Con un nombre que responde a Irene, suiza de bellos ojos y silueta estilizada hasta la exageración, esposa del afortunado alemán Jürgen, oculto, prisionero en la cocina, Pueblo Suizo es un oasis en la ruta hacia el Este. El lugar es fresco, sombreado, con un comedor que se abre sobre el jardín y el paisaje, muy buenas mesas y sillas de noble madera, decorado con los banderines de los cantones y fotos de Suiza. Ofrece alojamiento en cabañas totalmente equipadas y otros servicios.
Mariana es una atenta camarera, que toma pedidos de una carta variada, con hitos alemanes y suizos. Se trata una cocina más bien sencilla y rústica, pero satisfactoria en la calidad de los ingredientes. Sebastián y su esposa calmaron la sed del camino con el Sauvignon Blanc Castel Pujol 2005, que se las entendió muy bien con el menú. Una ensalada verde seguida de salchicha suiza con salsa de cebolla y papas a la crema, que hubiera sido mejor sin la salsa. La brótola con vegetales, cocida a punto, salseada también, incluía tres rodajas de pan en el plato de muy difícil justificación. Helados estupendos, de frutas, resueltos a la perfección y un strudel de manzana que se veía mal pero sabía bien, por la manzana oxidada (faltó el toque de limón) y la masa húmeda. Precios sensatos que pueden llevar una comida completa con vino y postre, a $ 500.
Pueblo Suizo. Interbalneraria Km 77,5. Balneario Paraíso Suizo, Jaureguiberri, Canelones/ teléfono 0378 - 7197.
Barlovento. Es un restaurante formal que nunca ha defraudado a Sebastián, que lo visita en verano enfrentando a una escalera que desciende de la acera hasta el comedor, violando todos los derechos humanos. Dicho lo que antecede es preciso elogiar los platos del mar, en especial, aunque la carta provee pastas nada indignas. En la última incursión, José el camarero se lució por su estilo y conocimiento. Hubo ceviche de pez espada, rico aunque heterodoxo gracias a pepinillos en vinagre que nunca tuvieron nada que ver con el plato peruano. Una cazuela de mariscos a la vinagreta, que se sirven como abrebocas de la casa. Estupendas miniaturas de pescado, doradas, fritas a la perfección, croquetas deliciosas de distintos sabores y una brótola salsa de alcaparras que Sebastián asaltó con placer. La abundancia de la porciones hizo que los platos no dejaran espacio para el postre.
Barlovento. Piriápolis, Punta Fría. Teléfono: 043-26895. Precio, sin postre, $ 400, en excelente relación con la calidad.
El Timón. Un pequeño espacio sin pretensiones, con entrega a domicilio, especializado en pescados y mariscos, es una buena noticia. Ricardo Pons, que es aficionado a la cocina, dirige su local con ponderación, haciendo honor al apellido. Una visita deparó a Sebastián un pulpo a la gallega más que digno y una merluza rebozada sin tropiezos, manifiestamente fresca, sin pasar por la congelación. Los precios responden a la apariencia del lugar: ambos platos costaron lo que en una marisquería rumbosa pueden llegar al doble. Por debajo de los $ 500 es una factura favorable al bolsillo del cliente.
El Timón. Libertad 2464 esq. B. España. Teléfono 7069689.