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Son escritoras superventas de literatura fantástica, visitaron Uruguay y cuentan las claves detrás de su éxito

Las autoras estadounidenses Naomi Novik y Rebecca Ross charlaron con El País acerca de sus libros y sagas de fantasía que han sido éxito de ventas en el mundo.

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Naomi Novik y Rebecca Ross.
Naomi Novik y Rebecca Ross.
Foto: Difusión

Llegaron a Uruguay como escala de una gira por la región: estuvieron por Perú, Colombia, y después de Montevideo fueron a la Feria del Libro de Buenos Aires. Tenían mucho que hacer incluyendo charlas, encuentros con lectores y con libreros que estuvieron en la agenda de Naomi Novik y Rebecca Ross, quienes se encontraron con El País en un hotel frente a la rambla de Pocitos.

Novik es bajita, está siempre sonriente, tiene voz acelerada y se la ve apasionada. Ross es alta, también sonríe, pero habla de manera pausada como intentando encontrar la palabra justa para responder.

Son dos grandes exponentes de la literatura fantástica para jóvenes. Han sido reconocidas en el New York Times como best sellers, han recibido premios y distinciones, y cuentan con una legión de seguidores ávidos por leer sus nuevas historias que siempre se desarrollan en mundos fantásticos.

Igualmente las dos coinciden en que no los piensan como libros para adolescentes mientras los escriben. “Mis primeros libros fueron para jóvenes, cuando empecé a escribir Un río encantado también era para jóvenes, hasta que llegué a la mitad y me entró la duda. Igual no me quise preocupar hasta que terminara de escribirlo. Cuando lo hice era mitad y mitad, así que decidí que sea un libro de adultos y lo adapté con ese foco”, dice Ross.

Novik, por su parte, tampoco escribe pensando en su audiencia: escribe lo que querría leer, y dice, ahí se encuentra la clave.

Cada una tiene su estilo, sus mundos son distintos pero siempre fantásticos y llenos de aventuras. Acerca de sus libros, voces y éxitos, charlaron con El País.

Naomi Novik

Naomi Novik.
Naomi Novik.
Foto: Difusión

Cuando Naomi Novik piensa, lo hace con palabras: cuando ve un atardecer no guarda el recuerdo como una imagen, sino como un texto. Además, ha dicho que sus dedos tienen vida propia en el teclado. Esa necesidad por escribir, por crear universos, personajes y criaturas, la convirtió en una de las grandes escritoras de fantasía para jóvenes adultos de la actualidad.

Obtuvo el premio Compton Crook, estuvo nominada para el premio Hugo a la mejor novela y en 2016 ganó el premio Nébula por Un cuento oscuro. Su visita a Uruguay era para hablar de Una educación mortal (Umbriel, 990 pesos), primera parte de Escolomancia.

Si bien se ha caracterizado por sagas (la primera,de nueve novelas, fue Temerario), dice que no piensa mucho en qué va a ocurrir en sus libros.

“Distintos escritores tienen distintos métodos, y me gusta usar la analogía de ir de senderismo. Algunas personas tienen un mapa y lo siguen; yo también, pero hay veces que me dan ganas de ir por otro lado, y veo otro camino y lo sigo”, dice. “La forma en la que creo un universo o un personaje casi nunca lo planeo, y su creación se da en conjunto, porque la trama aparece en el medio”.

Por ejemplo, la primera línea de Una educación mortal se lee: “Decidí que Orion Lake debía morir cuando me salvó la vida por segunda vez”. Esa frase anuncia que se está en un lugar peligroso, que le tuvieron que salvar la vida dos veces a la protagonista, y que no está feliz con esa situación.

“Voy así, paso a paso, y cuando entiendo qué es lo que ocurre, las cosas comienzan a ser más sencillas”, agrega.

En un libro como Una educación mortal hay nombres, criaturas y términos que escapan al lector, lo que puede complicar su lectura. Novik lo sabe. “Quiero que el lector se deje llevar, y le pido que confíe en mí. Vas a entender las cosas y llegarás al detalle que quieres saber, pero a su tiempo”.

Algunos términos, igual, pueden ser deducidos, como Maleficaria. “Muchas de las palabras que invento son elegidas deliberadamente porque tienen cierta etimología, o hay una connotación con palabras similares que te ayudan a entender el significado. Como Maleficaria, que se puede entender que no es nada amable o divertido”, dice.

Por ese motivo, y si bien es una superventas para los adolescente, ella no siente que escribe para jóvenes. “Yo escribo”, dice, “pero al ambientarse en una escuela de magia, la gente automáticamente piensa en jóvenes lectores. Pero yo escribo para mí, soy mi primera lectora, y siempre intento escribir la historia que quiero leer”.

La carrera literaria de Novik comenzó en 2006 con Temerario, donde hay aventuras, dragones y varios peligros.

“Fue lo primero que escribí, y por eso mi recomendación para los nuevos escritores es: no empiecen con una saga de nueve libros”, comenta. Y ríe.

Rebecca Ross

Rebecca Ross.
Rebecca Ross.
Foto: Difusión

George R.R. Martin dijo que hay dos tipos de escritores: los jardineros que cavan buscando conocer más a medida que trabajan, y los arquitectos que tiene el plano antes de escribir una palabra. La estadounidense Rebecca Ross, nacida y criada en Georgia, se siente una jardinera.

“Hay veces que no sé qué va a ocurrir pero lo voy descubriendo a medida que escribo. Así va surgiendo la trama, los personajes y el universo. Es una forma interesante de trabajar, pero lo más común es que imagino algo vívidamente y quiero explorarlo más, a medida que escribo”, cuenta la autora de títulos como La rebelión de la reina, Un río encantado y La maldición de los sueños. Los últimos dos, editados por Puck, fueron los que vino a presentar en Uruguay.

Ávida lectora desde chica, la fantasía siempre estuvo en su vida gracias a títulos como El señor de los anillos, Las crónicas de Narnia o cualquier cosa que fuera mágica. Decidida a convertirse en escritora, estudió Inglés en la Universidad de Georgia, pero como siempre le decían que estudiaba para convertirse en maestra, decidió cambiar. Estudió Nutrición un año, y no le gustó nada.

“Química orgánica es lo más difícil del mundo”, comenta, entre risas. En la universidad leyó sobre una escritora de fantasía que estaba haciendo lo que ella quería hacer, y eso le empezó a resonar. Perdió el año, y antes de tener que volver a cursar la materia, su madre le dijo que, mejor, retomara inglés. Lo hizo.

“Al volver me sentí como pez en el agua, y cuando me gradué pensé que si no hubiera tomado esa clase de Química, nunca me hubiera convertido en escritora”, comenta.

Se dedicó a escribir su primera novela, para probarse que podía hacerlo, y reconoce que estuvo repleta de clisés.

“Ahora pienso cómo usar ese tópico que me encanta y poder darle un aire fresco o una nueva perspectiva. Los clisés no tienen por qué ser algo malo, y si amas, por ejemplo el ‘de enemigos a amantes’, usalo”, afirma Ross.

Ahora, con siete novelas publicadas y una octava en revisión para lanzarse este año en español, Ross dice: “Creo que no me he dedicado tanto en mi vida a nada como a escribir. No es como una enfermedad, pero siento la necesidad desde que me despierto de ir al escritorio para sentarme a escribir. Las mañanas son cuando me siento más productiva. Es complicado cuando eres tu propio jefe y trabajas desde casa, pero hay que sentarse a escribir incluso cuando no te sientes inspirada”, dice.

Como “jardinera” que es, Ross no ha dejado de investigar sobre sus historias y personajes, un momento como autora, que le gusta.

“A veces sé cómo empieza y cómo termina, pero tengo que averiguar cómo se desarrolla”, dice. “Otras veces no estoy segura de cómo va a terminar aunque esté en el último tercio de la historia. Eso torna interesante el proceso de escribir. A veces tardo mucho en llegar a ese momento, pero lo que no cambia es que siempre hallo interesante escribir el final de la historia”.

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