Lectores y autores de historieta del Río de la Plata se vieron conmocionados ayer cuando se divulgó la noticia de la muerte de Francisco Solano López. Conocido como "el dibujante de El Eternauta", es autor de una obra mayor.
Pocos meses después del fallecimiento de Carlos Trillo, el guionista más prolífico del panorama actual rioplatense, la muerte de Solano López fue recibida como un golpe duro que dejó a la camada de los autores clásicos de la historieta argentina con muy pocos integrantes vivos. La generación de historietistas que creció e hizo carrera del año 2000 para acá, que es la que lo vio un poco más de lejos que otras, pierde así uno de sus referentes históricos.
Elvio Gandolfo dijo una vez que uno de los puntos destacados en el estilo de Solano era el de saber dibujar como nadie a hombres y mujeres del interior de Argentina. Su manejo del volumen y de la profundidad, expresado a través de sus formas de entintar, marcaron su estilo en historietas de las más diversas temáticas, desde la ciencia ficción de El Eternauta y sus continuaciones, hasta el realismo de Ana y el erotismo de Silly Symphonies y El Instituto.
La popularidad de su obra, por otro lado, vino de la mano de la ciencia ficción y la fantasía. El Eternauta, publicada entre 1957 y 1959 en la revista Hora Cero, cuenta con pulso de novela (con guión del desaparecido Héctor G. Oesterheld) la historia de un grupo de sobrevivientes en un Buenos Aires asolado por una invasión alienígena. Esta historia, considerada hoy un clásico y estudiada en muchas escuelas argentinas, tuvo sus continuaciones. En 1976 guionista y dibujante se unieron para publicar una secuela, cuyo carácter politizado no dejó del todo contento a Solano. De todos modos la intención de comprometer al personaje con la realidad estuvo presente cuando hace diez años lo retomó para una miniserie hecha con otro guionista: "Estamos echando una mirada sobre la actualidad, basados en una metáfora explícita: el país invadido por extraterrestres, que son en realidad las finanzas internacionales", dijo. "En esta parte nos interesó mostrar cómo lograron los invasores perpetuar la dominación a través de los mecanismos de la democracia. Tal como pasó en América Latina con Collor de Melo, Alan García o Menem".
Lo cierto es que el primer Eternauta ha sido reeditado una y otra vez, al punto de que siempre está disponible (hoy en Montevideo se consigue una edición lujosa de tapa dura) y que desde hace años existe el proyecto nunca concretado de convertirlo en película.
Solano, nacido en Córdoba en 1928, era tataranieto del mariscal paraguayo del mismo nombre. No hace mucho, en una entrevista con el suplemento ADN, había dicho que para él un gran dibujante tenía que ser vibrante y cálido a la vez para llegar al fondo del lector: "Debe transmitir la humanidad de los personajes, dar la idea de que son seres vivos, no sólo unos dibujitos". Sin importar si dibujaba sobre una historia realista o si se trataba de la mezcla de horror y erotismo de El Instituto, cada gesto y cada cuerpo de sus personajes reflejaba esa filosofía.
No todo fue dibujo, ya que tuvo la oportunidad de trabajar con grandes guionistas como Ricardo Barreiro y Carlos Sampayo, además de Oesterheld. Publicó en Estados Unidos (una adaptación de Freaks, entre otras cosas), Europa y en su país. Ahora su obra queda como legado definitivo y testigo de una generación.