Los efectos en la salud del jarabe de maíz de alta fructosa

Mujer en un supermercado. Foto: Minerva Estudio.
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EN EL SUPERMERCADO

La preocupación de los profesionales ante la presencia de este endulzante en los productos alimentarios.

A veces, en la lista de ingredientes de productos alimentarios puede haber nombres que resulten extraños. Uno de ellos es el jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), un componente que se obtiene a partir del maíz y que sirve como sustituto del azúcar. A pesar de que es muy común encontrarlo en refrescos, galletitas, yogures y cereales para desayuno, puede traer efectos perjudiciales para la salud y se recomienda “evitarlo siempre que se pueda”, señaló la nutricionista Fernanda Díaz.

De dónde viene.

“El jarabe de maíz de alta fructosa es un producto industrial, una creación del ser humano”, indicó el doctor en química e ingeniero en alimentos Gastón Ares. Según explicó, se produce transformando el almidón del maíz en fructosa, un tipo de azúcar que no se encuentra en la naturaleza de forma libre, sino siempre en la fruta, dentro del tejido vegetal.

La nutricionista Díaz contó que cuando subió el precio del azúcar, “la industria tuvo que buscar otras alternativas para que los costos de los productos no se dispararan tanto”. En este sentido, Ares expresó que no solo el proceso de obtención del JMAF suele ser más barato que el del azúcar de mesa, sino que también “la fructosa es más dulce que la sacarosa, entonces se puede utilizar menos y dar el mismo dulzor”.

A su vez, el ingeniero en alimentos mencionó que a nivel industrial es más fácil de usar que el azúcar porque “como la palabra lo indica, es un jarabe, como si fuera un almíbar”.

De hecho, Díaz aseguró que “es muy alta la presencia de este ingrediente porque tiene muchas funciones”, desde endulzar los alimentos hasta reducir su cristalización y facilitar su fermentación, entre otras.

Cómo afecta a la salud.

La fructosa es un tipo de azúcar que se absorbe de manera veloz en el cuerpo. “Si fuera una carrera, la fructosa sería la que llegaría más rápidamente a la sangre”, explicó la nutricionista Lorena Balerio. Eso puede hacer que la glucemia se dispare, lo que, a su vez, genera que la insulina se dispare “y ese estímulo mantenido en el tiempo está asociado con la prevalencia de diabetes, obesidad, hígado graso, y aumento de triglicéridos y del ácido úrico”, dijo Fernanda Díaz. Agregó que muchas personas no toleran bien la fructosa y eso puede provocar gases y dolores a nivel intestinal.

Asimismo, Balerio explicó que, como la fructosa se absorbe rápidamente, “genera el efecto adictivo de querer más y eso hace que aumente el consumo”. De esta manera, “ya no te alcanza con un mordisco de una barrita de cereal, sino que te la comés toda y también te comes otra”. Y añadió que, “por lo general, son alimentos más calóricos, entonces ahí está de nuevo la relación con la obesidad”.

La preocupación de los profesionales gira en torno al jarabe de maíz de alta fructosa y no a la fructosa que se encuentra naturalmente dentro de la fruta porque “los azúcares que están dentro del tejido vegetal se comportan diferente a nivel metabólico que los azúcares libres”, sostuvo Ares.

A su vez, el JMAF suele estar en alimentos que tienen otros ingredientes dañinos para la salud, como “grasas de tipo hidrogenadas o grasas animales que terminan siendo malas a nivel cardíaco, por ejemplo”, mencionó Balerio.

También, cuando se trata de un producto dulce, este suele tener más endulzantes aparte del JMAF: “En general, en el alimento dulce el azúcar está con muchos nombres, como melaza, sacarosa, miel, etc.”

En qué productos está.

El jarabe de maíz de alta fructosa está muy presente en la industria, tanto en productos dulces como salados. Algunos de ellos son los refrescos, cereales para desayuno, panificados, yogures, barritas de cereales y galletitas.

Según Díaz, “la recomendación es leer los ingredientes y evitar este ingrediente siempre que se pueda”. Para Balerio, si bien el JMAF “es dañino para todos”, se encuentra especialmente en productos dirigidos hacia el público infantil. “Hay patologías que antes no se veían en niños y que ahora se ven, porque están expuestos a alimentos que tienen agregados artificiales como este que generan un deterioro en la salud”, afirmó.

Asimismo, Balerio expresó que “lo que tiene este componente es que es una estrategia del marketing y la publicidad para no decirte que pusieron azúcar, pero en realidad es azúcar”. De hecho, Díaz aseguró en diálogo con El País que “hay productos que dicen ‘sin agregado de azúcares’, pero se refieren a que no tiene sacarosa y sí puede tener este jarabe”.

Según el ingeniero en alimentos, la mayoría de los refrescos en Uruguay se siguen produciendo a partir de sacarosa, mientras que en otros países como Estados Unidos la mayor parte se hace con JMAF. Igualmente, hay productos nacionales que sí lo tienen, por lo que la clave sigue siendo leer la lista de ingredientes.

Allí, este componente puede aparecer de diferentes maneras: “Solo ‘jarabe de maíz’, por la sigla ‘JMAF’, o como ‘jarabe de fructosa’ o ‘jarabe de alta fructosa’”.

El azúcar que los niños toman.

Según el informe Una mirada a la alimentación de los escolares: el primer paso para comer mejor (2020), publicado por UNICEF Uruguay, los niños en nuestro país toman en promedio un vaso de refresco por día. “Con frecuencia, estas bebidas contienen jarabe de maíz alto en fructosa, que tiene un elevado poder endulzante y resulta aún más dañina para la salud que el azúcar”, dice el informe.

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