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Perros de caza: sin normativa y en medio del debate

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Perros de caza

CIENCIA

Investigadores analizan diferentes aristas de un problema social y ambiental que los tiene como actores

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Si bien la caza está regulada a nivel nacional, más que nada en cuanto a las especies que se pueden cazary cuáles no y con qué tipo de armas, no existe una normativa específica hacia los perros de caza. Estos son el centro de un debate actual al considerarse como un problema socioambiental.

La Ley 18.741 de Tenencia Responsable y Bienestar Animal no hace mención a estos animales, puesto que hace énfasis en las especies de compañía.

Juan Martín Dabezies, responsable e investigador principal del Grupo Interdisciplinario en el Estudio de las Relaciones entre Humanos y otros Animales (GIEHA) en el Centro Universitario Regional del Este (CURE) de la Udelar, indicó que, por ejemplo, el manejo de las jaurías en España está “hiperregulado” puesto que “salir con 20 perros sin ningún tipo de adiestramiento ni regulación es incontrolable”.

En ese país hay exigencias en materia sanitaria diferentes a los animales de compañía domésticos; al tiempo que quien tenga cinco ejemplares deberá estar registrado como núcleo zoológico y si quiere criar habrá de contar con instalaciones adecuadas.

Más cerca de Uruguay está la experiencia de la provincia de La Pampa, Argentina, donde hay normas que establecen cómo debe practicarse la caza con perros: “Existe la figura del tenedor de jauría y se especifica cuántos animales puede tener, cuántos puede transportar y con cuántos puede salir a cazar”.

Y añadió: “Acá hay muy poco control y no hay regulaciones específicas sobre jaurías de caza”. En el país queda bajo consideración del propio cazador y, por tanto, pueden darse situaciones reñidas con la promoción del bienestar animal. 

Dabezies y Leticia Poliak, miembro de GIEHA, consideraron que la legislación en cuanto al Bienestar Animal presenta varias contradicciones y superposiciones y, por lo tanto, los perros de caza quedan en un “limbo”.

Nomativas en españa: como perros domésticos.

La nueva Ley de Bienestar Animal que impulsa el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 de España incluye que los perros de caza y los que se dedican al pastoreo y la ganadería sean tratados de la misma manera como si fueran animales domésticos, por lo que sus dueños tendrán que registrarse como criadores, también en el caso de querer cruzarlos. “Todo el mundo sabe que los perros son perros, independientemente a qué se dediquen; necesitamos que todos los animales de este país gocen de la misma protección, independientemente de dónde vivan o a qué se dediquen”, subrayó la ministra Ione Belarra.

España, Eslovaquia y Hungría son de los pocos países de la Unión Europea en el que la caza con perros sigue siendo legal y se encuentra regulada por las comunidades autónomas que tienen la competencia al respecto. Usando como ejemplo la ley cinegética de Castilla y León, los perros están contemplados como “medios de caza” junto a los hurones y aves de cetrería. Así, según la ley, un perro tiene la misma consideración para la caza que un arma, por ejemplo.

Perros de caza
Perros de caza. Foto: L. Poliak

Adiestramiento.

Lo frecuente es que se utilicen perros grandes para que sea más fácil el agarre del jabalí. “Tienen que ser fuertes y rápidos”, apuntó Poliak.

Los cazadores prefieren perros mestizos: producto de la cruza entre galgos (por su velocidad) y dogos argentinos (por su fuerza) y cruza entre barbillas (por su olfato) y galgos. “Se hace el perro para el jabalí”, afirmó. Los pequeños rastrean y se introducen en recovecos; los grandes sujetan y atacan a la presa. Lo esencial, según los investigadores, es lo que se llama “el casamiento” entre la personalidad del perro y la personalidad del cazador “para que la caza sea efectiva”.

No obstante, Poliak señaló que el adiestramiento no solo lo realiza el hombre sino los propios perros que les enseñan a los cachorros cómo comportarse. El jabalí generalmente es cazado con una jauría de unos cinco a 20 perros, la cual rastrea al animal y lo inmoviliza “hasta que viene el cazador y le da fin con un cuchillo o con un arma de fuego”.

La jauría, por su parte, puede estar compuesta por animales de diferentes orígenes, dado que hay cazadores que levantan a perros callejeros y, así como los toman, los despachan si resultan heridos. “Hay cazadores que se vinculan al perro como un objeto”, dijo.

Este es uno de los puntos más criticados por los grupos animalistas. No obstante, algunos cazadores consideran a los perros como sus compañeros y llevan un botiquín de primeros auxilios y otros “plantean que dejan alguna ropa para que vuelva el perro si se pierde y al otro día los van a buscar”.

Tres formas distintas de ver al mismo animal.

El lugar que ocupa el perro de caza en el entramado de actores vinculados a la caza adquiere una posición especial en las representaciones de los colectivos animalistas. Por un lado, las ONG animalistas se oponen a la caza en sí misma y al uso de perros en la caza de jabalíes, ya que muchas veces salen heridos e incluso muertos. Por otro, los grupos conservacionistas se oponen al uso de perros ya que afirman que no están bien adiestrados y que, durante las salidas a cazar, matan animales de la fauna nativa que están protegidos por la ley a nivel nacional (es decir, no están en contra de la caza en sí misma). Incluso, muchos de estos grupos entienden la caza como una actividad potencialmente positiva en el control de especies exóticas invasoras, como es el caso del jabalí.

En resumen: los grupos defensores de los derechos de los animales se centran fundamentalmente en la defensa del maltrato animal y la vida de los animales como sujetos de derechos; mientras que los grupos conservacionistas lo hacen en la conservación de la fauna nativa.

Pero, al mismo tiempo, la caza con perros representa una de las mayores tensiones entre conservacionistas y cazadores.

En el artículo Enredos perrunos: el perro de caza mayor en Uruguay desde diferentes colectivos sociales, de Leticia Poliak y Juan Martín Dabezies, se lee: “En el conflicto entre animalistas y cazadores, la práctica es considerada como un hecho involutivo por una parte de los animalistas, ya que consideran que está práctica no es necesaria en la actualidad. Esta visión nos remite a una visión evolucionista de la figura del cazador.  Sin embargo, los cazadores afirman que la caza con perros es una práctica cultural tradicional desarrollada desde hace miles de años y que está en la propia naturaleza humana. Según ellos, el perro y el ser humano son cazadores por naturaleza y el acto cinegético no solo se limita al acto de cazar, sino que es esparcimiento, de encuentro con amigos, de aventura, de adrenalina, de poner en juego todos los sentidos, de conseguir alimento por sus propios medios, de estar en contacto con la naturaleza”.

Perros de caza
Perros de caza. Foto: L. Poliak

Tensiones.

Una de las aristas del problema socioambiental que preocupa a Dabezies y a Poliak es la conformación de jaurías de perros errantes que ocasionan daños productivos, tienen riesgo de transmisión de zoonosis y producen accidentes de tránsito, entre otras cuestiones.

Otra es que los perros pueden matar especies nativas en una salida (como mulitas y carpinchos), constituyéndose en una amenaza para la biodiversidad pero, al mismo tiempo, son vistos como una herramienta para el control de especies exóticas invasoras. No obstante, “hay que seguir investigando sobre la eficiencia de la caza para el control del jabalí en el contexto uruguayo”, señaló el investigador.

Dabezies habló, además, de la siguiente tensión: “¿Quién sabe cuál es la felicidad del perro? Los animalistas apuntan a su humanización, a lo cultural; mientras que para los cazadores es lo natural”. Unos apuntan a una involución; otros se refieren a la propia naturaleza ancestral del hombre y del perro.

En ese sentido, Poliak recordó el testimonio que brindó un cazador: “¿Qué es más violento? ¿Un pitbull encerrado en un balcón y obeso o un perro que sale a cazar?”

La multiplicidad de criterios y la falta de regulación dificultan, a juicio de los investigadores, la generación de propuestas claras para abordar este problema socioambiental. “El perro es parte de una red. Sin esa red no es un perro de caza”, concluyó Poliak.

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