CARLOS REYES
El pasado viernes a la noche en el Museo del Vino tuvo lugar un magnífico show de tango encabezado por Natalia Bolani. Pese a que el público estaba algo agitado, y conversó un poco más de la cuenta mientras corría el repertorio (cosa que la propia cantante hizo notar al auditorio), el espectáculo fue fantástico, desbordando en diversión y talento.
Pero no hay que pensar que el que se lo perdió se lo perdió y punto. La artista tiene marcadas (o para marcar), una serie de presentaciones más. Las más próximas son el miércoles 9 a las 21:30 horas en el mismo escenario (Maldonado 1150 esquina Gutiérrez Ruiz, tel. 2908 3430), y también allí el sábado 19 a la misma hora. El cubierto artístico vale $ 120, y con una copa de buen vino la velada costará cerca de los $ 200 por cabeza, precio bien conveniente, sobre todo si se lo mide con respecto al nivel del show.
En junio la cantante se presentará en El tartamudo (en 8 de Octubre 2545 esquina Presidente Berro, tel. 2480 4332), también a las 21:30 horas, teniendo previsto agendar más actuaciones.
El modo de cantar de Bolani recuerda a las grandes cancionistas, como Azucena Maizani. La soltura con que canta y dice el tango la convierte en una artista original del género. Y su naturalidad va acompañada de una gran formación musical, hecho que le permite manejar a la vez técnica y sentimiento. A piezas como Milonga sentimental, de Sebastián Piana y Homero Manzi, les infundió un tono festivo y ligero que no tuvo un pelo de afectación. Porque la artista, además, no asume una actitud estudiada al interpretar una canción, aspecto que se nota claramente en los pasajes de una canción a otra.
La misma naturalidad la emplea para hablar con sus músicos (Gonzalo Gravina en teclados, Sergio Astengo en bandoneón y Luciano Gallardo en guitarra), en una comunicación fluida en la que no faltan bromas y comentarios con el público.
Hasta las canciones del clásico repertorio de Tita Merello, que suelen obligar a un tipo de interpretación singular, Bolani las resuelve desde su fuerte personalidad musical. Además de cantar muy bien en francés e italiano, la artista conmovió al público con Ventarrón, Cristal y Apología tanguera, entre otras joyas del género, cerrando con el animado Me enamoré una vez, de Canaro y Pelay.