Drama del Medio Oriente en clave de humor ácido

Transgresión. Sandler en comedia sobre judíos y palestinos

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GUILLERMO ZAPIOLA

Hasta el momento, la situación en Medio Oriente parecía cosa seria, pero un equipo capitaneado por Adam Sandler no parece pensar lo mismo. El resultado se llama "No te metas con Zohan", se estrena el próximo viernes y ha generado algunos enojos.

En el papel al menos, la idea es graciosa y un grupo de comediantes talentosos puede hacer con ella algo realmente agudo. Lo que el protagonista Sandler, su director Denis Dugan y sus colibretistas Robert Smigel y Judd Apatow han hecho está siendo discutido: críticas divididas, una franja de público que ya ha convertido al film en un título "de culto", y prohibición en varios países árabes.

Cuando se sabe de qué trata puede entenderse el por qué de algunas de esas reacciones. Sandler interpreta a un agente del Mossad (el eficiente servicio de inteligencia israelí) que termina hartándose de su profesión, finge su propia muerte y asume otra personalidad para dedicarse a su vocación más profunda: la peluquería. Se traslada a Nueva York y consigue trabajo en un salón de belleza manejado por palestinos. Muy pronto se convierte en un éxito con la clientela femenina, pero el destino lo persigue: un agente palestino que responde al seudónimo de El Fantasma (John Turturro) le sigue la pista, e inevitablemente conduce a un enfrentamiento que conoce, empero, un giro inesperado cuando los dos enemigos deban unir fuerzas contra una amenaza que pende sobre ambos y sobre todo el barrio en que viven. Hay una complicación adicional, todavía: un romance del israelí con la hermana del palestino.

Quienes hayan seguido la carrera de Adam Sandler saben perfectamente que, con ese material, puede hacer literalmente cualquier cosa. Es un comediante desparejo, que cuando acierta puede crecer hasta el nivel de Embriagado de amor (de acuerdo, ahí el director era Paul Thomas Anderson) o hacer cosas atendibles como Un gran chico o Spanglish, y hasta ponerse más serio (La esperanza vive en mí), pero también descender a niveles de payasada y trazo grueso. Reconozcamos que tiene una virtud adicional, de todos modos: la incorrección política. Hoy, eso solo es ya un mérito.

Algo de todo eso parece haber en No te metas con Zohan, en cuya mezcla de crítica, sarcasmo y escatología algunos han querido ver una influencia de Borat. Otros reconocen directamente (el prestigioso Roger Ebert es uno de ellos) que se han divertido con sus bromas crudas y su falta de respeto, una parte del público parece desternillarse de risa, y no han faltado tampoco los ofendidos.

Sandler sostiene que no tiene una "agenda política", y que su película no toma partido en el conflicto del Medio Oriente: según él, sus bromas y sus ofensas se distribuyen democráticamente entre ambos bandos. De hecho, gran parte de la acción transcurre en un barrio neoyorkino donde israelíes y palestinos conviven en paz, lo cual debe ser entendido como el sentido último de la película: la convivencia es posible si se acepta que el otro es un ser humano, diverso y respetable. Que la película lo diga entre bromas (aunque sean de grueso calibre) no le quita a la idea una cuota de validez.

Enojos y censuras

El film ha generado reacciones encontradas en los países que encarnan a los dos bandos involucrados. En Israel ha sido un éxito de público, tal vez porque hay una tradición judía de burlarse de sí mismos.

La reacción al otro lado de la frontera ha sido distinta. Fue prohibida en Egipto, Líbano y los Emiratos, y se espera que lo mismo ocurra pronto en otros países árabes.

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