"Está bien volar por los aires las estructuras y empezar de nuevo"

Almuerzo. U2, cuyo primer recital será hoy, dialogó con la prensa argentina

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LA NACIÓN | SEBASTIÁN RAMOS

Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen ríen a carcajadas. Paul McGuinness, el manager histórico de U2, el quinto miembro del grupo y, por cierto, a los 60 años, el más serio de esta pandilla de rockeros irlandeses, también.

Hace una hora que la banda está almorzando con un reducido grupo de periodistas argentinos a manera de encuentro oficial e informal con la prensa local en su tercera visita al país.

"Queremos que vean que son seres humanos", había bromeado unas horas antes Frances, la publicista neozelandeza de U2, para explicar el formato del encuentro. "Esto no es una conferencia de prensa, la idea es que puedan charlar de lo que quieran con ellos, con los cuatro juntos, y puedan comprender un poco mejor la química que tienen entre ellos cuando no es necesario hablar de un disco o un show en especial".

Allí están entonces, los cuatro miembros de U2, sentados a la mesa.

-¿Por qué decidieron hacer un espectáculo tan megalómano en este momento?

Bono: Bueno, fue hace tiempo, estábamos comiendo como hoy, charlando de cualquier cosa y tomamos unos tenedores y comenzamos a armar una estructura... Es muy peligroso ser una estrella de rock porque si le pides a alguien que haga algo por ti, por más imposible que pueda parecer, lo hace...

Edge: Cuando se trata de un show así, no se piensa un día y a los seis meses estás de gira. Cuando empezamos a planearlo era un mundo diferente. Nos suelen preguntar por el aspecto ecológico de montar tamaño escenario y nosotros lo tenemos en cuenta. Aunque la gente jamás se hace la misma pregunta en otro tipo de eventos, como los Juegos Olímpicos o la Copa del Mundo. Allí nunca se considera tener una pisada de carbono neutral. Nosotros sentimos que el rock and roll es muy responsable en ese sentido.

-¿Y cómo se siente tocar en esa terrible estructura?

Edge: Fue un desafío al principio, pero poco a poco nos dimos cuenta de que tiene otra dinámica y para tocar es muy cómoda. Para nosotros es un gran momento.

Bono: Cada show de estadio que he visto en mi vida tiene la misma estructura. Y es realmente una pena. Y está bueno volar por los aires esa estructura y empezar de nuevo. De hecho, si ves los primeros shows de los Beatles, o mismo el del Shea Stadium, ellos no tienen nada alrededor y crea cierta sensación psicológica cuando ves a los cuatro sobre el escenario. En esta gira, después de un tiempo que empezó el show, la escala desaparece y lo único que ves es un pequeño escenario en el medio de un estadio como los shows originales de rock and roll de los Beatles o los Stones.

-¿A ustedes les gusta que la gente hable de lo increíble e imponente que es el show y la puesta incluso a veces más que de la música?

Bono: La gente paga sus entradas, que son caras, luego de trabajar mucho, de estudiar y allí hay una responsabilidad que nosotros tomamos. Cuando nos metimos en el punk rock, en los años 70, fuimos a ver a The Clash y todo cambió. Por entonces ese movimiento que comenzaba era en contra del rock progresivo, donde los músicos se ubicaban por arriba de todo y el público les importaba una mierda. Las estrellas de rock no debían ser gente común y su humor era más importante. Si estaban de buen humor era un gran show, si estaban en un mal día, no importaba. No había una conexión real. Para nosotros nunca fue así.

-¿Cómo se sienten en cuanto a la energía mental y corporal después de todos estos años en la ruta?

Edge: Seguro que es diferente, pero tratamos de utilizarlo a nuestro favor. Cuando uno se sumerge en todo esto, amo el lugar donde estoy, pero es cierto que hay algo de la energía del rock and roll que te exprime.

Bono: Recientemente vi a The Who y fue muy interesante, porque pude ver el hecho físico que produce Pete Townshend al tocar la guitarra, que por supuesto es muy violento, es como si hiciera sonidos de una naturaleza muy violenta y al mismo tiempo como si tuviera en sus manos un arma extraordinariamente poderosa. Pero estaba tan cerca que pude ver cómo se movía de la manera más fluida. Algo que jamás hubiera pensado. Era danza. Y fue increíble darme cuenta de que el nivel de energía no viene del cuerpo, sino de la música y del tipo de música que haces y de cómo suenas. Al abandonar el escenario uno no puede pensar en otra cosa, como cuando tenía 20 años, pero no hay nada igual. Vas a casa o al hotel y allí está. Nosotros lo llamamos el fantasma de la gente, que tras el show te deja vacío, pero a la otra noche vuelves a estar lleno de energía. Es asombroso.

Con envidia hacia los comediantes

Bono sostiene que el concierto que están presentando es más hermoso si se lo ve desde más lejos. "Es realmente un viaje psicodélico, creo que la gente debería tomar hongos extraños antes de ir al show", afirma.

En determinado momento el músico se sincera y admite igualmente que envidia a los comediantes profesionales. "Son muy movilizadores para mí porque el humor puede ser tan serio y tan gracioso al mismo tiempo. A veces veo a ciertos comediantes que me dan celos, porque nosotros nos sentimos comediantes que tomaron la ruta del rock and roll. De hecho, el rol del rock and roll, en el pasado, era decir las cosas que nadie decía. Ahora, los comediantes son los que hacen eso. El poder, en cualquier habitación, lo tiene el individuo que dice lo que nadie puede decir, ya sea en su casa o con sus amigos. Y los comediantes disfrutan ese poder. Envidio su libertad".

BUSCANDO MÁS PESO POLÍTICO

The Edge insiste en su deseo de que las cosas (la música en particular) tuviera hoy un mayor peso político. A su juicio, ahí radica una parte de la fuerza del rock. El músico señala lo que está pasando en Egipto, en el mundo árabe, con Internet y los teléfonos celulares.

"La música acompaña y ayuda a estos cambios" afirma The Edge, reiterando la idea de que "el cambio puede suceder". En los Estados Unidos, recuerda, el rock and roll empezó como entretenimiento, pero como al igual de lo que está pasando hoy en África, el cambio es instigado por gente joven, que empieza a creer que su situación puede ser mejor. Y redondea la idea: "Para nosotros, en Irlanda a fines de los años 70 el equivalente de lo que sucede ahora era pensar que la violencia no era la manera legítima de cambiar las cosas. The Clash fue una inspiración para nosotros porque ellos tenían interés innato por la política".

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