Daniel Rosa en Buenos Aires | El País en Argentina
Encontrarse dos goles abajo a los 12 minutos de juego era verdaderamente un panorama desalentador. Argentina no había hecho casi nada y aun así ganaba con absoluta claridad ante un Uruguay lento, anunciado, sin explosión, sin juego colectivo en ataque ni en defensa. Parecía muy claro que la tormenta que asomaba en el horizonte traía con ella una lluvia de goles argentinos. Fue derrota sí, pero por un 2-1 llevadero que, igualmente, relega a la celeste.
Basile había encontrado un punto débil en la retaguardia celeste, muy firme en los últimos tres partidos en los que no había recibido goles. Por eso las tres primeras jugadas de ataque de Argentina fueron idénticas y dos finalizaron en gol: desborde por la izquierda y centro cruzado a la derecha. El primero fue a los cinco minutos, lo hizo Tévez, lo siguió Riquelme y lo completó Messi de cabeza. Sí, el más bajito entró solo, ganándole la posición a Cáceres y puso el 1-0. A los 12` otro balón jugado igual, Cambiasso le dio como venía, rebotó en el palo y Agüero fue más rápido que todos para llegar al balón y poner el 2-0.
La goleada estaba ahí. Argentina jugaba a placer y empezaba a reconciliarse con su hinchada.
Uruguay sólo ponía ganas, pero escasísimo fútbol. Sin embargo, por esas cosas que tiene el fútbol y que lo hacen tan hermoso, la celeste empujó hasta descontar. A esa altura ya jugaba con tres puntas netos, porque Tabárez aprovechó la lesión de Fucile para pasar al "Maxi" Pereira al lateral derecho y mandar al campo a Cavani. Un buen centro rastrero de Suárez desde la izquierda fue empujado a la red por el capitán Lugano, el que más había empujado al equipo hacia adelante. De la goleada latente se pasó al empate posible, porque el 2-1 armó un nuevo partido, sobre todo porque Uruguay comprobó que la tan mentada fragilidad defensiva de Argentina era real.
Hubo otra derivación de ese gol y fue la desconfianza que sembró en el elenco local. Los argentinos comenzaron a entregar mal la pelota producto del apuro en ser verticales y también de la presión uruguaya.
Pero la celeste no tuvo fútbol y quedó expuesta. No ocurrió, pero tampoco alcanzó. Fue derrota 2-1, aunque al menos bastante menos dolorosa de lo que pintó a los 12 minutos.
Las estrellas
J. Mascherano
Batalló el mediocampo y por momentos fue él solo contra todos.