El cerebro en un zapato

FABIAN MURO

La muerte de Don Adams trajo nuevamente a la memoria a la serie televisiva El Superagente 86, una que prontamente adquirió el rótulo "de culto" y que aún hoy sigue concitando admiración, a más de 30 años de su salida del aire: en mayo, la edición argentina de la revista Rolling Stone ubicó a El Superagente 86 en el segundo lugar del ‘ranking’ de las cien mejores series de televisión de todos los tiempos, solo superada por Los Simpsons.

Como en tantos otros casos, la idea inicial fue rechazada. Dan Melnick y David Susskind, los creadores, pensaron que sería una buena oportunidad aprovechar el auge de las aventuras de espías. Empezaba la década de los años sesenta y James Bond ya estaba cómodamente instalado como una marca registrada, un ícono de la cultura pop. Sin embargo, la cadena televisiva ABC rechazó la oferta de una serie que parodiara a Bond y otros superagentes de la Guerra Fría.

El genial Mel Brooks, quien junto a Buck Henry conformaba la dupla de libretistas, recordaba las objeciones: "Les presenté al personaje. ‘Es un bobo peligrosamente honesto, un tipo que pierde países enteros a manos de los comunistas. Su corazón está en el lugar correcto, pero su cerebro está en los zapatos’. ‘¿Y quién quiere ver eso?’, me preguntaron. ‘Hay mucha gente que se ubica entre aquellos que disfrutan del sinsentido de ciertos programas descerebrados, y los intelectuales que sintonizan Húngaro básico a las seis de la mañana’, respondí. O sea, un vasto segmento de la población que quiere un entretenimiento inteligente, sin moralina".

Pero NBC, la siguiente cadena consultada por los productores, dijo que sí y El Superagente 86 iniciaba su período de éxitos en la pantalla chica, que se extendió desde 1965 a 1969 en una primera etapa y tuvo un epílogo de 1969 a 1970. Buena parte de los aciertos de la serie residía en los delirantes guiones pergueñados por Brooks y Henry. Pero la presencia de Adams también era decisiva para arrancarle carcajadas a la teleaudiencia.

Nacido en 1923, el actor se apedillaba Yarmy, pero se cambió al algo más prosaico Adams por una razón práctica: las pruebas de selección de actores, las ‘auditions’, se hacían en orden alfabético. Con un apellido como Yarmy, el actor se dio cuenta que siempre estaría entre los últimos a probar.

Antes de pegarla en el papel de Maxwell Smart, Adams había sido infante de marina —se alistó con tan solo 16 años, mintiendo sobre su edad— mozo, comediante de boliches y había tenido alguna que otra aparición en programas de otros, como el Steve Allen Show. Aunque no era uno de los comediantes más famosos de la televisión, de todas formas aseguró un contrato con NBC. Ese contrato le vendría como anillo al dedo cuando las grandes cadenas se preparaban a producir nuevas ‘sit-coms’. Uno de los productores de El Superagente 86, Leonard Stern, recuerda: "El guión estaba dando vueltas por ahí, luego de que ABC lo rechazara, algo que me sorprendió, porque me parecía genial. Todos los canales ya estaban cerrando sus contratos, se habían realizado varios de los pilotos para la próxima temporada y me llegó la noticia de que NBC estaba buscando un programa para Don. En un principio, Dan y David tenían pensado a otro actor, Tom Poston, para el papel. Pero Poston no tenía contrato con NBC, por lo que les propuse que usaran a Don".

Adams, por su parte, reaccionó con incredulidad: "¿Y esto va a hacer reír a la gente?", dicen que preguntó cuando leyó el libreto de Henry y Brooks. Resultó que la serie fue un éxito desde el comienzo. Aún así, Adams no pudo desprenderse de una sensación de inseguridad, ni siquiera cuando fue galardonado con un Emmy por su protagónico. Stern rememora una vez más: "Todos se divertían bastante haciendo la serie, menos Don. Estaba demasiado preocupado, como si temiera que si se divertía demasiado, eso le traería mala suerte al programa. De todas formas, nunca le aguaba la fiesta a nadie. Solo se mantenía un tanto alejado de los festejos".