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Alma Fuerte: las bicicletas como una obra de arte

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Las bicicletas de Alma Fuerte. Foto: Leticia Alonso

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Un arquitecto uruguayo convirtió su hobby por la restauración de bicicletas en una exposición de lo que son piezas únicas.

Francisco Di Salvo es arquitecto y, aunque no suele andar en bicicleta, su hobby es restaurarlas y convertirlas en verdaderas obras de arte. El pasado miércoles 24 de noviembre presentó Alma Fuerte, su colección de bicis recicladas en una exposición que incluyó la presentación de un libro y fotografías tomadas por Jimena Tripodi en el restaurant Burdeos de El Pinar.

Restaurar una bicicleta vieja o antigua no es una tarea sencilla: como mínimo le toma dos años y las piezas vienen de Estados Unidos, Italia y lo que se encuentra en las distintas ferias de Uruguay.

Para él, las bicicletas son un elemento “estético y lindo”. Además, considera que se trata de un objeto atemporal, que desde 1800 hasta el presente las bicicletas son universales, no distinguen créditos, estratos sociales, países, idiomas o religiones.

“La primera vez que restauré una bicicleta fue en 2013 por un amigo que estaba en eso; había comprado un lote de bicicletas y un día fui a la casa y me colgué”, contó Di Salvo al diario El País.

Los primeros modelos fueron para familia y amigos, el resto quedaba en su colección personal. Sin embargo, este año se dio cuenta que debía empezar a venderlas porque ya había acumulado demasiadas.

“Nunca vendí una bici hasta ahora. Porque me llevan tiempo, cada una tiene su historia. Sin embargo, pasé las 20 y, bueno, caí en la cuenta que era hora de empezar a darles una nueva vida. Aunque me costó desprenderme de cada una de ellas”, explicó.

Sin embargo, las bicicletas tienen costos que varían de los US$600 a los US$3.500, dependiendo de cuán antiguas sean o si están hechas con piezas originales. Además, descarta por completo la posibilidad de trabajar por encargo: “No quiero tener la presión de cumplir”, sostuvo.

Junto con las bicis hizo un catálogo y un libro que lleva el título de su colección de bicicletas: “Alma Fuerte”. La publicación se la dedicó a sus padres, porque según cuenta ellos son su “alma fuerte” y allí recogió las frases que sus progenitores siempre le dijeron.

En las páginas de ese ejemplar, también, se relatan las historias de cada bicicleta en la que trabajó, sus características y el vínculo afectivo que desarrolló con los modelos. “Francisco”, que fue la primera que hizo es una de sus preferidas, asegura.

Di salvo se implica tanto, que cada uno de sus modelos refiere a una persona o hecho en especia vinculado con el objeto en cuestión: “Una de las últimas que hice se llama ‘Via’ porque mi amiga Valentina Viana la vio y me dijo cómo pintarla y así pasa con casi todas”, sostuvo.

Francisco Di Salvo junto a sus padres y hermano. Foto: Leticia Alonso
Francisco Di Salvo junto a sus padres y hermano. Foto: Leticia Alonso

La restauración.

Di Salvo se involucra mucho en el proceso de restauración de cada pieza y eso las convierte en únicas.

Según detalló cada una de sus bicicletas son pensadas y craneadas con mucho tiempo, desde los colores a las piezas que elegirá. Luego las desarma y trabaja por tramos en recuperarlas. El trabajo depende el tiempo disponible, sigue siendo un hobbie para él, pero nunca una bici llevará menos de dos meses.

“Muchas cosas las consigo en internet y otras en la feria. Con todos los años que he ido investigado conseguí proveedores. Por ejemplo tengo unos chicos en Buenos Aires que hacen los asientos, los puños y las cintas. De Estados Unidos traigo algunas mallas; di con una gente en Italia que fabrica aros, manubrios y pedales de madera. Es como de todas partes”, reveló.

Las bicicletas de Alma Fuerte. Foto: Leticia Alonso
Detalle de asiento de bicicletas de Alma Fuerte. Foto: Leticia Alonso

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