Uno de los fenómenos más llamativos en el panorama internacional de los últimos años ha sido la afirmación y difusión del cine del Extremo Oriente. Japón era, si se quiere, un viejo conocido desde los años cincuenta, con las películas de Kurosawa o Kobayashi y, por otras razones, de Godzilla y amigos, pero la imposición de cines como el coreano, el chino o el taiwanés son fenómenos más recientes.
De Hong Kong llega al festival (aunque se trata en realidad de una coproducción en la que también intervinieron capitales británicos, de Tailandia y Singapur) El ojo, película de terror fantástico y psicológico acerca de una joven que recibe un trasplante de córnea y adquiere facultades que antes no tenía: puede ver fantasmas, y no todos son amistosos. El film se ubica en el contexto del "boom" del cine de terror oriental, del que constituyen ejemplos recientes films como Ringu y sus varias secuelas e imitaciones orientales y occidentales, la serie de The Grudge o la inminente Dark Waters del brasileño Walter Salles, que también se basa en un cuento de fantasmas oriental.
De China continental viene en cambio 17 años de Zhang Yuan, un representante de la que ya puede llamarse la "sexta generación" china, los realizadores posteriores a la primera generación "post Mao" (Zhang Yimou, Chen Kaige, Xie Fei) que hizo la fama internacional del cine del ex-Celeste Imperio luego de demasiados años de censura. La censura ha vuelto a China en los últimos años (la mayor parte de los cineastas más inquietos han sido domesticados, o han recibido "la patada hacia arriba": convertirse en productores pero dejar de hacer un cine propio) pero sigue habiendo gente inquieta: 17 años, sin ir más lejos, cuenta la historia de una mujer que sale de la cárcel donde ha purgado una pena por homicidio e intenta rehacer su vida. El film se propone como una vistazo crítico a la sociedad china de hoy y sus cambios.