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"Garcé rogaba por los presos pesados"

| Circularon muchos rumores de por qué el ex ministro del Interior, José Díaz, decidió en julio de 2006 destituir a Enrique Navas de la Dirección de Cárceles. Más allá de los continuos roces entre ambos jerarcas, algunos atribuyen el forzado pase a retiro al descontento del ex policía con varios puntos de la ley de humanización de cárceles; otros, a su presencia en los actos del 14 de abril, en el "Día de los caídos en defensa de las instituciones". También se mencionaron sus diferencias con el comisionado parlamentario para las cárceles, Álvaro Garcé; y otros lo atribuyen al exceso de su presencia mediática y a no ocultar su descontento con la gestión ministerial.

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Carlos Tapia

-¿A qué se debió su alta exposición mediática cuando fue director de Cárceles?

-El único propósito que tuve con mi salida a los medios fue darle transparencia a mi trabajo. No lo hice por mero protagonismo, o como algunos políticos creyeron, para hacer carrera política. El 1º de junio de 2006 terminó, para mi dolor, mi carrera policial. No acepté ningún otro ofrecimiento, aunque los hubo, pues me desilusioné totalmente.

-¿Por qué cree que el ministro José Díaz decidió destituirlo del cargo?

-Teníamos concepciones totalmente contrapuestas de lo que debe ser el sistema penitenciario. En el Ministerio del Interior tienen prejuicios con respecto a la aplicación de la autoridad y la disciplina; se confundía autoridad con autoritarismo. Se apuesta a un modelo utópico como el del INAU, totalmente civil, fuera de la Policía y del Ministerio del Interior, pero no hay ningún proyecto concreto.

Además, el hecho que continuara usando el uniforme estando en la Dirección Nacional de Cárceles no gustó. Nunca acepté trabajar de civil. Siempre lo sostuve con orgullo: soy policía por vocación. Tampoco caía bien pertenecer a mi generación: yo trabajé en el gobierno de facto y en el democrático anterior. Egresé en 1970 de la escuela de formación de oficiales y me formé en la guardia metropolitana, una unidad considerada represiva, y como la palabra represión es pecado, sentí que había prejuicios.

Lo que pasó con mi concurrencia al homenaje del Día de los Caídos en la lucha antisubversiva es una señal clara de todo eso. Por más que no se prohíba, hay una clara discriminación hacia quienes pensamos que no tenemos por qué renunciar a esas cosas.

-Usted fue considerado como un "tipo duro"…

-El ministro Díaz y sus asesores políticos, los que aún hoy están, nunca participaron de nuestra línea de trabajo profesional, la que entendieron como demasiado dura en aspectos de seguridad y disciplina. Nunca tuvimos sindicatos, jamás cumplimos la orden del ministro de formar asambleas, discutir qué tarea se va a hacer, ni si se cumple una orden o no. Entendíamos que la policía debía ser verticalista y disciplinada; nunca un organismo deliberante como tiende a ser actualmente.

-Desde el Ministerio lo acusaron de abusar del uso de balas de goma en la represión en las cárceles. ¿Qué opina usted?

-Me enorgullezco de haber dado orden de usar la fuerza cada vez que fue necesario. Debido a la enorme inferioridad numérica de los policías, no había otra forma de intervenir que desde la distancia y empleando munición no letal, aprobada por la fuerza de paz de las Naciones Unidas y por toda las policías de los estados democráticos del mundo, como es la bala de goma.

Mientras yo estuve al mando -si bien es cierto que el Ministerio no quería y que el comisionado parlamentario rogaba por los presos pesados, la orden de usar la fuerza se mantuvo cada vez que se formaban principios de amotinamiento.

-Usted dice que Garcé "rogaba por los presos pesados". ¿Qué quiere decir?

-Sobre los pesos pesados y los narcotraficantes. Yo eso se lo informé al ministro Díaz porque me llamó mucho la atención la forma en que el comisionado insistía en ciertos traslados, muy dudosos a mi juicio.

Garcé frecuentemente planteaba traslados y ponía énfasis en algunos narcotraficantes. Se lo había alertado. Lo podía hacer sanamente, pero los elementos corruptos que se mueven en ese ambiente suelen utilizar gente de bien, sana, para sus manejos y sin quererlo puede estar siendo funcional a los intereses de los elementos corruptos que se mueven en torno al sistema penitenciario.

Yo le recomendé al comisionado que tuviera cuidado con esto y a él no le gustó mucho. A los pocos días me hace un pedido por un narco muy, muy conocido e insistió en su traslado y ahí empezaron los problemas. Pienso que lo hizo sanamente, pero estoy seguro que atrás de él, así como atrás de otros pedidos que venían de ámbitos ministeriales, había elementos que se movían con intereses económicos atrás.

Yo siempre me opuse a estas prácticas y pedí se me diera una orden por escrito. Nunca hice favores a ningún ministro, ni de este gobierno, ni del Partido Colorado, ni del Partido Nacional. Jamás di traslados de reclusos, ni policías en comisión, como se suele dar en acomodos políticos, que existieron en todos los gobiernos, y se siguen dando en el actual. Esto me llevó a enfrentarme a todos los ministros de los distintos partidos.

-¿Qué vinculación tuvo usted con la redacción de la ley de humanización del sistema carcelario?

- Se me pidió opinión cuando era un borrador. En lo que estuve de acuerdo fue en que debía implementarse una mayor efectividad al sistema de libertades anticipadas, la redención de la pena por trabajo o estudio. Pero adherí con la siguiente salvedad: aclaré que en ese momento era inaplicable porque las condiciones no estaban dadas. El sistema penitenciario uruguayo carecía de la infraestructura física, técnica y humana necesaria para poder aplicar ese importante beneficio que motiva la buena conducta del recluso.

Estuve de acuerdo también en buscar la unificación de un sistema penitenciario a nivel nacional; es decir, ubicar a todos los establecimientos del país bajo la órbita de la Dirección Nacional de Cárceles, para así poder crear políticas penitenciarias para todo el territorio, unificar los mandos y sistematizar los procedimientos.

-¿Por qué cuando Díaz propuso como subsecretario de cárceles a Eduardo Pereira Cuadra, usted dijo que dejaba el cargo a disposición?

-Yo había pedido el traslado fuera de la Dirección de Cárceles del inspector Pereira Cuadra, a la vez director del Comcar, por motivos que por ética prefiero no decir, pero que los transmití al ministro y a otras autoridades.

Cuando Díaz me pide que lo nombre subdirector nacional, lo consideré una falta de apoyo total a mi gestión. Además yo había propuesto a otro oficial superior, de destacada trayectoria para el cargo. Por eso no accedí a ese planteo y ante la insistencia, puse el cargo una vez más a disposición. Ya había renunciado antes y se me pidió que continuara. Por eso me sorprendió cuando finalmente sobreviene el cese.

Perfil

Nombre: Enrique Navas

Edad: 61 años

Otros datos: Se retiró como inspector general de la Policía. Hoy es el jefe de Seguridad de Zonamérica.

Nostalgia de la actividad policial

Hoy el despacho del ex director de cárceles, Enrique Navas, es más grande que el que tenía cuando estaba en el Ministerio del Interior; cuenta con dos computadoras, frigobar, un lujoso sillón de cuero y un enorme ventanal que abarca una considerable parte del paisaje de esa pequeña "ciudad tecnológica" que parece de otro país. El hoy jefe de seguridad de Zonamérica, igual que antes como policía, viste la misma ropa que sus subalternos: camisa blanca con el logo del complejo empresarial, pantalón negro, y un cinturón de donde cuelga un handy que derrama todo el tiempo conversaciones entrecortadas, casi ininteligibles. Igualmente no oculta su nostalgia de la Policía, una actividad que lo define.

Como funcionario policial se desempeñó entre 1986 y 1990 en el Penal de Libertad.

Estuvo luego al frente de la Guardia Republicana (1995-2000) y presidió el Círculo Policial del Uruguay.

Fue director nacional de Policía Caminera hasta asumir en julio de 2002 la Dirección Nacional de Cárceles hasta junio de 2006. Ahora Navas no porta armas.

Policía y cárceles "están a la deriva"

Cuando Enrique Navas estaba al frente de la Dirección Nacional de Cárceles proponía "un modelo penitenciario diferente al que planteaba el Ministerio" del Interior, basado en el de la Gendarmería chilena y en elementos del sistema argentino. Asimismo propuso la construcción de cárceles por concesión de obra pública, como en Chile, pero esto no fue aceptado por "diferencia filosófica" de las autoridades. Impulsaba sacar las cárceles de la órbita de la Policía, pero no del Ministerio del Interior y, sobre todo, "sin renunciar a los principios de disciplina, jerarquía, verticalidad, y uso de la fuerza cuando fuera necesario, porque es una obligación para impedir la anarquía".

Navas tampoco comulgaba con la liberación masiva para atenuar la superpoblación carcelaria. "El problema no se soluciona liberando presos. Es necesario construir más establecimientos con distintos niveles de seguridad", subraya.

"Los partidos políticos tienen que llegar a un consenso sobre políticas de Estado que trasciendan los gobiernos de turno, y entender que no se pueden hacer promesas fáciles ni críticas sencillas en una problemática tan grave y seria", señala Navas. "El sistema penitenciario, al igual que la policía, es un barco a la deriva. Mientras se suceden los gobiernos, los que están en la oposición se limitan a criticar y luego, cuando asumen, tratan de hacer algo y terminan pagando las consecuencias, los presos, el personal policial y toda la sociedad", agrega.

El inspector retirado observa que estos cambios periódicos "cuestan millones y millones de dólares que pagan todos los contribuyentes".

También afirma que "hay que despolitizar el sistema" y deben "cesar las influencias indebidas y los pases en comisión". También los traslados de los malos policías, a manera de castigo, al sistema penitenciario.

"Es imposible administrar un sistema que no tiene rumbo, nadie lo va a admitir, ninguna fuente del Ministerio y ningún jefe, porque obviamente lo sancionan", se lamenta.

Cree que su "pecado" fue "hablar, decir cosas que ningún ministro quiere que se digan" pero insiste en que "no se puede ocultar la realidad aunque no les guste a los ministros de turno". Agrega que el sistema carcelario necesita una "autodepuración, cosa que hoy no ocurre".

"Hoy si se quiere sacar a un mal policía que ha cometido un hecho grave, aunque sea un procesado, le lleva años ya que éste es considerado casi como un funcionario público en cuanto al amparo de la inamovilidad", señala. "Me he cansado de ver expedientes sumariales que vuelven con una resolución de suspensión a medio sueldo por seis meses", dice.

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