Subasta
Un colgante de perlas y diamantes que perteneció a María Antonieta antes de que fuera decapitada durante la Revolución Francesa se vendió el miércoles por 36 millones de dólares en una subasta de la casa Sotheby's en Ginebra, pulverizando todas las estimaciones.
La subasta, que se realizó en un hotel ultralujoso a orillas del lago de Ginebra, vivió una puja febril por una colección de diez piezas de la familia Borbón Parma, que incluyó la exhibición de joyas que se habían mantenido lejos de la mirada pública durante dos siglos.
Las diez piezas a la venta, que estaban valoradas en 3 millones de dólares, se vendieron al final por 43 millones de dólares, indicó Sotheby's. Entre ellas, un broche de diamantes que se estimaba en unos 80.000 dólares (70.000 euros) se vendió por 1,75 millones.
Pero la estrella fue el colgante, con una perla natural con forma de pera de un tamaño excepcional (26 mm x 18 mm) y que estaba valorado en entre 1 y 2 millones de dólares. Finalmente fue adjudicado por 36 millones de dólares (31,8 millones de euros) a un comprador privado que quiso mantener el anonimato.
Según la casa de remates, el colgate establece un nuevo precio récord para una joya de perlas vendida en subasta.
"El colgante de María Antonieta es sencillamente irreemplazable, y el precio que alcanzó va más allá de la propia joya", señaló en un comunicado Eddie LeVian, jefe ejecutivo de los joyeros Le Vian.
Entre ellas había también un anillo que contenía un mechón de cabello de la que fue esposa del rey Luis XVI, guillotinado junto a ella en 1793.
También se proponían objetos que pertenecieron al rey Carlos X, a los archiduques de Austria y a los duques de Parma.
Periplo por Europa.
María Antonieta apreciaba también la alta relojería y muestra de ello es un reloj de bolsillo cuya caja lleva las iniciales MA, así como tres flores de lis, estimado en entre 1.000 y 2.000 dólares.
Antes de intentar huir de Francia con el rey Luis XVI y sus hijos, María Antonieta envió sus joyas a Bruselas. Madame Campan, la primera doncella de cámara de María Antonieta, contó en sus memorias cómo pasó una noche entera en el Palacio de las Tullerías embalando con la reina las joyas de esta en algodón, para después ponerlas en un cofre de madera.
Los días posteriores, las joyas se enviaron a Bruselas, donde reinaba la hermana de la reina, María Cristina. Después se le confiaron al emperador de Austria, sobrino de María Antonieta, de origen austríaco.
Detenidos en Varennes, Luis XVI y María Antonieta fueron guillotinados en octubre de 1793. Su hijo Luis XVII murió en cautividad.
La única superviviente de la Revolución Francesa fue su hija, María Teresa de Francia, que fue puesta en libertad en diciembre de 1795. A su llegada a Viena, el emperador de Austria le entregó las joyas de su madre, celosamente conservadas.
Al no tener descendencia, María Teresa de Francia dejó parte de sus joyas a su sobrina e hija adoptiva, Luisa de Francia, duquesa de Parma y nieta del rey Carlos X, la cual, a su vez, las transmitió a su hijo Roberto I, último duque reinante de Parma.