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Historias de Bebe Morosini: de la mañana de Canal 12 a dirigir su posada en Punta Rubia

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Bebe Morosini. Foto: Gentileza.

EN QUÉ ANDA

Durante 10 años se encargó de los móviles de "Bien despiertos" y "Día perfecto", fue parte de "Cantando en la oficina" y ahora, en diálogo con el País, recuerda cinco anécdotas televisivas

Fue uno de los movileros más populares de Canal 12. Durante una década, Rafael “Bebe” Morosini pasó por todos lados: entrevistó a Joaquín Sabina en el hotel Radisson, visitó todas las playas de Montevideo para entrevistas veraniegas, cantó clásicos de Serrat con China Zorrilla y hasta se calzó la guitarra para hacer castings musicales en el programa Cantando en la oficina. “Me quedo muy contento por cómo salieron las cosas”, dice desde Punta Rubia, el balneario rochense donde se radicó en 2015, apenas cerró su trabajo con La Tele.

Ahora está jubilado, hizo de su casa una posada en la que solo recibe a allegados y, aunque no extraña la televisión, sí tiene unos cuantos recuerdos buenos de su paso por programas como Bien despiertos y Día perfecto. “Yo me tomaba muy en serio mi trabajo y cuidaba todos sus aspectos”, asegura. “A la larga, la gente te quiere o no, pero si sos educado y respetuoso, entonces la gente da el espacio para soltarte y jugar con lo que sabés hacer”.

En diálogo con El País, el exmovilero recuerda, en primera persona, cinco anécdotas de su paso por la televisión.

Su ingreso a la televisión

"Mi primer trabajo en televisión fue en el ‘99 con Noche de miércoles, con Orlando Petinatti y la “Flaca” (Mariana) Barrandeguy. En ese momento, estaba por irme a Brasil por un tiempo y me llamó un amigo para decirme que Petinatti, a quien ya le había hecho la histórica marcha de Malos Pensamientos, estaba por empezar un programa. Hice el casting con Iñaki Abadie, que en ese momento era un pibe y era dinamita, y al final quedé yo. 

De alguna manera, ya sabía lo que era la exposición pública porque manejé un bar de Pocitos durante años, fui frontman de una banda (Los Vergara) y había actuado en varios comerciales. La oportunidad de entrar a la tele me sedujo porque me abrió la puerta a lo que sabía jugar y compartía con un gran equipo. Los móviles gustaban porque yo me disfrazaba y hacíamos varios sketches con mis compañeros. Lo llevo como un lindo recuerdo”.

"El Serrat uruguayo"

“El móvil que hice con China Zorrilla en la casa de su hermana Guma fue muy especial. Yo sabía que a ella le gustaba mucho Serrat y como toco la viola, cuando vamos a una tanda agarré una guitarra y empecé a cantarle “Mediterráneo”. Me acuerdo que estaba hablando con su hermana y enseguida dijo: 'A ver, silencio’. Cerró los ojos y me escuchó. Después, cuando volvimos de la tanda le toqué “Cantares” y quedamos con muy buena onda. 

Más adelante, la llamé porque tenía que hacer un trabajo de publicidad sobre la enseñanza pública y cuando me atendió, me dijo: “Por supuesto, mi Serrat uruguayo, lo que tú quieras”. La visité en su apartamento de Buenos Aires para filmar su testimonio y cuando llegué con el camarógrafo se puso a tocar un mini concierto de piano para nosotros. Fue inolvidable”.

Bebe Morosini. Foto: Archivo El País.
Bebe Morosini. Foto: Archivo El País.

Encuentro con un campeón del mundo

“Yo soy de Peñarol de toda la vida porque mi viejo fue el cantinero de la histórica sede del club, allá en la calle Maldonado. Pero varios de mis amigos de la infancia eran hinchas de Nacional a muerte, y a pesar de ser manya, siempre me impactó el equipo del ‘71 que salió campeón del mundo. Todo esto lo cuento porque una mañana de febrero me tocó ir a la playa del Cerro para hacer un móvil para Bien despiertos; y siempre que iba para ese lado aprovechaba para hacer tiempo en un barcito. Mientras esperaba para salir al aire, vino la dueña y me dijo: ‘Morosini, lo quieren saludar’. Enseguida se acercó un veterano con dos niños y comentó: ‘Ahí lo tienen al señor, salúdenlo’. Su cara me pareció conocida, pero no terminé de darme cuenta quién era. 

Cuando volvió la mujer, me dice: ‘¿Sabe que ese es El Peta Ubiña?’ No lo podía creer, era mi ídolo porque salió campeón del mundo con Nacional y cuarto en México ‘70 con la selección. Salí a correrlo y le pedí que saliera al aire conmigo. El tipo, humilde, aceptó e hicimos una nota con los nietos. Fue precioso. Mientras tanto, Julio Montero Castillo —que fue campeón con él—, vio la entrevista desde el hospital porque estaba internado después de un accidente de tránsito. Su hijo me llamó para decirme que lo había visto y que se había emocionado mucho. Esa historia me provoca un orgullo tremendo y no me la saca nadie”.

Su paso por "Cantando en la oficina"

“A veces engancho alguna cosa en YouTube; estaba buenísimo. Empezó como un segmento de Parque Jurásico, pero tuvo tanto éxito que al año siguiente fue un programa independiente que iba los domingos, después de Telemundo. La idea original era que lo condujeran Julio Alonso y Cacho De La Cruz, pero como Julio no canta, la solución fue poner a alguien que tocara y cantara acompañando a las figuras. Ahí entré yo y las grabaciones se hicieron muy divertidas porque el formato me permitió aprovechar la virtud de tocar un instrumento y, a la vez, ser yo quien motive a las personas a animarse a cantar frente a una cámara. 

Lo que pasa es que el verdadero laburo no era seleccionar a los cinco de la empresa que cantaban bien —porque eso ya estaba arreglado—, el trabajo de verdad era ir una mañana a la oficina a contagiarlos de buena onda para que sea algo divertido. Fue muy bueno haber sido parte del proyecto”.

Viaje en ala delta por Río de Janeiro

 “Una vez me mandaron a Río de Janeiro con Julio Alonso para producir Río en Carnaval y generar material para Día perfecto. Mientras buscábamos cosas distintas que sumaran la programa, se me ocurrió la idea de tirarnos de un ala delta, aunque obviamente el que tenía que hacerlo iba a ser yo. Así que armamos todo un guion en el que yo le pedía a Julio que me llevara a volar en helicóptero y él aceptaba, pero en realidad me llevaba engañado a tirarme desde un morro. Filmamos la salida en taxi y cuando aparece un cartel que decía que nos estábamos arrimando a la zona de ala delta, amagué con bajarme y salir corriendo. Y, bueno, al final me mandé nomás. 

Fue una experiencia increíble y filmamos todo Río desde el ala delta porque le habíamos puesto una cámara. Mientras tanto, Julio me esperaba para filmar el aterrizaje... si bajaba vivo. Cuando te tirás, ves todo tan alto que no te das cuenta de lo que estás haciendo, pero cuando estás por arriba de la rambla y ves los autos fui consciente de que si mi caía no la contaba. Pero sobreviví”.

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