"Quise hacer un disco de canciones", dijo Fernando Cabrera cuando este disco salió a encontrarse con el pequeño pero muy fiel público que sigue la trayectoria del cantautor.
Es de suponer que dicha frase apunta a una declaración de principios: este es un disco pop. O sea, un álbum más "accesible", más fácil de digerir y con capacidad de seducir a un público más amplio que el que hasta ahora ha acompañado a Cabrera desde que en 1984 editó su debut solista El viento en la cara.
Puede que Viveza consiga atraer los oídos de los que hasta el momento no se han preocupado por escuchar a una de las voces más personales de la música popular uruguaya. Y puede que no. Porque Viveza sigue siendo un disco "de Cabrera". Mantiene casi todas las señas de su estilo, como esa particular manera de cantar que algunos consideran como "desafinada" (al respecto, el CD cierra con la excelente Críticas, en la cual Cabrera comenta, con mucho humor, su condición de "difícil": "Mis canciones son cerradas/ mis pasiones son erradas/qué porvenir...No me sobra simpatía/ni me falta melancolía/que canto mal").
Esto no quiere decir que Cabrera haga discos que presentan grandes similitudes entre sí, al contrario. Su música siempre ha exhibido una predisposición hacia la mutación y es en esa tradición que Viveza se inscribe.
De todas maneras, es cierto que hay un acercamiento por parte de Cabrera al formato de canción pop: de circa tres minutos de duración y de estructura verso-estribillo, en ocasiones con un "puente". Pero, de vuelta: es un pop muy Cabrera, con un alto nivel de sofisticación y elaboración musical. En esto tienen mucho que ver los músicos y los artistas invitados, porque Cabrera ha construido una trayectoria solista que se ha caracterizado por la colaboración y en la apertura de sus canciones al aporte de otros.
En Viveza, el protagonista es acompañado por la misma banda que lo secunda desde hace varios años: Mariana Ingold en teclados y voz, Federico Righi en bajo, Edú Lombardo en percusión y Ricardo Gómez en batería. En ellos Cabrera ha encontrado unos privilegiados interlocutores, sobre todo en el caso de Ingold, quien a menudo acompaña a Cabrera en la voz. Además, Viveza se asemeja por momentos un desfile de músicos: Jorge Drexler, Eduardo Darnauchans, Ruben Olivera, Mauricio Ubal, el cuarteto vocal La Otra y Daniel Magnone son algunos de los invitados que cantan con Cabrera.
Los resultados de estas uniones son desparejos. Hay canciones que ganan mucho con el aporte vocal del invitado, como la que le da el título al disco, una de las mejores aquí presentes gracias a los coros de La Otra. También Mudanza, junto a Darnauchans. O Un par con Jorge Drexler. O Décimas de prueba, con Ruben Olivera. Menos afortunados son las uniones de voces en Blues del cuaderno (Ubal) o Te abracé en la noche (Magnone), aunque eso tal vez tenga que ver con que, en opinión del que firma, estos temas son los menos atrayentes.
Pero hay poco para objetar en un álbum tan solvente y variado como Viveza, que ya está entre lo mejor que ha editado Fernando Cabrera en su muy fecundo y personal camino musical.