Última carta de Fernando Peña

As en la manga. Se editó "A qué no te animás a leer esto", publicación póstuma del actor

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CARLOS REYES

Fernando Peña sigue provocando luego de haber fallecido. Quien lo conoció sabe que no es algo raro en él. Ahora, como un as en la manga, se editó "A qué no te animás a leer esto", un conjunto de notas periodísticas del polifacético artista.

Sudamericana lanzó al mercado un entretenido libro de más de 400 páginas que contiene decenas y decenas de columnas periodísticas que fueron dadas a conocer por primera vez en el diario Crítica. Si bien su título es descaradamente (e ingenuamente) provocador, su contenido va más allá de eso, afortunadamente.

Para quienes siguieron la carrera actoral del artista, este libro permite conocer más a fondo la personalidad de ese ser complejo, que más allá de los gustos personales, dejó una huella en la radio y los escenarios de su país y de este lado del río.

Sus columnas, breves, que se leen rápidamente, lo pintan de cuerpo entero, abriendo juicio (a veces demasiado rápido, él era así) sobre todos los asuntos que lo rodeaban y atormentaban, empezando por la muerte, y siguiendo por la cobardía, la hipocresía, el cholulismo y la mentira, más una larga lista.

En sus consideraciones se mezclan conceptos de todo calibre, desde los atinados hasta los disparatados, desde los injustos pero graciosos hasta los obvios y poco jugosos. En eso sus escritos reflejan con nitidez a aquel hombre que tantas veces hizo equilibrio en el filo de la originalidad y el lugar común.

Pero más que en sus juicios de valor, es en sus observaciones directas de la realidad donde sus notas cobran mayor color y más interés. Observador agudo (aunque a veces su verborragia e histrionismo parecían indicar lo contrario), Peña había logrado desarrollar una buena escritura periodística, en la que afinaba en lápiz para hablar de ese collage gigantesco que es Buenos Aires.

Las vecinas de barrio, la calle y sus locuras, los taximetristas, los edificios y sus miles de balcones, son recreados en frases precisas que hablan de un conocedor de la ciudad y su gente, pese a que él era uruguayo y siempre reafirmó su condición de oriental.

Más interesantes que sus reflexiones sobre la psicología humana, la infidelidad o el desprecio, las mejores columnas son las que se centran en esos aspectos urbanos, retomando una vieja tradición periodística muy rica a ambos lados del Plata. La descripción de un velorio, o la dinámica de una confitería, son algunos de los tramos más desopilantes de este desigual material.

La muerte de Peña, el año pasado, fue además de una pérdida en sí misma, la prueba de fuego del valor artístico de su trabajo. Y el actor la salvó ampliamente. Como ha ocurrido con tantos artistas, su fallecimiento le dio su verdadera dimensión. Y estas crónicas son una prueba más en ese sentido, puesto que rescatan tanto su humor como su ojo afinado.

Obviamente, el libro le va a interesar mucho más a los admiradores de este polémico artista uruguayo que a quienes prefirieron permanecer al margen de lo que hizo. Pero incluso estos últimos encontrarán en él inteligentes apuntes sobre Buenos Aires y su gente, propios de un hombre que vivió de primera mano muchos de los rincones y secretos de esa gran ciudad. En definitiva, esta última gran aparición pública de Peña también merece un aplauso de pie.

El reclamo de un gran provocador

Desde las referencias a alguna escandalosa figura de la farándula hasta el ambiente de los hoteles cinco estrella, Fernando Peña describe e interpreta los más variados aspectos del mundo que lo rodeó. En una de sus columnas, titulada La peste uruguaya, ofrece un interesante reclamo. "Montevideo es tranquila, lenta, perdida, nostálgica, apolillada, quieta, humilde, mansa, serena, tradicional, costumbrista, bien pensada, inocente, sana. Buenos Aires es todo lo contrario, y no está mal. No hablo de bienes y de males. Hablo de preservar, hablo de saber apreciar y querer desde lejos, sabiendo que lo lindo de eso es que no se vive ahí. Es como un amante, cuando se muda se convierte en otra cosa, en otra definición. Hablo de no convertirnos en doctores Frankenstein o Mengeles. Hablo de no querer cambiar las cosas a nuestro capricho. Hablo de mantener. Buenos Aires es y Montevideo es. ¿Por qué hacer de Montevideo otra Buenos Aires?"

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