BUENOS AIRES | VICTORIA MOLNAR
El uruguayo Alfredo Iriarte es reconocido en el ambiente teatral internacional por las máscaras de cuero que realiza en su casa/taller ubicado en un conventillo restaurado del barrio porteño de La Boca.
Hace 28 años que Iriarte vive en Buenos Aires. A sus 47 años tiene una amplia trayectoria como actor, director y realizador teatral. En ese ambiente es reconocido además por sus excepcionales máscaras de cuero. De hecho, muchos de sus trabajos se encuentran en el Museo del Carnaval de Montevideo ya que es caracterizador y ambientador de la murga Agarrate Catalina. Realizó la máscara de José Mujica que, en 2005 bajo la interpretación de Martín Cardozo le valió el primer lugar en el Concurso Oficial a la, entonces, novel murga. Con tres de esos galardones en su haber, el próximo 1º de diciembre el conjunto despedirá su primera década en el Luna Park de Buenos Aires y, como siempre, Iriarte los apoyará tras bastidores.
La máscara original de "Pepe" fue confeccionada en látex e Iriarte la define como "más grotesca porque en el tablado se ve de lejos". Ese año acababa de nacer su hija y no podía viajar a Montevideo así que la hizo en Buenos Aires en base a un par de fotografías de revistas que consiguió del entonces ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca. "La mandé a Uruguay con un amigo que es de los Diablos Verdes y siempre me dice en broma que si hubiera sabido lo que generaría la tiraba al río… Ese año cerró todo, ganamos, fue un revuelo", cuenta risueño en su casa/taller, a tres cuadras de Caminito y otras tantas de la Bombonera, donde vive junto a su mujer, la especialista en caracterización de personajes, Gabriela Guastavino y a sus hijos Antonia y Alfonso, de 7 y 9 años, que cada verano se ponen también sus trajes de murguistas.
Iriarte se unió a Agarrate Catalina cuando el grupo no era conocido y estaba en Murga Joven. Cada enero, bajo la promesa un tanto incumplida de playa para sus hijos, desembarca en algún balneario tranquilo cercano a Montevideo y pone manos a la obra para confeccionar todo lo que requiera el grupo dirigido por los hermanos Tabaré y Yamandú Cardozo. De perfil bajo y laborioso, recién este año se "quedó exprofeso para vivir el fenómeno de los festejos de la murga en la Torre de Antel" y cuenta que conoció al presidente uruguayo durante un asado. "Martín (Cardozo) me presentó y le dijo que yo había hecho su máscara y Mujica me dijo `Así que fuiste vos` y me dio dos palmadas en cada mejilla", cuenta Iriarte sobre la amable reprimenda de su representado.
Si de políticos se trata, a la de Mujica le siguieron las máscaras del ex presidente uruguayo Luis Alberto Lacalle y la del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. En el caso de los presidentes de izquierda, más tarde Iriarte generó unas de espuma de látex para las apariciones que el menor de los hermanos Cardozo realizó en el programa televisivo La culpa es nuestra durante 2007 y que junto a la murga han recorrido Argentina, Brasil, México, Paraguay, Chile, Cuba, Panamá, España y Francia. "De alguna forma la juventud que yo no viví en Montevideo la vivo ahora con la murga. Lo tomamos en serio, es un proceso muy intenso y exigente, un desafío que nos provoca seguir haciéndolo año a año. Creo que la Catalina empujó el género, hizo que evolucione, y yo lo vivo como un logro porque con ellos mi trabajo viajó por todo el mundo", dice.
Catalinas argentina. Iriarte se crió en Sayago -"territorio de la murga Contrafarsa". Hijo de un carpintero, sus comienzos fueron humildes pero alejados de lo que él denomina "la pobreza extrema", en la que "faltan la cultura y la educación". Siguió los pasos de su padre: en vez del liceo hizo carpintería en la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU), allí conoció al escultor Javier Nieva y se convirtió en su discípulo. "Nieva trabajaba de imaginero, entre otras hicimos el Cristo de la Iglesia del Colegio Seminario y también una plaqueta de bronce que declara monumento histórico al Estadio Centenario. Él quería que me concentrara en la escultura, pero yo descubrí el teatro…", recordó. Tomó clases de mimo con la actriz y directora uruguaya Estela Mieres, quien lo animó a especializarse: "Las escuelas de mimo estaban en Francia o en Bs. As., era muy joven y yo decía que a Europa iba a llegar pero con un trabajo mío, era cuestión de rebeldía porque tampoco tenía muchas posibilidades de ir".
A los 19 años cruzó el Río de la Plata. "Nunca me fui del todo. La Boca es como un barrio de Montevideo, acá estamos cerca del río y creo que por eso hay muchos uruguayos", dice a El País en una nostalgia de palabras sabias que retratan una ciudad que a diferencia de Montevideo está construida de espaldas al agua. En La Boca se sumó al grupo Catalinas Sur, que desde 1983 es el impulsor de la red de teatro comunitario en la Argentina. Se trata de una experiencia que marca el desarrollo de la carrera artística de Iriarte y con sus creaciones interpretadas en plazas de barrio logró llegar a Europa, tal y como quería en sus años mozos. Aunque le cuesta encasillarse se define: "Soy como un teatrista". "Hago todo lo que se precisa para un espectáculo, ahora las escuelas tienden a la especialización pero antes existían las compañías y en ellas tenías que saber hacer de todo: ser actor, realizador, bailarín, cantante, un poco de música y ese modelo tiene que ver con el carnaval del Uruguay", explicó.
Mascarero autodidacta. Iriarte realiza máscaras desde hace unos veinte años cuando quedó fascinado con unas que un amigo trajo provenientes del Teatro Balinés de Indonesia. Si bien al principio las hacía en madera, en la actualidad ha logrado cosechar prestigio por sus trabajos en cuero. "Tengo un muy buen nivel y hay grandes maestros de teatro que tienen máscaras mías. Por ejemplo la escuela Jacques Lecoq me ha comprado máscaras neutras: un rostro en descanso, que sigue el concepto del teatro japonés y cambia sutilmente la expresión con el movimiento del actor", confiesa orgulloso.
Rituales entre sacros y paganos
"Los pesebres con articulaciones rígidas, se transformaron en marionetas con articulaciones más blandas y ahora hago títeres, escenografías, máscaras y todo lo que sea necesario para la representación. Sin ponerme místico, pasé de lo sacro a lo pagano, aunque en ambos casos se trata de un ritual, porque el rito es muy importante para el teatro", dice Iriarte resumiendo su trayectoria. "Ahora estoy en la búsqueda de nuestras raíces, buscando mascareros latinoamericanos", dice mostrando la máscara de una bella charrúa. En su taller hay más de 100 máscaras y en un rincón algunas fotos de Jorge Luis Borges auguran su próximo proyecto: "Estoy retratando figuras argentinas, para hacerlas me baso en fotografías pero también en el imaginario colectivo y voy a empezar por escritores", dijo y añadió que al genial y nunca Nobel creador de El Aleph le seguirá Julio Cortázar.