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Una muerte sin explicación aviva debate

Francia. Chantal Sebire había pedido la eutanasia y se la negaron; falleció poco después

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PARÍS AGENCIAS Y EL PAÍS DE MADRID

Chantal Sebire (52) murió el miércoles y aún no se saben las causas. Había pedido morir. No soportaba el tumor que le desfiguró el rostro desde hace seis años y le causaba grandes dolores. Su caso reavivó la polémica por la eutanasia en Francia.

No hay causa específica que explique su deceso. Así se puede resumir el resultado de su autopsia, anunciado ayer. Algo es claro, el espantoso tumor que se había extendido sobre su rostro no provocó su muerte directa. La fiscalía francesa dijo que se esperan los resultados de los análisis toxicológicos de las sustancias halladas en su cuerpo, para saber si fue suicidio. Esto puede demorar varias semanas.

Sebire quería suicidarse. Días atrás había pedido a los médicos y a la Justicia que le inyectasen una inyección letal de pentotal para acabar con su sufrimiento. Haya cumplido con su deseo o no, falleció dos días luego de que las autoridades le denegaran la eutanasia, volvió a colocar ese tema en el debate público.

Esta ex maestra y madre de tres hijos sufría desde 2002 un estesioneuroblastoma, una enfermedad muy poco común y de la cual se han registrado unos 200 casos en el mundo en los últimos 20 años. Es un tumor cuyo origen está en la cavidad nasal. Según ella dijo, cuando pidió que se le permitiera morir, el sufrimiento era "intenso y permanente"; la enfermedad, incurable. Había quedado ciega.

A Sebire la halló su hija en su casa el miércoles. No presentaba signos de hemorragia alguna, ataque cardíaco o cerebral. Todo apunta a un suicidio por sobredosis de medicamentos, pero esto tampoco es seguro, ya que la paciente tomaba muchos fármacos para mitigar el dolor. La investigación busca resolver qué tan natural fue su muerte o si alguien la asistió.

Debate. En Francia no está permitida la eutanasia activa. Sí una suerte de variante "pasiva", en la que permite a los pacientes con enfermedades terminales negarse a recibir medicamentos. Se le considera el "derecho a morir", aunque se prohíbe de manera terminante a los médicos practicar una eutanasia. Es una ley de 2005 creada luego que una mujer, Marie Humbert, provocara la muerte de su hijo Vincent, un joven tetrapléjico.

En Francia, la opinión público se decantó hacia permitir una "excepción" a esta mujer, cuyo rostro desfigurado, conocido hace pocos días, horrorizó y conmovió por partes iguales a la población. Incluso el canciller, Bernard Kouchner, médico, se mostró partidario de esta posibilidad.

Pero no hubo excepción. La ministra de Justicia, Rachida Dati, fue tajante al indicar que "la medicina no está ahí para administrar sustancias letales". El juez a quien Sebire pidió su muerte, dijo que el reclamo era "humanamente comprensible, pero inaceptable desde un punto de vista jurídico".

Cuestiones médicas, éticas y religosas comenzaron a tallar -como suele ocurrir- cada vez que uno de estos casos sale a la luz pública. La propia autopsia fue criticada por el abogado de Sebire, Gilles Antonowicz: "Fue grotesca y sin justificación. Ella ya ha sufrido demasiado. Exijo respeto para ella y su familia". El presidente de la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente (ADMD), Jean-Luc Romero, dijo que el "inicio de una investigación judicial (para conocer la causa de la muerte) sería totalmente desproporcionado y traumático" para la familia de la mujer.

Imposible fue no pensar en estos días lo distinto que hubiera sido el desenlace para esta mujer de haber vivido en otro país de Europa. No todo el continente tiene una legislación homogénea en cuanto a eutanasia se refiere. Lejos del debate en que está enfrascada Francia, está el caso del escritor belga Hugo Claus, de 78 años.

Este hombre sufría del mal de Alzheimer y terminó su vida con una eutanasia el mismo día en que falleció Sebire. "Él mismo eligió el momento de su muerte" porque no quería extender su sufrimiento, manifestó su esposa Veerle de Wit en un comunicado. Claus falleció en un hospital de Amberes, Bélgica, país vecino a Francia.

Junto con Bélgica, otro de los países que permite la eutanasia es Holanda. En Suiza, los ayudantes de los médicos pueden preparar un cóctel farmacológico letal, pero son los mismos pacientes que se la tienen que suministrar. En Luxemburgo, el Parlamento está en proceso de aprobar una ley que autorice la eutanasia.

Más allá de la polémica por el pedido que hizo Sebire en vida, lo cierto es que no hizo falta que la "excepcionalidad" aludida fuera aprobada. Ella murió y la duda es si lo hizo de manera voluntaria o no, y la mayoría de las sospechas se inclinan a la primera opción.

De momento, no se sabe nada más. Pero en Francia no se olvida que Marie Humbert, quien propició la ya citada ley de 2005, salió exculpada del proceso que tuvo que enfrentar en su momento.

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