PARÍS | ANA MARÍA ECHEVERRÍA - AFP
El director Martin Scorsese y su ahora actor favorito, Leo DiCaprio, exploran "nuevos territorios" y se sumergen en el mundo de la locura en "La isla siniestra", un `thriller` psicológico que estará en el festival de Berlín, que se abre mañana.
Esta es la cuarta colaboración de Scorsese, de 67 años, y DiCaprio, de 35, desde Pandillas de Nueva York (2002), y es la que les ha permitido "ir más lejos", declararon actor y director en una reciente rueda de prensa en París para promocionar el film, al que describieron como "un viaje emocional".
"Ya habíamos explorado algunos límites juntos, en Pandillas de Nueva York y El Aviador, afirmó Scorsese, cuyo estilo muy personal se centra en sacarle todo lo que puede a sus actores, como hizo con Robert De Niro en Taxi Driver (1976).
"Luego, en Los infiltrados (2006) nos dimos cuenta que podíamos ir más lejos", dijo Scorsese, que recibió por fin el Oscar para mejor director por el film de ese título. "Después de esa película, sabíamos que queríamos volver a trabajar juntos y empujar los límites", subrayó.
Y al leer el guión de La isla siniestra, basado en la novela de Dennis Lehane, que se sitúa en los años `50, en un isla donde se levanta un hospital psiquiátrico para criminales peligrosos, Scorsese supo que quería llevarla a la pantalla. Y claro, tenía que ser con DiCaprio, contó el director en la rueda de prensa.
"Sabíamos que llevar a la pantalla La isla siniestra, que es una novela con muchos niveles, era un verdadero desafío. Y sabíamos que podíamos explorar nuevas fronteras, rebasar los límites. Aunque no sabíamos hasta dónde llegaríamos", señaló el realizador.
DiCaprio, que comparte cartel con Ben Kingsley, Mark Ruffalo y Max von Sydow, señala que La isla siniestra ha sido uno de los trabajos más intensos, y quizá el que más retos le ha presentado.
"Al leer la novela me di cuenta que era un `thriller` psicológico con elementos de horror gótico. Pero el verdadero corazón del libro es la catarsis de un hombre", contó DiCaprio, que encarna a un agente federal que investiga la fuga de una paciente del psiquiátrico penitenciario en esa isla situada en la bahía de Boston.
"Es el viaje complejo de un hombre para afrontar sus propios fantasmas", dijo el actor, indicando que para llegar al fondo del protagonista de este `thriller` hitchcockiano debió adentrarse en el mundo de las enfermedades mentales.
"Sumirse en el sufrimiento de la gente que padece enfermedades mentales fue muy intenso", dijo DiCaprio, que se preparó para su papel viendo muchos documentales sobre enfermedades mentales y hospitales psiquiátricos.
El que más le impactó, contó, fue una película sobre un hombre que recorría Estados Unidos en un ómnibus para hacer lobotomías.
"Estábamos rodeados de enfermedades mentales cada día, rodeados de las paredes derruidas de una antigua institución mental", señaló a su vez Scorsese, que hizo que los actores vieran y revieran el oscuro film del gran cineasta Sam Fuller Delirio de pasiones ("Shock corridor", 1963).
"Esa película fue para nosotros como un mantra", dijo. "Pero es imposible alcanzar su nivel de intensidad", reconoció.
Aunque ninguno de ellos habla de proyectos futuros, esta colaboración entre Scorsese y DiCaprio, que ya es una de las más productivas del cine actual, seguramente seguirá.
"Hay un elemento de confianza. Compartimos el mismo gusto en el cine, en el arte. Y sabemos por dónde no queremos ir", dijo DiCaprio, reiterando su admiración por el cineasta.
"Scorsese sabe tanto sobre cine. No hay nada que él no haría por un film", dijo. "Y sus filmes son el camino a sus sueños", concluyó.
En busca de un estilo visual muy sugerente
Martin Scorsese ha expli-cado que uno de los desafíos al hacer La isla siniestra era encontrar el estilo visual que el oscuro clima de su película requería. La variedad de tonos emocionales (del misterio y la confusión a la furia y el pánico, físico como psicológico) recayó en el director de fotografía Bob Richardson, colaborador habitual de Scorsese y ganador de dos Oscar por El aviador y JFK, de Oliver Stone. Scorsese le pidió un empleo creativo, sinuoso y expresionista de la cámara, para generar la sensación de estarse moviendo en una asfixiante neblina de interrogantes e incertidumbres. Para determinar ese estilo, fotógrafo y director revisaron sobre todo algunos clásicos de Roman Polanski como Repulsión (1965), Cul-de-sac (1966) y El bebé de Rosemary (1968).
El otro colaborador clave de esa búsqueda fue el diseñador de producción Dante Ferreti, quien acompañó a director y fotógrafo hasta encontrar las locaciones adecuadas para la ambientación de la película. Finalmente optaron por las orillas rústicas y rocosas de Ped- docks Island, a unos 250 kilómetros de Boston. Habitada por indios americanos antes de la llegada de los europeos, la isla ha sido usada por agricultores desde mediados del siglo XVII.