Sydney Pollack deja detrás suyo cincuenta años en las películas

Respetado. Su muerte por cáncer despertó gran cantidad de reacciones

MATIAS CASTRO

Una semblanza periodística decía ayer que Sydney Pollack era "uno de los últimos grandes directores románticos". Su fallecimiento el lunes a los 73 años tal vez hizo ver su carrera a la luz de mayor cariño que la que recibía siempre.

Con Tootsie (1982) y África Mía (1985) se ganó un lugar en el mundo del cine y figuró, durante algún tiempo, como uno de los más prometedores directores de Hollywood. Sin embargo su carrera siguió otros derroteros y en sus posteriores películas nunca logró atraer tanta atención ni respeto. África mía se llevó siete premios Oscar en su momento, incluidos el de Mejor Película y Mejor Director. La otra no llegó tan lejos, aunque tuvo nueve nominaciones y Jessica Lange se llevó el premio a Mejor Actriz de Reparto.

Pollack era más bien una cara conocida para cualquiera que no sea cinéfilo, ya que trabajaba habitualmente como actor en roles protagónicos o coprotagónicos. No muchas semanas atrás todavía se lo podía ver en la cartelera de cine montevideana en un papel secundario en Michael Clayton. En la televisión, durante este último año, actuó brevemente en algún capítulo de Los Soprano y en Entourage. Probablemente cualquiera lo recuerde como el siniestro amigo de Tom Cruise en Ojos bien cerrados, de Stanley Kubrick, aconsejándole no meterse en problemas.

A pesar de que su larga carrera no lo llevó a hacer películas tan importantes como se esperaba dos décadas atrás, Pollack imponía respeto. El Instituto de Cine de Cuba, por ejemplo, emitió un comunicado en el que decía que "Con su muerte, el cine norteamericano y mundial pierde a una gran figura, un reconocido director y productor que, con su quehacer, marcó grandes momentos del cine de nuestros días... hombre de ideas progresistas, Pollack se enroló más de una vez con ideas y causas justas. Conoció el cine cubano y mantuvo una cercana amistad con el realizador cubano Tomás Gutiérrez Alea".

Claro que los grandes actores del cine de Hollywood estuvieron bajo su batuta: Robert Redford (en siete películas), Paul Newman, Meryl Streep, Barbara Streisand, Dustin Hoffman, Harrison Ford y hasta Tom Cruise. Esta habilidad para escoger a intérpretes de peso y llevar las riendas también le sirvió a la hora de producir al menos once películas.

Su nombre se instaló en Hollywood en la década del setenta, gracias a films como Baile de Ilusiones (1969, su mejor trabajo, según buena parte de la crítica), La ley del talión (1972) y Nuestros años felices (1973). De hecho en este último año fue elegido como integrante del jurado del festival de cine de Cannes, honor que no le cabe a cualquiera y que consagra a realizadores cuya obra está marcando nuevos rumbos. Una década después, en 1985, lo presidió. Al mismo tiempo vinieron las nominaciones y los premios Oscar de África mía y de Tootsie, en la siguiente década. Pero el quiebre ocurrió en 1990, según reseñan los expertos en su obra.

Havana, protagonizada por Robert Redford, fue un gran fracaso comercial y un golpe del que no se repuso del todo. Ahí pasó a dedicarse a la producción, con lo que se hizo responsable de algunas buenas películas, pero no de grandes obras. Tuvo éxito produciendo Fachada, con Tom Cruise sobre bestseller de John Grisham, pero ese fue probablemente, su punto más alto en cuanto a lo económico.

Si su carrera en el cine se extendió a lo largo de casi cincuenta años, su matrimonio con Claire Griswold cumpliría las cinco décadas este año. Con ella tuvo tres hijos, uno de los cuales falleció en 1993, cosa que lo alejó del cine por un corto período. Al comienzo de su carrera el actor de Maridos y esposas de Woody Allen, se dedicó seriamente a la actuación, estudiando en The Neighborhood Playhouse, una escuela de teatro de Nueva York. Allí terminó dando clases y conoció a Claire Griswold.

Su estreno en la actuación para el cine fue en la película El que mató por placer (War hunt), de 1961. En este trabajo, bajo la dirección de Denis Sanders, compartió cartel con Robert Redford, otro actor que, al igual que él, también se dedicó a la dirección. No en vano ambos desarrollaron una extensa amistad. Pollack lo dirigió, por ejemplo, en Una mujer sin horizonte, La ley del talión, Nuestros días felices, Los tres días del cóndor, El jinete eléctrico y África mía. Havana fue su último trabajo juntos, en 1990.

Un aspecto que comúnmente se señalaba, y que se relacionaba con lo que el público no podía ver directamente aunque sí percibía, era su gran capacidad para dirigir a los actores. Su doble condición de actor vocacional y director le daban un conocimiento que lo diferenciaba de otros directores, lo acercaba a sus intérpretes y también le hicieron acertar en la elección de las personas que elegía.

Su último trabajo como actor no pasará a la historia. Aparece como secundario en la comedia Made of honor, que se estrenó hace poco en Estados Unidos y que en poco tiempo llegará a Uruguay. En ella interpreta al padre de Patrick Dempsey. El resto de su obra, afortunadamente, fue bastante más lejos.

Detrás queda un director comprometido, que no necesitó convertirse en una estrella para lograr un lugar importante y ganarse el respeto de sus colegas. Entusiasmado y desmedido como siempre, Tom Cruise, que conoció a Pollack en la posproducción de Tootsie, dijo que era "un verdadero hombre del renacimiento".

Director recordado entre amigos y colegas actores

Pollack dejó una marca en muchos de los actores con los que trabajó, ya sea peleado o amigado. Dustin Hoffman no tuvo una buena relación con él en Tootsie, cosa que, según los que mejor conocen de la tirante relación entre ellos, se refleja en las escenas en que sus personajes deben discutir ante cámaras.

En el otro extremo queda Robert Redford, que en la despedida este lunes recordó la larga relación que tenían. "Mi relación con Sydney tanto profesional como personal abarca 40 años. Es demasiado personal como para decirlo en dos palabras", dijo. También George Clooney lo recordó con afecto y mucho respeto por su obra y su carácter a la hora de trabajar.

"Un hombre alto, apuesto y carismático, era un director con el que la mayoría de los actores amaba trabajar, porque cuando les hablaba de actuación sabía de qué estaba hablando", escribió el crítico Roger Ebert.

Dos claves de una larga lista de películas

Baile de ilusiones

1969

Basada en la novela Acaso no matan a los caballos de Horace McCoy, fue el film que cimentó la fama de Pollack. Trata sobre una dura competencia de baile durante la depresión económica. La protagonista es Jane Fonda y la recepción de la crítica no pudo ser más calurosa. Pollack se ganó un lugar con esta.

La intérprete

2005

Pollack se despidió de su oficio de director de cine poniendo ante su cámara nada menos que a Sean Penn y a Nicole Kidman. Trata sobre una intérprete de las Naciones Unidas que es investigada por un agente tras un asesinato. La película tiene personajes ficticios aunque mantiene alguna relación con la realidad.

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