El homenaje a un ícono de las grandes orquestas

Panchito Nolé. Celebra hoy sus 80 años en el teatro Solís

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ALEXANDER LALUZ

Francisco "Panchito" Nolé, uno de los últimos exponentes de la época de oro de las grandes orquestas en Uruguay, celebra hoy sus 80 años de vida y más de 60 de carrera con un show casi épico en el teatro Solís.

Los motivos para esta convocatoria son en realidad varios. Junto a la conmemoración de los dos sendos aniversarios, está su regreso a una sala en la que no tocaba desde hace 16 años. "La última vez que estuve en el Solís -recuerda Nolé- fue con la orquesta que tenía en Buenos Aires, pero era un teatro con otras características, con otra forma. Ahora es muy diferente. Me he quedado realmente asombrado con la acústica, con las localidades, además del buen trato que te dan. Nada que ver con lo de antes".

Y tendiendo una suerte de red unificadora entre estos motivos de celebración, estará la recuperación de la memoria de aquellos años cuarenta, cincuenta, en que las orquestas -locales y extranjeras- eran los motores de los bailes, centros nocturnos, fonoplateas y de los primeros pasos de la televisión. Una práctica cultural que, salteando la evocación nostálgica, oficia hoy como signo privilegiado de una dinámica social (económica y política) diferente, discontinuada, en la que la apropiación de lo musical todavía tenía un fuerte sustento en la experiencia "en vivo".

De memoria. Dos semanas antes de este show, y en un pequeño cuarto de su apartamento en Pocitos, Nolé hace gala de una memoria envidable y un entusiasmo que parece a prueba de balas. Sin mayores rodeos, cuenta que el programa para esta noche será como un racconto regresivo. "Después que uno cumple los ochenta años se da cuenta que está viviendo las horas extras de la vida. Y que la vida le sigue dando la oportunidad de hacer las cosas que a uno le gusta. Por eso este concierto y la forma de contar esta historia musical como al revés, de adelante para atrás en materia de repertorio y también de formaciones instrumentales".

Al comienzo presentará varias piezas a piano solo y después "con un dúo hasta un sexteto. Al final vamos a presentar una orquesta grande, una big band, que fue con las que me destaqué. Ellas fueron mi vida". Para estos números musicales fueron convocados varios artistas de la región como Julio Frade (piano), Edison Bordón (bandoneón), y los cantantes Ricardo Olivera y Miguel A. Villalba, y de Argentina dos instrumentistas bien conocidos en nuestro medio: el saxofonista y flautista Arturo Schneider y el trompetista Juan Cruz de Urquiza, "que tocaron conmigo en Buenos Aires, y son parte de esos amigos con los que mantengo una relación entrañable, aunque otros ya se fueron y otros están ya muy veteranos".

La big band que cerrará el espectáculo, cuenta con orgullo Nolé, "la armé con muchachos muy jóvenes. Son cinco saxos, cuatro trompetas, tres trombones. Después me acompaña como siempre Gastón Buenseñor en la batería, en el bajo Cono Castro, Maximiliano Nathan en vibráfono, con los que vamos a hacer unas cositas con grupos chicos". Además, en la co-conducción del espectáculo, estará Humberto de Vargas, "que tiene una veta de humor, además es muy profesional y muy buen músico también. Voy a ver si lo invito a que cante algo. Eso es algo que lo tengo guardado".

El sueño del pibe que forjó con los grandes

Armar todo este show, confiesa Nolé, dio mucho trabajo. "Reunir algo más de 20 personas fue difícil, porque hay que luchar y luchar para conseguir sponsors, que sobre todo apoyen lo que es uruguayo". Esa historia, vale decir, no es nueva y ya se padecía aunque de otra forma cuando Nolé se iniciaba como músico profesional con sólo 13 años y en el antiguo Café Palace. "Con mis padres y mi hermano vine a Montevideo de la ciudad de Mercedes, y todos vivíamos en una pieza". Su padre en las horas del día trabajaba como sastre y a la noche "iba a practicar a los cabarets para ver si agarraba un puesto de saxofonista, hasta que después entró en una banda militar, y pudo alquilar una casa". Él no quería iniciar a Francisco, por entonces de cuatro años, en la música. Pero quien lo impulsó a formarse fue su madre. "Fue una época brava, pero salimos adelante. De esa época me acuerdo de mi padre escuchando en una victrola a púa los discos de Goodman, Hawkins, Ellington". Con esas escuchas se forjó su pasión por las big band que luego hizo realidad al formar su propia orquesta con las que desarrolló una extensa carrera en bailes, radios y televisión de Argentina y Uruguay.

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