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Obesos a los 5 años: estudio revela alta prevalencia a esa edad en Uruguay

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Se encuestó a 464 niños. Foto: Reuters

SALUD

Estudio relevó alta prevalencia de exceso de peso en jardines de infantes en Montevideo; pediatras reclaman atención

Las abuelas siempre lo decían: “Si está gordito, está sanito”. Si tiene cachetes para apretar o rollitos en la panza ese niño come bien. Esa imagen –la de las abuelas sirviendo un segundo o tercer plato y hablando de la gordura como un rasgo saludable– es algo que todavía los pediatras no han podido revertir y, en consulta, hay más padres preocupados por los niños que aumentan poco de peso que por los niños con sobrepeso u obesidad.

“La gente quiere al bebé gordito que crezca rápido, pero sabemos que, cuanto más precoz se instala la obesidad, hay más riesgo de obesidad adulta. Si hay una ganancia de peso acelerada en los primeros dos años de vida es un factor de riesgo de obesidad en la adultez”, explicó el profesor director de Clínica Pediátrica C de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, Gustavo Giachetto.

El sobrepeso y la obesidad en edades tempranas es un contrato que se firma con la salud para el resto de la vida. Esa es la advertencia más importante que quiere dejar el médico y tiene nuevas cifras para justificar su preocupación. Un estudio en el que participó junto a colegas y que será publicado en la próxima Revista Médica del Uruguay revela que la prevalencia de sobrepeso en niños de 5 años es de 40,6%; obesidad, 16,5%; y obesidad abdominal, 12,9% (exceso de grasa localizada en la cintura). “Las cifras son bastante alarmantes”, afirmó a El País.

La Organización Mundial de la Salud estima que a nivel mundial el 18% de los niños y adolescentes de 5 a 19 años tiene exceso de peso; la obesidad alcanza al 7%. Esta investigación indica que la prevalencia uruguaya es más del doble.

Sobrepeso, obesidad y niveles de presión arterial en niños de nivel 5 de jardines de infantes públicos de Montevideo: prevalencia y factores asociados evalúa una población de la que no se tenían demasiadas estadísticas pero que ahora, con los datos, Giachetto considera que debe ser priorizada en políticas públicas.

Números más altos que en Europa y Brasil.

La prevalencia de obesidad hallada en Sobrepeso, obesidad y niveles de presión arterial en niños de nivel 5 de jardines de infantes públicos de Montevideo: prevalencia y factores asociados –cuya publicación está prevista para el próximo número de la Revista Médica del Uruguay– resultó superior a la observada en países europeos con mayor prevalencia, como España, que en 2015 comunicó 34,6% de exceso de peso y 14,9% de obesidad en niños de 6 años.

En comparación con la región, el 20% de los niños y adolescentes latinoamericanos de 0 a 19 años tienen exceso de peso y los países más afectados son los del Cono Sur y México. Los guarismos de este artículo, comparados con Brasil, resultaron más elevados respecto al exceso de peso (32,8%) y similares en relación obesidad (16,2%), pero inferiores a los de Chile, el país más afectado de la región, con una prevalencia de obesidad de 24,2% en niños de 5 a 6 años.

Factores de riesgo.

Para el estudio se seleccionaron 24 jardines de infantes y se incluyeron 771 niñas y niños de 5 y 6 años.

También se sumaron sus madres con la idea de conocer los factores que conforman el “ambiente obesogénico” en el que se desarrollan los pequeños.

“Las enfermedades crónicas no transmisibles son crecientes entre la población pero se habla mucho de los adultos. Pero esas no se inician en la adultez, se inician en estas etapas”, apuntó el médico pediatra.

Además de la mencionada prevalencia de sobrepeso, obesidad y obesidad abdominal, el estudio constató otras preocupantes características en la población: seis de cada 10 niños excedían el tiempo recomendado de exposición a pantallas (más de dos horas y media) y cuatro de cada 10 dormían menos que la cantidad de horas recomendadas.
También se registró poca actividad física semanal.

Obesidad en las niñas puede adelantar pubertad.
La mayoría tomaba refrescos y consumía nuggets, panchos o fiambres tres o más días a la semana.

Respeto a los hábitos alimenticios, el 31,3% de los niños no desayunaba y, entre los niños que lo hacían, la mayoría consumía leche y pan, casi la mitad consumía alfajores, galletitas rellenas o bizcochos, y un tercio yogur y leche chocolatada. No consumían verduras y frutas a diario 77,1% y 50,3% de los niños, respectivamente. El consumo de pescado resultó muy esporádico. La mayoría tomaba refrescos y consumía nuggets, panchos o fiambres tres o más días a la semana.

Giachetto destacó un dato: “La influencia de ciertas propagandas de alimentos con imágenes atractivas y juguetes”. Más del 80% de los niños que participaron del estudio recodaba mensajes de publicidad de alimentos y la mitad prefería aquellos que se ven en televisión. La predilección por estos productos fue significativamente mayor en las niñas.

“Con este patrón sedentario y de comer cantidades de calorías vacías y si en el hogar hay padres o familiares obesos se favorece esta condición en el niño”, afirmó. El 21,9% de las madres encuestadas presentaba obesidad.

La ganancia de peso no debe ser acelerada.

La ganancia de peso acelerada, en particular en los primeros dos años de vida, es un factor de riesgo de obesidad en la adultez, explicó el profesor director de Clínica Pediátrica C de la Facultad de Medicina, Gustavo Giachetto. Al respecto dijo: “No tenemos que hacerlos crecer de forma acelerada. Las expectativas son nuestras, no del niño. El crecimiento es el resultante de la carga genética y las influencias del medio ambiente. No hay que dar más estímulos que los necesarios”. El inicio temprano de la obesidad se asocia con complicaciones como trastornos metabólicos y cardiovasculares, incluso en la infancia.

Problemática para hoy y para mañana.

La epidemia de sobrepeso y obesidad y su inicio temprano en la infancia hacen necesario, a juicio de Giachetto, considerar el exceso de grasa corporal como un factor de riesgo cardiovascular también en la edad pediátrica. “La mirada (en las políticas de salud cardiovascular) es siempre adultocéntrica y queda por fuera la mirada desde la infancia que es donde comienzan los problemas y es donde se puede prevenir mejor con medidas educativas y comportamentales”, señaló a El País.

Si bien en el presente estudio no se observaron niños hipertensos, el percentil de presión arterial periférica (braquial) promedio según sexo, edad y talla resultó más alto para el conjunto de niños estudiados que lo esperado.

El alto consumo de sodio –proporcionado por los nuggets, panchos y fiambres y otros alimentos ultraprocesados– se relaciona con un mayor riesgo de cifras elevadas de presión arterial. De acuerdo con la investigación, los niños que consumían frecuentemente este tipo de alimentos aumentaron el riesgo de obesidad en una vez y media.

El profesor director de Clínica Pediátrica C dijo a El País que en esta oportunidad no se evaluó la dislipemia (concentración elevada de lípidos o baja de colesterol rico en lipoproteínas), pero se tiene conocimiento de que esta también se gesta “mucho antes” de cuando se le diagnostica a un adulto. Y la clave está, justamente, en la tierna infancia.

“Hay estudios que muestran que estos niños instalan precozmente la arteriosclerosis. Vemos el peso, vemos la presión arterial, vemos los lípidos pero el asunto es… ¿qué pasa con los vasos sanguíneos de estos niños? Se instalan cambios arteriales que, detectados a tiempo, son reversibles, pero sino actúas al momento se transforman en las enfermedades del adulto”, comentó.

Y recordó para las abuelas, los padres y para todos: “Tener sobrepeso no es una cosa protectora; es un factor de riesgo”. Eso vale para niños y adultos.

La prevención debe iniciarse en el útero,

Las enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, las respiratorias y el cáncer, concentran el 70% de las causas de muerte en Uruguay. Principalmente se asocian a cuatro factores de riesgo: el consumo de tabaco y el de alcohol, las dietas no saludables y la falta de actividad física.

Los resultados del estudio Sobrepeso, obesidad y niveles de presión arterial en niños de nivel 5 de jardines de infantes públicos de Montevideo: prevalencia y factores asociados enciende las alarmas, a juicio del pediatra Gustavo Giachetto, por la instalación de esas enfermedades a edades tempranas. No obstante, el médico dijo que los cuidados deben implementarse antes, en particular, en la gestación. La teoría Barker, conocida también como efecto programador intra-útero, fue la primera en proponer el origen fetal de las enfermedades coronarias. El crecimiento y el desarrollo del feto están determinados por tres factores: el estado nutricional de la embarazada, la función placentaria y la capacidad del feto para utilizar los nutrientes.

Muchos estudios epidemiológicos, así como estudios experimentales, indican que los eventos adversos tempranos de la vida como la desnutrición in útero, exposición a toxinas ambientales y cambios en las hormonas juegan un papel determinante en la susceptibilidad a ciertas enfermedades crónicas. Por lo general, estos eventos son provocados por los desafíos ambientales de la madre; sin embargo, estudios recientes han demostrado que también afectan los factores ambientales o nutricionales paternos.

La ingesta de grasas en la dieta materna es importante porque es uno de los factores que determinan la calidad de ácidos grasos transferidos a través de la placenta y se secretan en la leche materna.

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