CARLOS REYES
Alfaguara viene editando los mejores clásicos de la literatura regional, reuniendo en un solo volumen las mayores obras de cada autor seleccionado. Así lo hizo con Cortázar y con Onetti. Ahora, por suerte, le tocó el turno a Roberto Arlt.
El objetivo de esta serie es difundir y multiplicar el acceso a textos que muchas veces no están en el mercado, pese a ocupar un lugar indiscutible en la historia de la literatura. En el caso de Arlt, la selección de textos corrió por cuenta de Analía Capdevila, mientras que el inteligente prólogo y las notas críticas estuvieron a cargo de Ana Silvia Galán.
Surgió así Arlt fundamental, un grueso volumen de 522 páginas donde se dan cita los grandes relatos del magistral escritor porteño. El libro arranca con una seguidilla de textos autobiográficos que permiten conocer al autor de primera mano, sin intermediarios.
Le siguen fragmentos de sus novelas emblemáticas: El juguete rabioso, Los siete locos y Los lanzallamas, y El amor brujo. Después aparecen ocho cuentos maravillosos y una pieza teatral (Saverio, el cruel), para cerrar con sus entrañables Aguafuertes porteñas.
Según cuenta el narrador en uno de sus textos autobiográficos, él comenzó a ejercer su oficio a los ocho años, cuando un amigo le pidió que le escribiera un cuento a cambio de cinco pesos.
También su primer relato édito fue precoz: antes de haber cumplido 20 años ya había publicado alguna narración en la Revista popular, aunque llena de palabras altisonantes y recursos grandilocuentes. Pronto sin embargo depura su estilo a la vez que su literatura se abre hacia diversos géneros y temas, desde su fascinación por la cultura musulmana al relato fantástico.
No obstante, fue en la mirada a su propia cultura que Arlt logró algunos de sus trabajos más geniales, especialmente en sus Aguafuertes..., que publicadas en la prensa a partir de 1928 tenían por objeto elaborar una crónica diaria de actualidad.
Lógicamente que él llevó ese objetivo a un terreno mucho más fértil: la fresca observación de la vida cotidiana (que muchas veces no descartaba una profunda investigación previa) fue de la mano de agudas reflexiones sociales, todo a través de una prosa de fuerte textura literaria. Estos relatos no se limitan al ámbito porteño, ya que dedicó otros a las diversas realidades de las provincias, así como también distintos puntos de Europa, Brasil y Uruguay.
Escritos en primera persona, estos textos tienen además la gracia en el manejo del habla popular y culta, recorriendo todos los matices de las distintas jergas. Por otra parte, como sus lectores le escribían innumerables cartas (que motivaban en él nuevas columnas), los relatos ofrecen un rico diálogo con la realidad, barajando temas de la órbita pública y de la vida doméstica. Su éxito fue tal que ya en 1933 aparecieron publicadas en un libro, siendo luego producto de sucesivas antologías.
Arlt nació en 1900 y falleció relativamente joven, en 1942. Hijo del prusiano Karl Arlt y de la italiana Ekatherine Iostraibitzer, el tema de los inmigrantes se repite en su obra, describiendo una época en la que los recién llegados intentan insertarse en un medio signado por la desigualdad. Y alejándose de la literatura modernista, él plasmó con un naturalismo impregnado de humor las miserias y las grandezas de cientos de personajes impresionantes.
Considerado como el primer autor moderno de Argentina, la descendencia de su literatura fue también fértil, abarcando escritores tan distintos como Ricardo Piglia, César Aira, Roberto Bolaño y hasta el propio Cortázar, que lo consideraba su maestro. Precursor también del teatro social argentino (y de otras corrientes posteriores, como el teatro del absurdo y el existencialismo), su literatura sigue siendo una fuente inagotable, de ahí el valor superlativo de esta nueva edición.
Síntesis: Los cuentos, relatos autobiográficos, novelas y teatro revelan la genialidad del autor.