Los viejos desconocidos de siempre

| En Argentina el problema continúa agravándose tras la desparición de una obra de Rodin

Robaron en Buenos Aires una pequeña escultura de Rodin, que se exponía en el Museo Nacional de Bellas Artes. La noticia fue divulgada hace unos días pero permite algunas reflexiones sobre el tráfico ilegal de bienes culturales, que según la Unesco mueve unos mil millones de dólares al año. Sólo el narcotráfico y el negocio de las armas superan a este rubro, que puede dar feas sorpresas en cualquier lugar del mundo. Del Museo Municipal Juan Manuel Blanes, por ejemplo, habían desaparecido dos pinturas valiosas (un Vlaminck y un Utrillo) que luego pudieron recuperarse, pero ese incidente montevideano fue en todo caso un episodio menor en medio de la poblada geografía de los robos de arte. Uno reciente y muy difundido resultó el del cofre de Benvenuto Cellini que alguien sustrajo de su vitrina en el Kunsthistorisches Museum de Viena, aprovechando el revuelo de público de la Noche de la Música, una fiesta en que los museos vieneses permanecen abiertos hasta horas desacostumbradas. Esa pieza de oro, marfil y piedras preciosas era única en su especie, fue valuada en 15.000.000 de dólares y hasta el momento no apareció.

Si algo así puede ocurrir en Viena, quiere decir que el aparente descuido de las autoridades competentes, las fallas de vigilancia en los organismos encargados de custodiar el arte o el poderío de organizaciones clandestinas dedicadas a comercializar el producto de esos despojos, no son rasgos típicos del Tercer Mundo sino también propios de los grandes centros de la cultura: nadie se salva de la codicia de los intermediarios ni tampoco de la curiosa patología que induce a ciertos coleccionistas a adquirir obras robadas, aún sabiendo que jamás podrán exhibirlas y deberán mantenerlas indefinidamente en lugar secreto, para exclusivo deleite personal. El bronce de Rodin que desapareció ahora del museo porteño de Plaza Francia, medía 15 centímetros de altura y se titulaba Estudio de manos para "El secreto". Su valor fue estimado en 10.000 dólares, cantidad aparentemente pequeña que —como señaló Jorge Glusberg, director de ese Museo Nacional—obedece a que existen en el mundo entre cien y doscientas reproducciones de la obra, que ni siquiera están numeradas.

DESPOJOS. Pero al margen del valor de mercado, una pieza de Rodin es un objeto no sólo vinculado a la maestría de uno de los mayores escultores mundiales de los últimos tiempos, sino también a la lista de grandes firmas incluídas en un patrimonio nacional que dispone la exhibición de las mismas para compartir con toda la sociedad una fuente de hermosura y de sensibilidad creadora. Robarla no significa solamente interrumpir esa experiencia colectiva, sino golpear severamente a ese acervo privándolo de un objeto de importancia singular. El robo tuvo lugar el jueves 29 de mayo y precisamente quince días antes se había firmado el decreto que en la Argentina creó el Comité de Lucha contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales, con el propósito de combatir una amenaza que en los últimos años privó a las colecciones nacionales de 239 obras, gran parte de las cuales figuran en las listas que Interpol hace circular a escala internacional en Internet.

Claro que hay otras piezas al margen de ese inventario, quizá porque existen damnificados que no hacen la denuncia correspondiente, pero entre los robos conocidos a nivel argentino figuran 117 pinturas, 19 grabados, 20 esculturas, 9 dibujos y 31 objetos arqueológicos: la lista de firmas incluye a Tiziano, Goya, El Greco, Picasso, Degas, Monet, Matisse, Cézanne, Gauguin, Toulouse-Lautrec, Renoir y los nativos Soldi, Fader, Quirós, Berni, Quinquela Martín y Spilimbergo. En lo que se relaciona con el Museo Nacional de Bellas Artes, y desde que Glusberg asumió su dirección hace una década, han desaparecido dos dibujos de Toulouse-Lautrec (en 1995) y una pintura de Quirós (en 1999).

CLASIFICADOS. Los expertos señalan que hay tres tipos de robos de bienes artísticos: los cometidos por rateros que se llevan algo sin conocer su valor, los realizados por entendidos que saben elegir una obra y encargan su robo a un ladrón contratado al efecto y finalmente las organizaciones poderosas que pueden montar un complejo operativo, superar las barreras de protección más sofisticadas, llevarse el botín, ocultarlo cuidadosamente y conectarse con eventuales compradores para desprenderse de esas piezas a cambio de grandes sumas. En el caso de obras robadas, su valor en el mercado clandestino baja un 70 o un 80 por ciento con respecto al mercado legal, pero ese margen de utilidad parece satisfacer a los intermediarios. Algo así podrá estar sucediendo en torno a los miles de reliquias de la antigüedad que fueron sacadas hace dos meses del Museo Nacional de Bagdad, durante los brutales saqueos que coincidieron con la llegada de las tropas norteamericanas a esa ciudad en guerra. Aunque se han dispuesto medidas de control a través de Interpol y de los gobiernos europeos, buena parte de las invalorables piezas robadas en esas salas iraquíes deben estar ofreciéndose a compradores capaces de desembolsar mucho dinero, aunque sepan que tendrán que mantenerlas luego fuera de la vista del prójimo.

Por el momento, Interpol dispone de listas minuciosas de más de 20.000 obras robadas en el mundo durante las últimas décadas. Las más buscadas son un Chagall, un Van Gogh y un Murillo, entre abundantes esculturas medievales y barrocas sustraídas en iglesias y museos. El mayor robo de pintura cometido en Buenos Aires fue el de la Nochebuena de 1980, en el mismo Museo de Bellas Artes: esa noche desaparecieron dieciseis pinturas y dibujos de maestros impresionistas y post-impresionistas, cuyo valor estimado era en conjunto de unos 20.000.000 de dólares. Ninguna de esas obras apareció hasta el momento, pero una agencia británica privada, que se dedica a recuperar arte robado (The Art Lost Register) tomó contacto hace dos años con autoridades del museo porteño, dio pruebas de haber localizado buena parte de ese lote y comenzó a negociar los honorarios que cobraría por la tarea de rescate: esa negociación prosigue, mientras corre una investigación paralela por cuenta de Interpol.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar