BUENOS AIRES | IGNACIO QUARTINO
Para envidia de varias leyendas del rock, Rod Stewart es de los pocos que nunca estuvo de regreso. Por el contrario, aprovechó el paso de los años con el espíritu juvenil que describió en la canción Forever young (Por siempre joven) y el gran público no para de reconocérselo. No en vano, la gira que lo trae de regreso a Argentina después de 19 años, donde esta noche y mañana brindará dos shows en el Estadio de Vélez Sarsfield, es una de las más taquilleras de la actualidad, con una recaudación cercana a los 80 millones de dólares en lo que va del año.
El domingo pasado, luego de brindar un show en Rio de Janeiro bajo lluvia, el cantante escocés y su mujer, Penny Lancaster, llegaron a Buenos Aires con varios días de anticipación a su presentación para disfrutar de la ciudad a la que estuvo a punto de visitar a principios de 2002. En aquella ocasión el show se frustró por la crisis institucional que derivó en la vecina orilla.
Ahora, por más que los caceroleos en Plaza de Mayo de hace 15 días hayan puesto bajo la lupa la gestión de la clase política, la situación económica es otra y esta vez sí, el hombre que le cantó a las piernas calientes y pregunta si aún sigue siendo sexy, convocará a 80 mil personas para clásicos propios y ajenos, que grabó en su último disco Still the same… Great rock classic of all the times. Con este título, la propuesta de Stewart suena tentadora sobre todo para ese público reticente a los recitales por miedo a no escuchar canciones conocidas.
EXIGENCIAS. Entre la lista de pedidos que ordenó el artista, figuran 24 pelotas profesionales diez horas antes del inicio de cada uno de los shows.
Pero éste no es el único pedido que hizo Stewart a su producción. Como toda estrella, el escocés exigió que en el camarín del estadio de Vélez hubiera detalles difíciles de encontrar en cualquier supermercado amigo, como 12 botellas de la cerveza alemana Saint Pauli, 3 de botellas de vino Chateau Lafite Rothschild, otras tres de Chassagne-Montrachet y 6 del agua mineral francesa Evian. Por si eso no es poco para saciar su sed y la de sus asistentes, habrá 12 latas de bebidas cola, 8 de Gatorade y una canasta de frutas frescas.
El autor de Da think I`m sexy, además de preocuparse por la dieta, también quiere lucir impecable cuando suba al escenario esta noche, que tendrá a Juanse (Ratones Paranoicos) e Iván Noble como teloneros.
Por eso dispondrá en Vélez de un vestidor para ocho personas, un espejo con rueditas, una tabla para planchar, 2 percheros móviles y 18 toallas. Ah, y un capricho de los de antes: un radiograbador con casetera. ¿Será para escuchar los clásicos originales que grabó en los 90?
Mientras no está en Vélez, Stewart y su esposa descansan en la Mansión del Hotel Four Seasons, en pleno barrio de Recoleta. Así extendió la lista de celebridades en ocupar esta residencia que evoca a la Belle Epoque porteña, ya que antes allí estuvieron los Rolling Stones y U2.
Por la tarde, sobre una limusina con aire acondicionado (tal como el cantante exigió a la producción), la pareja recorre los principales destinos turísticos de Buenos Aires. Por ejemplo, el lunes pasearon por San Telmo e ingresaron a varias tiendas de antigüedades donde compraron muebles para el castillo que la pareja tiene en Gran Bretaña. Very english. A sus 63 años, Rod Stewart logró mantenerse vigente tanto en la música como con las mujeres, más precisamente con las rubias, su gran debilidad.
Luego de varios romances con blondas del jet-set europeo, la espectacular modelo Penny Lancaster, se convirtió en su esposa hace cinco años y madre de su hijo Alistair (2). Lancaster que deslumbra por su rostro y sus piernas largas, supo lucir el año pasado en la edición inglesa de Bailando por un sueño (Mira quién baila). ¿Tinelli ya la habrá tentado para el estreno del próximo lunes?