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Kairo Herrera, un multifacético conductor que dice: "A mí no me pesan mis carencias"

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Kairo Herrera. Foto: Leonardo Mainé

ENTREVISTA

El conductor habla de lo aprendido en "La mañana en casa", sus entrevistas en "Día cero" y el desafío de estar al frente de "Amamos el talento"

Tenía seis años y cuando la maestra preguntaba qué habían hecho el fin de semana, sus compañeros de escuela decían que habían ido al Parque Rodó o al estadio. “Y yo había ido a un boliche con mi padre, había ido a una parrillada y nos habíamos quedado guitarreando con los amigos hasta que no sé qué hora”, recuerda, divertido, Kairo Herrera. “Cuando dije eso la maestra llamó a mis padres para ver qué estaba pasando conmigo”. Eso, asegura, no lo afectó en nada en mi vida escolar y psicológicamente, dice, “me sirvió eso porque mi padre y mi madre, cada uno desde su lugar, me inculcaron desde chico valores muy fuertes que trato de ponerlos en la práctica todos los días de mi vida: así, siempre con mucha responsabilidad, mi padre me enseño la noche desde chico”.

Esas veladas fueron fogueando a Herrera quien con su voz grave y su impronta metalera, es hoy en una de las figuras de la televisión uruguaya. Está en tres programas de Canal 10, La mañana en casa, Día cero y desde la semana pasada, Amamos el talento. A eso hay que sumarle Viva la tarde que hace en Radio Sarandí. Lo único que Kairo Herrera quiere es que los días tengan más horas.

Kairo Herrera. Foto: Leonardo Mainé
Kairo Herrera. Foto: Leonardo Mainé

No estudió periodismo pero sí diseño gráfico, el oficio del que trabajó varios años. Y fue su voz, precisamente, lo que le abrió las puertas para entrar en la comunicación. Así, empezó haciendo avisos, luego radio hasta que llegó a la televisión. Cuando cumplió nueve años al frente de Cámara testigo hizo una pausa. “Había ido a hacer un mano a mano con María Inés Obaldía, en ese momento no estaba trabajando en televisión, sí en Sarandí, y cuando salgo de la nota me emboscan los productores del programa y me preguntaron si quería trabajar ahí”. A los tres días integraba el elenco del programa.

—¿Con tu voz grave no habías pensado antes en dedicarte a la comunicación?

—No. Siempre me habían hablado de la voz. Me descubrió el productor de jingles, Mario Gutierrez. Yo tenía 20 años y dos por tres me llamaba para algún laburo, pero nunca lo pensé como un trabajo aparte del que tuviera en aquel momento. De hecho entré en eso de pura casualidad: nunca se me pasó por la cabeza trabajar en la televisión.

Kairo presenta la nueva obra Apagón junto a Jimmy Castilhos. Estrena este jueves en Espacio Boom (Rivera 3459). Foto: Leo Mainé
Kairo Herrera. Foto: Leonardo Mainé

—¿Qué querías hacer?

—Lo que quería, muy irresponsablemente, era tocar con mi banda y llenar el Estadio Centenario. Por suerte apareció esto porque no podía llenar ni una cancha de baby futbol. Son esas cosas que uno sueña cuando es joven.

—¿Cómo te sentís haciendo La mañana en casa que tiene un formato tan familiar?

—Uno está acostumbrado a ver a una persona pública de determinada manera. Es lo que le pasa a los cómicos, que uno piensa que hacen humor todo el día. Siempre supe que era un hombre multifacético, pero las empresas para las que trabajaba no lo sabían. Cámara testigo me marcó un estilo que disfruté mucho. Fueron nueve años en un programa que estuvo hecho para mí porque soy un tipo de calle y siempre trasnoché desde que aprendí a pararme.

Kairo Herrera
Kairo Herrera. Foto: Archivo

—¿Por qué sumarte al magazine?

—Me pareció que era una posibilidad de mostrar una faceta distinta como comunicador. Me lo ofrecieron y como siempre fui muy irresponsable dije que sí. Me fui adaptando al ritmo y creo que quedaron bien establecidos las personas que están al frente. Si bien están Anita Durán, Leticia Cicero y Noelia Etcheverry, un poco la médula de eso somos Maria Inés, que es la capitana del barco, Petru y yo. Somos tres personalidades diferentes y con historias de vida totalmente distintas que se plasman en la pantalla. Es un trío que está buenísimo porque además nos llevamos bien desde el primer día.

—Con Petru Valensky hasta tenés una obra de teatro por Passline.

—Con Petru estuvimos todo el año pasado de gira y somos muy amigos y muy compinches. Es un placer laburar con él. Nos hemos cambiado en camarines con nuestro nombre en la puerta (me dio tanta gracia que hasta le saqué una foto para mis amigos), o atrás de cuatro casilleros en un club. Me gusta trabajar con gente que no tiene berretines, él es un hombre muy llano. Yo soy igual.

Kairo Herrera
Su verdadero nombre es Luis Alberto: nunca lo usa. Foto: Archivo

—En Día cero retomás un poco lo que había sido Cámara testigo entrevistando pero dándole su tiempo a las personas para que hablen y se abran.

—Si te hablan de un programa te viene a la cabeza la persona que lo conduce. En un programa así, la persona que lo conduce es un simple vehículo, un nexo entre la historia de la persona y los que están de la pantalla para acá. Uno no es protagonista de nada. Como no tengo estudios, siempre traté de preguntar desde la intuición pensando qué le gustaría saber a quien está viendo. No te digo que lo logro al cien por ciento, pero sí consigo empatizar. Eso hace que el entrevistado hable y que la historia sea lo más importante. En las entrevistas no soy el protagonista, eso siempre lo tuve muy claro.

—Eso se transmite en las que hacés en La mañana en casa, Día cero y Amamos el talento.

—Esto es como todo: tenés que lograr que la persona esté cómoda. Es un masaje verbal para que la persona se afloje, porque hay gente que le tiene vergüenza a la cámara.

Apagón
Kairo Herrera protagonizó "Apagón" junto a Jimmy Castilhos. Foto: Rafa Botto

—¿Y cómo hacés?

—Cuando el entrevistado está nervioso, ya sea en la radio o en la televisión, antes de arrancar les digo: no soy periodista, así que lo que vamos a tener es una conversación. Y para aflojarlos les hago una pregunta, fuera de cámara, en broma tipo “¿cuál es la capital de Burkina Faso?”. Ahí se aflojan un poco.

—¿Sentís que el no haber estudiado periodismo te da un diferencial?

—Creo que es una carencia. Me doy cuenta en Viva la tarde, porque veo y escucho a Magdalena Prado que sí tiene formación periodística y si bien es una persona que deja hablar al entrevistado, maneja estructuras que yo no manejo. Igual, a mí no me pesan mis carencias. Como entrevistador tengo claro que tengo un estilo que es mío y gracias a eso he ido a hablar para gurises que están estudiando periodismo, comunicación. Debo de estar en el Top 40 de los más entrevistados orque me llaman mucho y me da un poco de vergüenza decir que no estudié. Porque parece que uno minimiza el hecho de estudiar, y al contrario, les digo “ustedes que tienen la vocación, estudien” pero que también traten de ser ellos mismos. Soy un convencido que siendo uno mismo es más fácil llegarle a las personas que tenés delante tuyo. De hecho cuando digo que no soy periodista siempre digo que me inventé el título de entrevistador.

—Desde que estudiabas diseño gráfico tenés el mismo estilo, pantalón ajustado, botas y look rockero.

—Si, metalero a full. Trabajé unos años como diseñador gráfico y después la casualidad hizo que este trabajo me absorbiera. Si bien siempre me gustó mucho el arte y la gráfica, soy una suerte de artesano y en mi tiempo libre trabajo en mi taller. Pero me di cuenta de grande que el comunicar me gustaba muchísimo.

Su nueva faceta: conductor de “Amamos el talento”

—¿Cómo llegás a Amamos el talento?

—Estoy por cumplir 50 años y un infarto a esta edad te fulmina. El lunes me escribe uno de los directores del canal para decirme que quería hablar conmigo. Y cuando termino La mañana en casa, como me voy corriendo para hacer Viva la tarde, veo que se me viene el director, una productora y una de las personas importantes del canal y pensé qué macana me mandé. Calculé que nada porque trato de portarme bien y me dicen: te necesitamos para Amamos el talento. Pero si está Annasofía dije y entonces me comentaron que tuvo un contratiempo y no podía seguir trabajando. Lo que más me gustó fue la idea de trabajar con la Trini (Noelia Etcheverry) porque al principio de la pandemia a toda la población de riesgo los mandaron para su casa, y quedamos Noelia y yo, y no fue un laburo, fue un recreo. Esa misma tarde con la vestuarista resolvimos el vestuario, porque siempre quiero mantener mi impronta rockera y vestuario negro. Modificaron algo el vestuario para que Noelia no sea una diosa y yo pareciera salido de debajo de un camión. Al otro día estábamos al aire.

—¿Cómo te sentiste en el primer programa?

—Es nuevo para mí, sé que no lo hice al 100 por ciento bien, es una apreciación personal, pero siempre con las ganas de mejorar. Eso está bueno porque siendo veterano sigo aprendiendo cosas y me hace feliz porque quiere decir que queda mucho por delante.

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