Soplan más vientos de esperanza

| Tras un 2005 bajo en taquilla, se anuncian buenas noticias para el cine uruguayo

LA CASCARA. Carlos Ameglio, el director, junto al operador de steadycam, el director de fotografía y la continuista. 200x146
LA CASCARA. Carlos Ameglio, el director, junto al operador de steadycam, el director de fotografía y la continuista.

MATIAS CASTRO

Las películas uruguayas parecen seguir nuevos rumbos. Tras diez años del premio Fona (Fondo Nacional del Audiovisual), ocho del concurso de coproducciones Ibermedia, huelgas, suspensión temporal de algunos premios, los productores y directores han encontrado diversas puertas para golpear. Esta semana se está filmando La cáscara, película de Carlos Ameglio financiada sólo por privados. Beatriz Flores Silva está preparando el rodaje de su tercera película uruguaya, Polvo nuestro que estás en los cielos, aspirando a ser la más cara de las rodadas aquí. Próximamente se estrenará La perrera, primer largometraje de Manuel Nieto, el de Nico y Parker, realizada por fuera del premio anual del Fona y que acaba de ganar un importante premio en Rotterdam. También se estrenará Orlando Vargas, película de Juan Pittaluga, coproducción uruguayo francesa donde no participaron fondos del concurso de la Intendencia capitalina.

Ayer se abrió la 18ª edición del Festival de Cines de América Latina en Toulouse, Francia. Allí compiten dos películas nacionales en distintas categorías, La Perrera y Cerca de las nubes, el documental de Aldo Garay. Esta última clausurará en función especial el próximo festival de cine de Cinemateca.

La película de Carlos Ameglio, La cáscara, está ahora en pleno rodaje y seguirá hasta el 28 de abril. Mariana Secco, la productora, afirma que la película estaría terminada en agosto y podría tener su estreno local a comienzos de 2007. Todavía no se adelanta el presupuesto final de la película porque está en pleno rodaje y porque hay algunas chances de coproducción con Argentina.

El equipo tiene integrantes de varias nacionalidades. El protagonista es el argentino Juan Manuel Alaris, que con 25 años está trabajando también en la nueva tira de Natalia Oreiro. El operador de steadycam y el sonidista son españoles. El director de fotografía es el argentino Juan Carlos Lenardi, que trabajó en El caso María Soledad y Papá es un ídolo. El director Carlos Ameglio es un reconocido publicista que en 1994 filmó el mediometraje El hombre de Walter, con Gustavo Escanlar de protagonista.

La historia comienza cuando un creativo publicitario muere mientras trabaja en la idea para el lanzamiento de un fuerte antigripal. De ahí en adelante, Pedro, su compañero de trabajo, se dedica a buscar los apuntes en los que su amigo trabajaba para armar esa campaña publicitaria. En este proceso, termina usurpando su lugar pero cada vez más lejos de la idea de su amigo. Al mismo tiempo traba una relación con un niño de la calle, que lo irá guiando sin saberlo, hacia una idea propia.

Más ambicioso en cuanto a despliegue es el proyecto de Beatriz Flores Silva. El rodaje de Polvo nuestro que estás en los cielos se iba a iniciar a principios de abril, pero debió ser pospuesto para junio. La directora, que previamente había filmado En la puta vida, la película uruguaya más cara y más taquillera, contó que uno de los principales desafíos que se les presenta es el trabajo de efectos especiales. El requerimiento principal es una iglesia que funge como escenario de fondo. Inicialmente se iba a solucionar con una pantalla verde y una sobreimpresión digital. Al final este procedimiento les resultaba más costoso que hacerlo con una escenografía realizada por técnicos nacionales. "El guión transcurre en una doble casa separada que se va reformando a lo largo de la película. Junto a esa casa está la iglesia. Visité varias casas y no encontré ninguna con esas características", contó.

La protagonista, Masángeles, tiene siete años y debe mudarse con una familia "de neuróticos" en los tiempos previos al golpe de Estado de 1973. Para Flores Silva, este proyecto va un poco más allá de contar una historia. "La película termina con el comienzo de la dictadura, y de alguna manera pretende ser una metáfora de lo que ocurrió con el país". El guión, que es de su autoría y que para su realización requirió de una coproducción entre Venezuela, España, Uruguay, Holanda, Suiza y Bélgica, fue desarrollado por la directora en el Maurits Binger Film Institute en Amsterdam. Allí permaneció casi un año perfeccionándolo y haciendo ensayos de dirección.

FUTURO. El año pasado, los resultados de taquilla de Ruido, Alma Mater y A Dios Momo cambiaron la pisada con respecto a los años anteriores. El público no acompaña las películas sólo por el hecho de que sean uruguayas, sino que a esta altura se puede dar el lujo de elegir cuáles ver. Esta situación, si bien complica el escenario, habla también de cierta evolución en el público y puede insinuar que las películas uruguayas ya no son percibidas como algo excepcional, sino como un hecho casi anual. Los mismos directores y productores apuntan a que hacer cine no sea algo excepcional, sino que se convierta en un trabajo estable.

Fernando Epstein, productor ejecutivo de La perrera, parece consciente de esto. Su película surgió en una etapa en que la convocatoria al concurso anual del Fona estaba suspendida, por lo que los recursos surgieron de otros fondos. Este primer largo de Manuel Nieto será estrenado comercialmente antes de que termine el primer semestre, y otra vez como muestra del aprendizaje de estos años, será el mismo productor el que se encargue de la distribución.

Otro estreno esperado para este año, es Orlando Vargas, la opera prima de Juan Pittaluga. Coproducida por la empresa Laroux Cine, que está también asociada a la película de Flores Silva, fue sustancialmente apoyada por la productora francesa Gemini Films. A pesar de haber sido rodada por entero en Uruguay, los protagonistas son el francés Aurelien Recoing, que trabajó en El empleo del tiempo, y la rumana Elina Lowensohn, que actuó en La lista de Schindler. Rodada entre mayo y junio de 2004 trata sobre un hombre que desaparece misteriosamente tras recibir presiones "del poder".

Para setiembre la productora Elena Roux anuncia el estreno de El baño del Papa, dirigida por Enrique Fernández, guionista de Otario, y César Charlone, director de fotografía de Ciudad de Dios y de El jardinero fiel. Esta película es una coproducción entre Uruguay, Francia y Brasil, que arrancó ganando el premio Fona en 2002.

La historia se ubica en 1988 cuando se anunciaba que Juan Pablo II visitaría Melo revolucionando a los habitantes del lugar. Los habitantes más humildes de la ciudad creyeron que su vida podría cambiar a base de vender comida y bebida. Beto, un contrabandista en bicicleta, opta por construir un baño público en la puerta de su casa, especulando con las necesidades fisiológicas de la multitud esperada. Finalmente van unas 8 mil personas, seis veces menos de lo esperado, y solo una anciana usa el baño.

Entre su primer premio y su estreno, pasaron cuatro años para que se pudiera ver. A eso hay que sumarle el tiempo previo que los directores emplearon en escribir la historia. Pittaluga, por su lado, demoró cinco años en escribir su guión para Orlando Vargas. El rodaje, que fue en los primeros días del año pasado, y el estreno este año, redondean un proyecto que tardó por lo menos seis años en llegar a la pantalla. La cáscara comenzó a escribirse a mediados de 2004, con lo cual ha sido un trabajo ejecutado casi en tiempo récord, como excepción a los demás. El camino es azaroso, sigue siendo difícil, pero parece haberse ampliado.

Y todavía hay varios proyectos en carpeta y marchando

Muchos proyectos están en camino. La última edición del premio Fona convocó a 37 proyectos, de los cuales se eligieron tres ganadores: El cuarto de Leo, de Enrique Buchichio, El fin del mundo, de Inés Bortagaray y Adrián Biniez, y como documental ganó El sonido del silencio, de Virginia Martínez.

Pero hay otros ejemplos de ideas que están en proceso. Natacha López, de Lavorágine Films(El viaje hacia el mar y Ruido), tiene en sus manos varios proyectos. Uno se llama Flacas vacas, de Santiago Svirsky, que fue asistente de dirección en esas dos películas. El guión es de Verónica Perrota, la protagonista de La espera, y para su desarrollo ya se dio el primer paso con el armado de una coproducción con la empresa argentina Morocha Films.

López tiene además Ojos de madera, un guión de Roberto Suárez, que dirigiría él mismo y que ya ganó el Fona en 2004, además de haber entrado en el programa de desarrollo de Ibermedia. Es una película de terror sicológico protagonizada por un niño del que no se sabe en ningún momento si está en una pesadilla, si está loco o si está en el mundo real.

El tercer proyecto es Alivio de luto, adaptación de la novela homónima de Mario Delgado Aparaín, a cargo de Guillermo Casanova, director de El viaje hacia el mar. Este guión tiene un premio al desarrollo de Ibermedia y un elenco integrado por César Troncoso, Roberto Suárez y Natalia Oreiro.

Laroux Cine tiene también sus propias iniciativas. Una de ellos es el documental El abuso, sobre la fuga de la cárcel de Punta Carretas, dirigido por Daniel Díaz. Para este trabajo ya tienen unas 40 horas grabadas de entrevistas.

La ruta de San Baltasar es un documental de Odair Tabárez, amparado por la misma productora y con apoyo de Unesco, que ya tiene filmado la mitad paraguaya. La idea es seguir el origen del candombe y su llegada a Paraguay a través del éxodo artiguista.

Laroux tiene también una coproducción con Canadá llamada 14 días en el paraíso. Este largo de ficción se filmaría antes de julio.

Buchichio, por su parte, prepara un nuevo corto, además de trabajar en El cuarto de Leo, largometraje por el que recibió el apoyo del fondo para el desarrollo de Ibermedia.

Por fuera de todo esto se anuncian otras dos novedades. Esteban Schroeder, director de El viñedo, estaría filmando hacia octubre o noviembre su nueva película, Matar a todos. Mientras tanto, en España, Ricardo Fernández sigue trabajando con Paisito, su guión de largometraje que estaría ambientado en Uruguay en los años 70, que recibió en octubre un premio de 50 mil euros. En este momento Ricardo Fernández está buscando un director para su historia.

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