la coalición de centro-izquierda Concertación. Si bien ha destinado dinero a programas sociales, también ha cuidado de no agitar el amplio consenso que existe en favor del libre comercio y del conservadurismo fiscal que han mantenido a la economía capitalista más vigorosa de América Latina en su derrotero.
En Brasil, Lula cambió su transpirado atuendo de tela jean por trajes de medida, come con los inversores y religiosamente pagó la deuda del país. Si bien está comenzando a diseminar beneficios (con un ojo en las elecciones presidenciales de 2010), su gobierno todavía puede hacer ostentación de aplicar una de las políticas monetarias más conservadoras en el planeta. La tasa de referencia del Banco Central es de 8,75% anual. Todo el mundo está encantado, con excepción de los izquierdistas de molde. Lula tiene un envidiable nivel de aprobación ciudadana del 80%.
Hasta Fernando Lugo, el sacerdote de izquierda elegido Presidente de Paraguay con la promesa de quitarle la tierra a los ricos y entregársela a los pobres (y de nacionalizar las empresas extranjeras) ha estado tan tranquilo como un monje.
Habrá elecciones en tres países de Sudamérica -Chile, Uruguay y Brasil- en los próximos 17 meses, pero en ninguno el partido de izquierda en el poder es favorito para ganar. En Chile, quien lleva ventaja hacia las elecciones de diciembre es Sebastián Piñera, un multimillonario conservador y duro crítico de Bachelet, aunque menos por motivos ideológicos que por supuestamente administrar mal el gobierno.
Lula respalda a su jefa de gabinete, Dilma Roussef, como su sucesora, aunque ésta tiene escaso conocimiento político y nada del carisma popular del actual Presidente.
En Uruguay, la izquierda pone toda su esperanza en el candidato socialista José Mujica para ser el sucesor del presidente Tabaré Vázquez, en las elecciones de octubre, pero los encuestadores esperan que el conservador ex presidente Luis Alberto Lacalle prevalezca en el balotaje.
Castigar al demonio gringo y al capitalismo todavía puede provocar pulsaciones intensas en gran parte del hemisferio, pero cuando hay que emitir el voto, el pragmatismo parece mover a la mayoría.
La cifra
68% Es el nivel de aprobación ciudadana que tiene el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, de acuerdo con las últimas encuestas.
La sucesora de Lula está en clara desventaja
SAN PABLO | Cuando el Partido de los Trabajadores (PT) fue fundado en 1980, se presentó como una organización política diferente: socialista, ética, juvenil y hasta romántica. Pero, poco a poco, su papel ha sido reducido a asegurar que su fundador y líder indiscutido, Luiz Inácio Lula da Silva, llegara al poder y se mantuviera allí. Esto ha significado desilusiones y compromisos que dañan. Las últimas dificultades derivan, en gran medida, de que Lula usa su poder para poner al partido detrás de José Sarney, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, quien ha tenido problemas con la Comisión de Ética del Senado, pero se ha mantenido gracias al apoyo del Presidente. Esa ayuda ha sido a cambio de mantener unida a la coalición de gobierno y de inclinar al partido de Sarney en respaldo de Dilma Rpussef, la jefa de gabinete de Lula y candidata en las elecciones presidenciales de 2010.
La candidatura de Rousseff enfrenta obstáculos. José Serra, del opositor Partido de la Social Democracia, lidera en las encuestas con 40% y le lleva 20 puntos porecntuales de ventaja a Rousseff.
Otro problema para Rousseff es que Marina Silva, quien es una estrella del movimiento ambientalista y tiene una biografía comparable con la de Lula porque surgió desde abajo, sería la candidata presidencial del Partido Verde. THE ECONOMIST
Calderón y el desafío de la droga
Al cumplir tres años de gestión y de un gran operativo de seguridad, el presidente de México, Felipe Calderón, afirmó que su principal desafío sigue siendo Ciudad Juárez, distrito al que ha enviado 8.500 militares para intentar detener la violencia ligada al narcotráfico.
Con el operativo en todo el país, en el que participan más de 36.000 militares, "se ha capturado a casi 70 capos regionales de todos los cárteles (de la droga), más de tres veces que lo logrado en el período de septiembre de 2007 a agosto de 2008", resalta Calderón.
Pese a ese operativo, más de 9.600 personas han muerto de manera violenta desde 2008, la mayoría por disputas entre las organizaciones de narcotraficantes.
Según recuentos de la AFP en base a informes policiales, en los primeros siete meses de 2009 sólo en Ciudad Juárez hubo 1.161 asesinatos.
En su informe de mitad de mandato, adelantado en la página web del gobierno, Calderón atribuyó a la crisis global -en particular a la de Estados Unidos con el que es socio en el NAFTA- y a la epidemia de gripe porcina la caída de 9,2% en la economía mexicana en el primer semestre de 2009. AFP
Más cerca del tercer mandato
El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, quien goza de alto respaldo popular debido a la firmeza con que ha enfrentado el desafío de los terroristas de las FARC, así como de los grupos de paramilitares, a lo que se agregan los mejores resultados de la economía en 30 años, está cada vez más cerca de poder postularse a un tercer mandato, luego que el Congreso aprobó, por 85 a favor y 5 en contra, la convocatoria a un referéndum que habilite esa posibilidad.
La norma pasó a estudio de la Corte Constitucional, la que debe decidir si la convocatoria se ajusta a la Constitución de 1991. El presidente de ese órgano, Nilson Pinilla, estimó que en menos de cinco meses habrá una definición. Los nueve miembros del tribunal estudiarán la norma aprobada y también deberán realizar audiencias públicas para escuchar las opiniones de los opositores. "Todo va a ser mirado con gran cuidado para comprobar que no haya quebrantos a los requisitos constitucionales y legales que son necesarios para expedir una ley", indicó Pinilla, quien aseguró que "la Corte actuará de acuerdo con el Derecho".
El ministro de Interior y Justicia, Fabio Valencia, sostuvo que la norma aprobada "tiene un gran valor político" porque responde a un deseo de la ciudadanía que reconoce cómo Uribe transformó a Colombia.
Desde la oposición surgen duras críticas. El congresista del Polo Democrático, Gustavo Petro, dijo que una posible reelección convertirá a Colombia en una dictadura constitucional con concentración del poder.