En el subsuelo del Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra, una línea del tiempo recorre un siglo y abarca dos paredes. Despega en 1909 con el nacimiento de Romeo Gavioli, gira en 1945 y concluye en 1999 con la salida de Candombe, el único disco de Grupo de Cuareim, creado por Hugo Fattoruso. En el medio, casi 60 hitos —entre salidas de discos y formaciones de grupos— resumen una parte clave de la historia de la música popular uruguaya.
El título de la exposición deja claro en el enfoque: La milonga es hija del candombe, así como el tango es hijo de la milonga. La frase es de Alfredo Zitarrosa, quedó registrada en alguna entrevista e inmortalizada en, justamente, “Zitarrosa”, que Bajofondo grabó en Mar Dulce (2007). Ahora se resignifica de la mano de Juan Campodónico —uno de los miembros del colectivo rioplatense— y el periodista Andrés Torrón. La muestra inauguró el jueves y se puede visitar hasta abril, pero es el plan ideal para los melómanos que hoy salen de recorrida del Día del Patrimonio.
Es un paseo de dos pisos que incluye fotos gigantes, objetos —desde la guitarra de Zitarrosa hasta la carpeta azul donde Eduardo Mateo guardaba sus letras—, biografías, videos y hasta una sala de escucha. “Es una manera de arropar a la música uruguaya y mostrarla de una manera que no se acostumbra”, dice Torrón.
El subítulo de la exposición es “11 artistas que marcaron la música uruguaya” y la lista va de Gavioli a Amalia de la Vega, y de Lágrima Ríos a Jaime Roos. La selección, explica Campodónico, se centró en varios de los nombres que navegaron entre el candombe, la milonga y el tango. “El título de la muestra viene del verso de Zitarrosa porque, un poco en broma, con Andrés dijimos que refleja la santísima trinidad de la música uruguaya”, dice el productor. “Aunque algunas las compartimos con Argentina, los tres estilos reflejan nuestra sensibilidad en este lugar del mundo. Son nuestras músicas”.
La milonga es hija del candombe... muestra, además, el diálogo constante entre generaciones y influencias artísticas. En el video que se exhibe en el primer piso —y que fue filmado especialmente para la muestra— Rada habla de la importancia de Pedro Ferreira en su obra; Roos habla de Manolo Guardia, Eduardo Mateo y los hermanos Fattoruso como parte de su ADN musical.
La propuesta es, además, una búsqueda de memoria. “Uno suele pensar que con Jaime o Rada arrancan estos intercambios, pero vienen de mucho antes”, explica Torrón, autor de 111 discos uruguayos. “Romeo Gavioli fue un músico recontra popular en los 40 y los 50 que en la cima de su popularidad hizo algo revolucionario: llevar los tambores al tango. Le devolvió su raíz africana al tango y lo hizo sonar de una manera muy natural”, agrega. Y “Tamboriles”, que inaugura el repertorio de 28 canciones de la sala de escucha, lo confirma. “Romeo Gavioli inauguró una zona del tango, la milonga y el candombe que luego continuaría Alberto Castillo”, suma Campodónico.
Lo mismo sucede con Pedro Ferreira, que Torrón define como el “punto cero del candombe-canción”. El artista inició su carrera cantando tangos, y luego de un viaje a Buenos Aires en el que conoció a músicos cubanos, creó Cubanacán, una orquesta que fusionaba el sonido caribeño con las percusiones candomberas y fue una influencia clave para Rada.
“El título de la muestra es muy bueno porque te hace preguntarte de dónde viene cada cosa y quién influyó a quién”, asegura Campodónico. “Esta es una experiencia diseñada para generar interés sobre nuestra música y verla desde un lugar diferente”, agrega. Además de las imágenes y de las biografías de los 11 artistas seleccionados, en la entrada de Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra (Sarandí 450) se encuentra un código QR que lleva a una playlist de Spotify con casi dos horas de música relacionada con la propuesta.
A su vez, la sala de escucha del subsuelo ofrece un repertorio sumamente variado que vasde “Abran cancha” de Alberto Mastra, hasta “Victoria Abaracón”, interpretada por Eduardo Mateo en el disco Mediocampo, de Jaime Roos. “En Uruguay no hay una fonoteca que divulgue nuestra memoria y la convierta en algo entrenido”, asegura Torrón. “Sí hay instituciones que preservan archivos, pero sería muy importante generar algo así”, agrega y adelanta que junto a Campodónico está pensando en organizar varias escucha guiadas de álbumes esenciales de la música uruguaya.
“La idea es homenajear a los 11 músicos seleccionados pero también homenajearnos a nosotros como colectividad”, agrega el periodista. “Nos interesa que la gente que viene a la muestra se vaya con la idea de que esta música se mantiene viva”, agrega. “La misión”, suma Campodónico, “es preservar la belleza de nuestra historia y darle el valor que se merece”; es una forma de celebrar nuestra identidad”.