Por Soledad Gago
¿Qué se sabe sobre ella?
Lo que surge cuando se busca María Viñas es esto: que nació en enero de 1943 y murió en marzo de 2003, que estudió en la Facultad de Química y se graduó como química industrial, que allí también ejerció como docente e investigadora, que durante la dictadura militar se fue exiliada a México y que vivió en la Unión Soviética, que nunca dejó de formarse, que investigó en el campo de la ingeniería de procesos y que hizo grandes aportes en el tratamiento de aguas residuales y la ingeniería ambiental, que hay un sello postal con su imagen y que hubo un fondo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación con su nombre.
¿Qué se sabe sobre ella?
Hay una reseña sobre su vida en la página de laFacultad de Química que dice que “por sus características personales es recordada como una mujer de personalidad muy definida, espíritu emprendedor y de gran capacidad de trabajo”.
Y sin embargo, ¿quién fue María Viñas, mujer, uruguaya, exiliada, ingeniera, investigadora, madre? ¿cuál fue su legado en las ciencias? ¿por qué la Universidad de la República en 2021 le rindió un homenaje?
“Fue una de las primeras mujeres que estudió ingeniería en Uruguay, creo que eso ya dice mucho. Luchadora incansable, comunista convencida”, es lo primero que dice una de sus hijas, Patricia Etchenique.
María nació en Trinidad, Flores, pero cursó sus estudios en Montevideo. No sabe, Patricia, de dónde vino la vocación por las ciencias, pero sí sabe eso: que su madre fue una de las primeras mujeres en estudiar ingeniería química en Uruguay y que eso ya dice mucho.
En 1961 entró a la Facultad de Química, que por entonces funcionaba fusionada con la de Ingeniería. Se graduó como química industrial, carrera que posteriormente se convirtió en ingeniería industrial. Desde estudiante estuvo comprometida con causas sociales y gremiales dentro de la universidad.
“María Viñas fue una docente de la Universidad de la República(UdelaR) quien desde 1965 hasta su fallecimiento en 2003 se dedicó exitosamente a la enseñanza, a la investigación, a la extensión y al cogobierno universitario. Fue una mujer luchadora por sus ideas, con un fuerte compromiso gremial y social, lo que compatibilizó con ser madre de dos hijas de quienes nunca se separó, aún en el período en que fue exiliada.”, dice sobre ella María Torre, profesora Grado 5 de la Facultad de Química de la UdelarR y primera mujer electa como decana de esa institución.
Hay una anécdota que recuerdan tanto Patricia como Paula, su hermana menor, que dicen que pinta a su madre y a sus ideales y a sus formas.
Era 1976 y María, sobrina de Raúl Sendic, era perseguida por la dictadura militar. Después de estar unos meses en la clandestinidad, recibió asilo en la Embajada de México, donde permaneció encerrada durante tres meses junto a 120 personas. Mientras, Paula y Patricia estaban en Trinidad con sus abuelos. Cuando finalmente le dieron permiso para salir de Uruguay, ella puso una condición, aunque no estuviera en sus posibilidades exigir nada: que no se iría a ninguna parte sin sus hijas. Se subió al avión junto a Heber, su pareja, y lo repitió: no se separaría de las nenas, como les decía.
“La imagen en mi retina es la de un señor haciendo de barrera (Vicente Muñiz Arroyo, el embajador mexicano) y atrás mi madre gritando y saltando descompensada y haciendo señales con su brazo. A pesar de verlos tan flacos y tan demacrados era feliz, estábamos juntos, los cuatro otra vez juntos. Yo estaba feliz. Con tantas familias rotas en esa época, agradezco que mi mamá haya logrado salvar a la nuestra”, recuerda Patricia.
Paula, su otra hija, dice que, a pesar de sus convicciones y su pasión por la ingeniería, María siempre priorizó mantener a la familia cerca. “En los momentos claves de la vida, cuando tuvo distintos caminos a tomar, siempre eligió el que le permitía estar con nosotras”.
Fue en ese tiempo, entre exilios y países prestados, que María les enseñó a sus hijas que podían hacer lo que quisieran. Hoy, Patricia y Paula son profesoras de matemáticas. Paula, además, es ingeniera en informática.
“Después de fallecida mi madre hice una maestría en ciencias de la computación, y la terminé motivada por lo contenta que ella hubiera estado. Su formación y su vocación influyeron en mi decisión de qué estudiar porque sobre todo me inculcó el gusto por la matemática sin que pesaran prejuicios ni miedos”, dice Paula.

Apasionada, comprometida y dedicada, María, trabajó en varias líneas de investigación, especialmente relacionadas con el aporte de soluciones para el medio ambiente y el sector productivo nacional. Durante su carrera generó más de 50 publicaciones científicas y dirigió más de 20 proyectos de investigación.
Después de tres meses en México se exilió en la Unión Soviética, donde tampoco permitió que mandaran a sus hijas a un internado, como se estilaba entonces. Allí estudió en el Instituto Mendeleev y tuvo el título de Candidato en Ciencias Técnicas. De vuelta en México, trabajó en la Universidad Nacional Autónoma como investigadora en ingeniería ambiental.
Cuando regresó a Uruguay luego de la restitución democrática, María retomó su cargo como docente en la Universidad de la República y llegó a ser profesora titular del Departamento de Ingeniería de Reactores del Instituto de Ingeniería Química, de la Facultad de Ingeniería.
“De su trayectoria docente se destaca su trabajo en proponer y ejecutar transformaciones en la educación superior, particularmente en áreas tecnológicas, con la visión de insertar a los estudiantes en sectores productivos”, sostiene al respecto María Torre.
Cada año, la Comisión de Género de la Facultad de Química rinde un homenaje a una mujer científica que haya hecho aportes a la química. En 2021 la homenajeada fue María Viñas por “su importante trayectoria como científica, como mujer y madre la cual supo superar dificultades en el camino de su vida para tener grandes logros”, dice Torre, que forma parte de la Comisión desde su creación.
María Viñas, una mujer que llevaba el pelo corto -elegante y práctico-, tenía una belleza a la que no le daba importancia, la espalda ancha, las uñas y los labios siempre pintados, una casa en la playa en la que pasaba los veranos y, sobre todo, un compromiso y una pasión por su carrera que la hicieron quebrar la historia, decir: acá estamos, acá estuvimos siempre.