El exiliado fiscal más vilipendiado

| Un pueblo de 2200 habitantes tiene en el vecindario a ilustres millonarios

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La última vez que una gran estrella encendió a este pueblito somnoliento, de sembradíos de papas y pastizales empapados por la lluvia, fue cuando el Rey Sol, Luis XIV de Francia, se detuvo por un día.

Sin embargo, es posible que ni siquiera él haya creado tanta conmoción como Gérard Depardieu, el célebre actor, problemático sibarita y, desde que estuvo en la oficina del alcalde del pueblo el 7 de diciembre para registrarse como residente, el exiliado fiscal más vilipendiado de Francia.

"Creí que era una broma", dijo el alcalde, Daniel Senesael, al recordar su incredulidad cuando le informaron que Depardieu tenía la intención de dejar su mansión en París y mudarse a Nechin, una población rural en Bélgica, con sólo 2.200 habitantes, dos cafés, un local de comida rápida frita, un castillo en ruinas y ningún cine. "Seamos honestos, esto no es Las Vegas", dijo Senesael. "No hay luces ni discos. Me llegan montones de quejas cuando alguien sugiere establecer una granja eólica".

Michel Sardou, un cantante francés veterano, que se unió al frenesí de críticas contra Depardieu en Francia, se burló de la huida del actor a Nechin, y pronosticó que estaría "tan aburrido como una rata" allí. "Así es que hay cierta justicia divina después de todo", bromeó el cantante en la televisión francesa.

LÍMITES. No obstante, para Depardieu, y veintenas de franceses acaudalados, que ya viven en el pueblo, Nechin sí tiene un activo seductor: está fuera del alcance de las autoridades fiscales francesas, pero tan cerca de Francia que una frontera sin marcar que pasa por el pueblo coloca a los jardines de algunas propiedades dentro de Francia y a las casas en Bélgica.

"Nuestra situación geográfica hace que seamos muy atractivos", dijo Senesael, notando que Nechin es un lugar al que es fácil llegar y del que se sale con facilidad, con un aeropuerto cerca, una importante supercarretera y una estación de ferrocarril a poca distancia, en la ciudad francesa de Lille, con salidas regulares de trenes de alta velocidad a París, Bruselas y Londres.

"Nadie debería asombrarse que las grandes fortunas hayan encontrado una cierta ventaja fiscal", al mudarse a este lado de la frontera, dijo el alcalde, cuyo dominio cubre a Nechin y un montón de caseríos que forman lo que se conoce como la Entidad de Estaimpuis. Los críticos de Depardieu, dijo, deberían dirigir su ira no contra el actor, sino contra el fracaso de los gobiernos europeos para armonizar las tasas fiscales en los 27 países de la Unión Europea.

Hace décadas que desapareció el puesto aduanero y los guardias fronterizos en el extremo de la calle principal de Nechin, arrasados por el esfuerzo de Europa después de la Segunda Guerra Mundial de romper barreras que en el pasado llevaron a conflictos y permitir el libre flujo de mercancías, servicios y personas.

No obstante, todavía firme en su lugar, están las fronteras fiscales rígidamente definidas que significan que las personas que viven a sólo unos cuantos metros unas de otras pueden pagar niveles extremadamente diferentes de impuestos, en particular, si toca la casualidad de que son ricas.

Bélgica tiene impuestos sobre la renta más altos para la mayoría de las personas que gran parte de Europa, pero el país es más flexible con los ricos que Francia, donde el gobierno del presidente Francois Hollande anunció un "superimpuesto temporal" de 75% sobre los ingresos anuales de más de un millón de euros, o cerca de 1.3 millones de dólares. El Consejo Constitucional de Francia declaró el sábado que el impuesto es inconstitucional, y exhortó al gobierno a anunciar una versión revisada en 2013. Francia también tiene un "impuesto a la riqueza" sobre los activos con valor mayor a 1.7 millones de dólares, algo que no existe en Bélgica, así como impuestos muchísimo más altos a las ganancias de capital y las herencias.

"Abolimos los controles fronterizos, pero no todas las demás estupideces", dijo Philippe Vandenhemel, dueño de un taller mecánico justo en las afueras de Nechin en el que vende y repara automóviles estadounidenses importados, y al que fue Depardieu varias veces. (Al parecer, al actor le gustan los coches estadounidenses.)

Vandenhemel se rió de los políticos y comentaristas franceses que atacan a la estrella. "Si yo estuviera en sus zapatos, haría exactamente lo mismo y me iría", dijo. Depardieu, agregó, se beneficiará no sólo con los impuestos más bajos en Bélgica, sino también del hecho de que "nosotros los belgas no somos envidiosos y no nos importa que la gente se haga rica".

"La envidia es la enfermedad nacional de Francia", agregó.

Hollande, quien se comprometió a exprimir a los ricos para ayudar a reducir el déficit presupuestario del gobierno y esa fue la piedra angular de su exitosa campaña electoral, dijo alguna vez en televisión: "No me gustan los ricos". Su predecesor y rival en las elecciones de mayo, Nicolas Sarkozy, perdió en parte porque hizo alarde de que le gustaban los relojes caros y otros accesorios, así como estar en compañía de amigos ricos, un hábito que le ganó el mote burlón de "Le President Bling-Bling".

Europa 1, estación francesa de radio, informó este mes que 5.000 ciudadanos franceses habían salido del país por razones fiscales desde que se eligió a Hollande. El Ministerio de Finanzas en París cuestionó la precisión de ese informe.

El tránsito no es todo en una sola dirección. Muchos belgas de este pueblo, por ejemplo, compran en Francia, donde el impuesto sobre la venta es mucho menor. Esto, dijo Senesael, le cuesta a Bélgica "cientos de millones de euros" en ingresos perdidos y, junto con el dinero que pierde Francia cuando gente como Depardieu se va, muestra por qué Europa necesita "lidiar con un profundo problema social" y armonizar sus impuestos.

Un camino ya recorrido por otras estrellas

No obstante, huir de Francia para escapar de los impuestos elevados no empezó con el gobierno de Hollande. Alain Delon, otra estrella cinematográfica francesa, se mudó a Suiza en los `80 cuando el anterior presidente socialista de Francia, Francois Mitterrand, estaba en el poder. Johnny Hallyday, el gran roquero, también se fue, al igual que Charles Aznavour, la estrella del tenis, Yannick Noah y otros, principalmente a Suiza y Bélgica.

Nechin, dijo el alcalde Senesael, ha estado recibiendo franceses desde hace décadas, y ahora representan el 28% de la población. Se duplicó la proporción, dijo, desde que lo eligieron por primera vez hace 18 años. La mayoría de los que llegaron no son ricos y vienen por la tranquilidad, pero, según el alcalde, incluyen a cerca de 20 integrantes de la familia Mulliez, uno de los clanes más adinerados de Francia, que controla la cadena de supermercados Auchan. Depardieu, quien está registrado formalmente como "domiciliado" en Nechin desde su visita al alcalde en diciembre, todavía no se muda a la casa que compró. Sin embargo, estuvo de visita varias veces, cenando en restaurantes de pueblos cercanos y comprado salchichas con un carnicero de Nechin.

"Ud. cree que se deben castigar el éxito y el talento"

En una carta abierta dirigida al primer ministro francés Jean Marc Ayrault, Depardieu, de 64 años -un ícono nacional que ha interpretado a personajes prototípicamente franceses como Obelix, Cyrano de Bergerac y el campesino jorobado en Jean de Florette-, dijo que renunciaba a la ciudadanía francesa y se iba "porque Ud. cree que se deben castigar el éxito, la creación, el talento, la diferencia, de hecho". Nota que pagó 192 millones de dólares en impuestos a lo largo de 45 años y se quejó de que el Estado se llevó este año 85% de sus ingresos.

El gobierno francés se mantiene en sus trece y los funcionarios hacen fila para criticar a Depardieu, quien, por cierto, apoyó a Sarkozy en las elecciones. Jerome Cahuzac, el ministro del presupuesto, ridiculizó la partida del actor como "una gran ganancia para el cine belga".

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