Escenas de la dolorida humanidad

| El director Carlos Sorín vuelve a emplear otra vez el acercamiento naturalista de "Historias mínimas"

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El antecedente más directo de El perro, película argentina dirigida por Carlos Sorín que se estrena hoy en Montevideo es obviamente Historias mínimas, del mismo realizador, que se conociera hace un par de años.

El mismo criterio de realización que presidiera ese film anterior (un entrecruzamiento de historias sencillas, en ambientes naturales, interpretadas mayormente por no profesionales) se repite en El perro. La acción transcurre una vez más en la Patagonia, y su aparentemente única excusa argumental es la irrupción del animal del título en la vida de un individuo solitario, cincuentón y fracasado.

El protagonista Juan Villegas ha trabajado durante dos décadas en una estación de servicio al borde de la ruta. El lugar se vende y los nuevos dueños deciden modernizarlo, un operativo que incluye el despido de Juan. Con más de cincuenta años y sin especialización alguna, el hombre enfrenta el drama de la desocupación en su aspecto más trágico. La situación sufre un cambio cuando el personaje repara el coche de una mujer que también tiene problemas económicos y, en vez de recibir un pago en dinero se ve de pronto convertido en dueño de un hermoso ejemplar de perro dogo. A partir de ese momento Juan deja de ser un "don nadie", todo el mundo elogia a su perro, y se establecen una serie de contactos que desembocan en un concurso canino que el personaje aborda con esperanzas de ganar.

DIRECTOR. El director Sorín, quien hiciera en 1986 la interesante La película del rey y llegara a una culminación creativa con Historias mínimas es el primero en reconocer la proximidad entre este nuevo film suyo y su inmediato antecedente. "Vuelvo a trabajar con personajes simples, narrados en forma minimalista e interpretados por no-actores". Al igual que en Historias mínimas, los personajes del film tienen los nombres reales de sus intérpretes, con una solitaria e importante excepción: el perro del título se llama en realidad Gregorio, y para la película fue rebautizado Bombón. El protagonista Villegas es en realidad el cuidador de un garaje cercano a la productora de Sorín, y tras su debut cinematográfico volvió a su oficio habitual. También debuta en El perro Walter Donado, un ex combatiente de la guerra de las Malvinas que actualmente se dedica a conseguir toda clase de animales para filmaciones y espectáculos. Seguramente ayudó a encontrar al perro.

Sorín ha explicado igualmente que su preferencia por trabajar con "gente real" deriva de su carrera como director de cine publicitario, y de la influencia de cierto cine independiente que trabaja en la difusa frontera entre la ficción y el documental. El cineasta declara que lo atrae más el documental que la ficción, y las biografías más que las novelas. Según él, "trabajando con gente real, lugares reales y luz real" se atenúan "la manipulación y el engaño que inevitablemente lleva implícitos el cine".

En palabras de Sorín, uno de los atractivos del documental, y particularmente de las imágenes dramáticas de los documentales de guerra, es que "nada ni nadie pretende ser lo que no es", que el género "tiene la contundencia de estar cerca de lo verdadero". El director se preguntó más de una vez si era posible contar una historia de ficción que ("como las viejas mantas que hacía la abuela con trozos de distintas telas") estuviera armada con trozos de realidad,

De acuerdo al razonamiento de Sorín, si sus no-actores tuvieran que interpretar a otros personajes serían, sencillamente, malos actores. Pero de lo que se trata es de que se interpreten a sí mismos. No en lo anecdótico, porque tienen que atenerse a un libreto, y en el mundo real tienen otro oficio o viven en otro lugar del que les adjudica la película, pero sí "en lo esencial, en el alma". La idea es que de esa superposición surjan momentos, trozos verdaderos.

Por supuesto, el film se cierra con un clásico cartel que dice: "los hechos y personajes de esta película son ficticios. Cualquier semejanza con hechos y personas reales es mera coincidencia". Sin embargo, Sorín sostiene que esta vez la conocida frase debe ser tomada con algunos reparos: "No lo crean del todo. En esta película ni los personajes y situaciones son enteramente ficticias, ni las semejanzas fueron una mera coincidencia".

Experiencias de una vida

Tiene 58, es padre de tres hijos y desde hace años trabaja en un garaje ubicado en Av. Congreso al 1900. Pero la vida de Juan Villegas ha cambiado desde que Carlos Sorín lo eligió para protagonizar El perro.

Sorín guardaba su coche en el garaje en el que trabaja Villegas, y así lo conoció. "Un día me preguntó si yo lavaba autos, además de estacionarlos", cuenta Villegas. "Le respondí que sí y ofrecí lavar el suyo, pero me respondió que lo dejáramos para otro día. Sonrió y se fue. Pero una hora después volvió y me preguntó si me gustaría trabajar en una película. Acepté y a partir de ese momento me quedé pensando ‘qué bueno, cómo será verse en el cine, qué papel iré a tener’. Después de un mes y medio sin novedades le pregunté: ‘Dígame don Sorín, ¿sigue la propuesta de hacer la película?’. Me dijo que sí y participé de un par de ‘castings’, hasta que me confirmaron que iba a ser el protagonista".

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