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La historia de Carmen Roza, la "abuela poeta" de la televisión: "'Pone Play' me salvó la vida"

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Carmen Roza. Foto: Francisco Flores

PERFIL

Hizo piano, declamación, fue maestra, estudió psicología y dice no ser tan buena como su personaje en el programa de entretenimientos de La Tele

En los planes de Carmen Roza, no estaba trabajar en la televisión, sin embargo dice que todo lo que ha hecho en su vida sirvió para que hoy esté en Poné Play (lunes y miércoles a las 21.15 por La Tele). Es que la segunda temporada del programa que conduce Tío Aldo vino con novedades. Además de algunos juegos nuevos, llegó Carmen, quien interpreta a “La abuela poeta”. Ella es la que, sentada en el sillón que alguna vez utilizó el comediante Alejandro Trotta y con la camisa que usaba Cacho de la Cruz para hacer de Chichita, lee letras de canciones con voz dulce como si fueran poesías, mientras los participantes intentan adivinar de qué canción se trata.

“Ahora en la calle tengo que comportarme, no puedo andar portándome mal”, dice entre risas Carmen, quien recibe a El País en la casa de su hermana ya que la suya, dice, es un caos porque está en plena mudanza.

Carmen Roza. Foto: Francisco Flores
Carmen Roza. Foto: Francisco Flores

“Aprendí a divertirme, aunque eso me lo enseñaron los niños gracias a los años de trabajo”, dice. A sus 75 años, Roza tiene una vitalidad asombrosa y parece más joven que la “ancianita” que interpreta en la televisión.

Eso de que estuvo toda su vida preparándose para este personaje se debe a que hizo piano, ballet, inglés, arte dramático para veteranos (“lo más divino era estar sobre un escenario, sintiendo el olor a telón”, dice), fue maestra por más de 30 años hasta que sintió que era la hora de retirarse; y ya de grande estudió y se recibió de psicóloga.

Antes de todo eso, cuando tenía 10 años le había dicho a su madre que quería aprender a recitar. Y pese a su disfonía, tomó cursos, ya que la poesía siempre le encantó. Escribió un libro de cuentos para sus tres nietos, que le publicaron unos familiares y que le gusta regalar. Y todo ese conocimiento lo transmite en el programa.

A Poné Play llegó de casualidad, por un casting del que se enteró por su hijo que trabaja como técnico en el canal. Una de sus nietas la ayudó a grabarse, leyendo “Tusa”. No entendía la letra pero “leí, mandé y quedé”, resume.

En el programa muestra una imagen de abuelita dulce “pero soy mala también y hago cosas feas. Parezco la abuelita linda, pero nada más”, dice riendo. Y desde que apareció, el personaje se convirtió en todo un éxito como lo demuestran los más de 4.000 seguidores en Instagram. Ella dice no entender mucho de eso, pero la divierte. Y la fama también se extendió a la calle, donde la reconocen incluso estando de tapabocas y con una máscara de acrílico.

Y más allá de los saludos y las felicitaciones que recibe, lo que le llama la atención es que la gente cree que ella se sabe las canciones que recita. Algunas las conoce, muchas no, y otras le parecen horribles.

A medida que se fueron grabando los programas, entendió que tenía que recitar de manera tal que no se parezca a como suena la canción, para que no se dan cuenta enseguida. “Entonces hago trampitas, poniendo una pausa donde no va o con el ritmo cambiado. Eso me gusta, me siento en la mía”.

Más allá de la alegría por aparecer en televisión y convertirse en la abuela famosa de sus nietos y sobrinos, Roza dice: “Poné Play me salvó la vida. Gracias al programa me operé del ojo, porque tengo que leer bien. Y estoy vieja, pero si me pudiera sacar algunos años, sería otra cosa”.

También le dio energía y cercanía con la gente. Pero sobre todo, Poné Play le permitió conectarse con sus nietos quienes la ayudan con las canciones. “Ellos son mi regalo, porque plata no tengo”, dice Carmen, la abuela poeta que a los 75 se hizo famosa.

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