Juan Carlos Montero Zorrilla: a cien años del nacimiento del pintor

Actos. A fin de año habrá una muestra en el Museo de Arte Contemporáneo

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El pintor Juan Carlos Montero Zorrilla había nacido en Montevideo en 1912. Hace unos días se cumplió el centenario de esta fecha, permitiendo recordar sus 82 años de vida y la obra plástica que dejó.

Para acompañar esa conmemoración, el Museo de Arte Contemporáneo de El País piensa realizar sobre fin de año una retrospectiva de la pintura del artista, que será una buena oportunidad para recuperar la figura de un uruguayo sensible, laborioso y discreto, cuyos trabajos no tuvieron demasiada divulgación.

Dentro de esa producción hubo una vertiente paisajística entroncada en el planismo, bañada por una paleta bastante luminosa y manchada con la soltura que tuvo esa escuela de sus contemporáneos. Pero figuró asimismo una serie más notoria, la de los carruajes, en los cuales Montero evocó las imágenes del pasado y de paso se complació en reproducir las graciosas formas de aquellos vehículos, a los que destacó con la vivacidad de su cromatismo. Esa, junto a las naturalezas muertas, fue la temática que el pintor frecuentó y que permitió estimar el interés de sus piezas.

ASCENDENTES. Había recibido las primeras nociones de pintura de su tío Pedro Zorrilla de San Martín. A los 15 años comenzó a pintar de manera autodidacta y en 1932 se incorporó al Círculo de Bellas Artes, llevando a cabo al año siguiente su primera muestra individual en la sala del Club Católico. La tradición artística de la familia se prolongaba así en la dedicación de un hombre que era nieto del poeta, sobrino del escultor, primo de la vestuarista y la actriz.

A partir de 1938 se presentó habitualmente en el Salón Nacional de Bellas Artes, donde se le otorgarían premios y menciones durante la década del 40 y el 50. Y ya en plena actividad, asistió a los cursos de Manuel Rosé en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad del Trabajo, luego de lo cual concurrió en 1942 al Taller Torres García, donde estudió con el propio Joaquín, demostrando que era tenaz su sed de búsqueda expresiva y la amplitud de su formación. Desde ese mismo año expuso también en el Salón Municipal y en 1950 recibió un premio en el primer Salón del Litoral, que se llevó a cabo en la ciudad de Salto.

Hacia 1957 hizo su primera muestra conjunta con su señora Camila de la Bandera, que fue una pionera en la frecuentación del tapiz. Ambos volvieron a exponer juntos en 1972, en la Asociación Cristiana, y en 1975 en el Instituto Cultural Uruguayo-Brasileño.

Pero Montero Zorrilla cumplió en la época otras exhibiciones personales, intervino en muestras colectivas y expuso en el exterior, tanto en Washington (1966) como en Cataluña (1977 y 1988). Entre los años 1955 y 1970 estuvo a cargo del Museo Fernando García, cuya colección de coches antiguos le inspiraría una de las series más conocidas de su trayectoria. Esa serie se expuso por primera vez en 1970, en la sala de Amigos del Arte. El pintor murió en Montevideo en agosto de 1994.

Como sostiene uno de los textos del catálogo que acompañó su muestra de 2009 en el Museo Zorrilla, "su entrega, sensibilidad y amor por el oficio, dieron como resultado una singular producción. Es curioso que su vocación se afirmara a través de los ojos, y llegara a dominar el oficio como lo hizo, ya que tuvo dificultades de visión desde su nacimiento. Dejó una obra que, como el buen vino, madura por el solo hecho de reposar y se purifica con el paso del tiempo". La exposición que proyecta el Museo de Arte Contemporáneo para los últimos meses del año, podrá ser un reencuentro con ese legado.

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