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Regreso al teatro con fama de cine

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César Troncoso

Entrevista a César Troncoso

El reconocido actor se prepara para volver al teatro con una comedia dirigida por Mario Morgan

Empezó haciendo teatro en boliches (con el histórico dúo Suárez y Troncoso), y luego se fue incorporando cada vez más al circuito teatral céntrico. Poco a poco el cine le fue demandando más tiempo, desde que en 2003 hizo El viaje hacia el mar y luego protagonizó en 2007 El baño del Papa. Desde entonces emprendió una exitosa carrera audiovisual fuera de fronteras, con fuerte presencia en Brasil. Ahora, César Troncoso se prepara para ensayar una obra teatral, que le permitirá volver al teatro montevideano integrando un interesante elenco.

Se trata de Nuestras mujeres, comedia de Éric Assous (Premio Moliere en Francia), que fue estrenada en 2013 con las actuaciones de Jean Reno, Daniel Auteuil y Richard Berry, quien luego dirigió la película en 2015, basado en la obra teatral. La versión uruguaya contará con dirección de Mario Morgan, y el elenco lo completan Franklin Rodríguez y Diego Delgrossi. El título abrirá la temporada del Teatro del Notariado, y su estreno está previsto para el jueves 11 de enero.

“Yo quería trabajar con elenco. Esta bueno hacer unipersonales, como el que hice de Marx in Soho: es lindo el desafío, y negociás más claro que hacés lo que deseas. Pero laburar con elenco es otro encanto, incluso para el público. Hacía tiempo que no hacía nada con elenco, sobre todo porque cuando empecé a trabajar en el exterior, integrar un elenco era una complicación, para mí y para el resto de los actores. No podes clavar a la gente porque te salga algo mejor. Y tampoco quería perderme oportunidades que me interesaban. Y hay cosas que no te podés perder”, explicó a El País el actor, protagonista también de la película Ojos de madera, de Roberto Suárez, que se estrena el próximo jueves 26.

Troncoso es un actor que da tanto en cine como en teatro una naturalidad muy convincente, y capaz de infundir a sus personajes hondura psicológica. En el caso de Nuestras mujeres integrará una barra de amigos, que una vez por semana se reúne a jugar a las cartas. Pero un imprevisto en la rutina pondrá a prueba una amistad que parecía muy sólida. “El teatro acá está en un momento espectacular, como yo no recuerdo antes, con artistas saliendo mucho al exterior. No recuerdo que se haya viajado tanto con el teatro uruguayo. Antes el teatro uruguayo era más local. Y eso también tiene que ver con la capacidad de gestión. Pero también pienso que el teatro aquel de 30 años atrás fue la semilla que hizo que esto exista hoy”, reflexiona el intérprete.

-¿Sentís que el cine te apartó del teatro?
-No tanto el cine, sino tener que trabajar en el exterior. Me acuerdo que me pasó de estar trabajando en la obra de teatro El método Gronholm, y a la vez en la película XXY, en Piriápolis: y me volvía el viernes para las funciones en Teatro Movie. Se pueden hacer convivir. Cuando hice la película El Pampero, con Julio Chávez, y él tenía momentos que se tenía que ir a la función. El problema es cuando laburás en el país de al lado. En ese sentido sí, el audiovisual ha conspirado contra mi actividad en teatro. Ahora, en este último semestre no tenía tanta cosa, y pude volver a pensar en trabajar en teatro. Son dos palos distintos y está bueno curtir los dos, y disfrutarlos.
-¿Y ahora qué planes tenés a futuro?
-Tengo proyectos firmados, estoy comprometido con la primera película de Gerardo Minutti. Tengo alguna cosita en Brasil para el año próximo, en San Pablo, pero depende de los fondos. También me hablaron de una miniserie brasileña, que una parte se podría filmar aquí en Uruguay. El tema con el cine es que yo te puedo decir que tengo seis cosas, y de pronto no tengo ninguna. Tengo seis, siete proyectos plausibles de salir, si aparece la guita. Pero en realidad siempre es un misterio.

-Hace unos meses se estrenó Otra historia del mundo, de Guillermo Casanova, que tú protagonizás. ¿Te parece que la película tiene como un código de humor medio serio? ¿Cómo ves ese registro?
-Sí, a mí en general me parece que el cine uruguayo es bastante más comedia que lo que la gente piensa. Empezando por Whisky, que para mí es una comedia, más allá de la construcción de los personajes. Y Casanova tiene también de esas cosas. Cuando tenés en una película a Roberto Suárez, a Néstor Guzzini, a Gustaf y a mí: nosotros cuatro juntos, la suma de los cuatro da una química que tiene un tono. Por más que yo he hecho papeles dramáticos. O sea que la propia selección que hizo Guillermo de los actores, habla de para dónde se dispara la película. Claro que había una voluntad de no hacer una película dramática. Es una película con un ojo puesto en el espectador, y en la capacidad de ser amable con él. Pero no es una película cómica en la que los actores trabajamos de cómicos. Incluso Gustaf, que es muy histriónico, está muy controlado, muy justo en su personaje.
-Y El candidato, de Daniel Hendler, también tiene como ese código serio de humor.
-Sí, claro, es el humor a pesar de uno. Es humorístico porque lo estás mirando de afuera. El espectador se coloca como por fuera de la situación. Tal vez la situación en sí misma no sería nada humorística, si el espectador la estuviese viviendo. Yo trabajé en las dos películas de Hendler como director, y es un tipo que tiene las cosas muy claras. Llega con las cosas muy sabidas, con su color de película ya en la cabeza, digamos. Y que él sea actor facilita mucho las cosas. Sabe pedirte como actor, y me dio la sensación cuando trabajé en sus películas que me pidió trabajar sobre zonas de actuación que no manejo habitualmente. Y tiene además un mundo propio, se nota que está su mano detrás de sus películas.

-Vos que trabajas tanto en el exterior, ¿dónde sentís que hay mejores técnicos y mejor producción?
-Creo que en todos lados está muy bien, no cambian mucho los modos de hacer una película de un lugar a otro. Obviamente si comparás con Estudios Globo, yo no conozco otra cosa que se parezca a eso. Por la infraestructura que tiene. Ellos tienen un modo de trabajo, que casi todo se resuelve dentro de los propios estudios: y tiene ciudades escenográficas, y si necesitan salir al exterior, salen. Tiene la infraestructura para salir al exterior al país que necesitan, para dar el color y el tono de lo que será la novela. Hay dinero, pero también hay una noción de que eso los presenta al mundo. Como Argentina, que se dio cuenta que su cine los presentaba al mundo. Y Brasil sabe lo mismo, con respecto a sus telenovelas.
-A nivel internacional, no es lo mismo ser un actor uruguayo que argentino…
-Yo soy un actor, que más allá de mis talentos, o mis capacidades, no te sumo un mercado interesante. Tengo al Uruguay, con tres millones de personas. Más allá de calidades, y no me estoy comparando con él, pero Ricardo Darín tiene 40 millones de potenciales espectadores en su país, más todos los que ha generado en el mundo. Eso hace diferencias en el modo en que el cine se puede presentar. Y el cine argentino tiene la conciencia de que es un cine que muestra un país. Los tipos han transformado su cine en una marca país. Cosa que nosotros en Uruguay no hemos hecho. El cine uruguayo tiene con que. El asunto es que necesita apoyos que muchas veces son difíciles de conseguir, por el tamaño del país.

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