CARLOS REYES
Cuatro actrices de teatro clásico emprenden la ardua tarea de recrear la Francia de Luis XIII y las intrigas del Cardenal Richelieu. Para eso, cada una asume el papel de un mosquetero. Pero desde el vamos las cosas salen mal. Las luces del escenario no funcionan, la música falla, y el espectáculo entra en una vorágine de errores que apunta hacia el desastre.
Así es Las mosqueteras del Rey, que escrita y dirigida por Manuel González Gil (el mismo de Montevideanas) reúne a un elenco integrado por María Leal, Virginia Lago, María Valenzuela y Emilia Mazer, en una comedia musical que llega de la Argentina para presentarse a partir de pasado mañana en el Stella. La obra va el viernes y sábado a las 21 hs. y el domingo a las 19 hs., con localidades desde $ 280.
Para conocer detalles del espectáculo El País habló con María Leal, quien repasó los hitos de su carrera, opinó sobre la televisión de su país y la política de ambas márgenes del río.
-Es un divertimento y un juego teatral muy gratificante, y a la vez aborda un género muy difícil como es la comedia musical. Por otro lado también tiene una cosa de clown que la hace muy hilarante, con un clima de fiesta que se trasmite al público. La obra es como un mecanismo de relojería, que termina como un gran homenaje a los grandes capocómicos, desde Pepe Biondi a Niní Marshall.
-¿Es un papel exigente?
-Sí, de una exigencia física muy grande, porque cantar y bailar a esta altura de la giornata, sin ser cantante ni bailarina, no es poco. Tuvimos muchas horas de ensayo, entrenando y también cuidando la voz. Luego estuvimos de gira por las capitales de las provincias, y el 13 de julio estrenaremos en Buenos Aires. La gira, entonces, termina en Montevideo.
-¿Cómo describiría a sus compañeras de elenco?
-Es difícil. María Valenzuela es una compinche, muy buena actriz y con mucha energía actoral. Emilia Mazer es talentosa, inquieta, y como es la más chica se da una cosa de protección. Y Virginia Lago es una compañera de la vida. Tenemos una larga historia juntas arriba del escenario.
-Justamente con ella hizo usted "Esa relación tan delicada"...
-Sí, esa obra significó mucho para mi, porque aunque yo empecé mi carrera en el teatro, como hice muchas cosas muy populares en televisión, se me puso la etiquetita de actriz de televisión y no me llamaban para hacer teatro. Y Virginia Lago y el director Manuel Iedvabni me dieron esa posibilidad y fue impresionante: me gané todos los premios.
-Con esa obra usted vino al Teatro del Notariado. ¿Recuerda el comportamiento del público uruguayo?
-Sí, porque era una obra dramática pero tenía momentos de humor, y el público de la Capital lo festejaba, se reía un poco, y el de las provincias, apenas un poquitito, muy tímidamente. Y el público de acá, de Uruguay, a donde vinimos muchas veces, se reía francamente, franca y abiertamente. Es un público realmente teatrero. Espero que ahora también sea así.
-Usted llegó a la televisión muy joven. ¿Cómo fue a parar allí?
-Yo debuté con teatro para niños y un día había acompañado a mi amiga la actriz Estela Maris Closas al Canal 9 y ella saludó a un señor, y él me empezó a mirar y me preguntó si yo era actriz. Yo iba a decir "no", y Estela me pegó un codazo y dijo "Sí, es actriz". El señor me condujo, subiendo unas escaleras, en el antiguo Canal 9, y entramos al control de un estudio. Luego me dijo "Vos debés ser muy buena actriz", me dio tres libros y me dijo "Tomá, mañana empezás a grabar". Yo no sabía de qué me hablaba: era el teleteatro Simplemente María, que fue un éxito rotundo en 1968. Y por esas cosas de la vida me convertí en coprotagonista de la novela. Así, por la suerte. Fue como una varita mágica.
-¿No se le llenó la cabeza de humo?
-Es que después se hizo la continuación, que se llamó María chiquita, donde yo era la protagonista, y fue un fracaso. Y se lo agradezco a la vida, porque en el `68 yo pasé de no ser nadie a ser Gardel. Y con ese fracaso me di cuenta que era el mismo barco el del éxito y el del fracaso, y que había que tener mucho cuidado. Al año siguiente hice La pecosa, y de nuevo fue un éxito. Pero ahí yo me dije "Esto hay que tomarlo con mucho cuidado, porque vas y venís".
-¿Cómo era aquella televisión de los `60?
-Se hacía a pulmón: la ropa la poníamos nosotros. Aquellas series no tenían la producción que hay ahora, pero había algo de ternura y de esfuerzo que hoy en día yo no lo veo.
-Dos palabras sobre "Grande Pá!"
-Fue un aborto de la naturaleza. Fue un hecho aislado: nunca existió otro programa así. Incluso ahora, con los partidos del Mundial, los tres canales juntos no llegan al rating que hacíamos. Fue algo mágico. Y eso que en cuatro años y medio nadie dijo una mala palabra.
-¿Y cómo fue para usted ahora hacer "Mujeres asesinas"?
-Es bravo. Dudé muchísimo en hacerlo, básicamente por mis padres, por mis hijos no porque con ellos no hay problema. Pero por mis padres sí porque tenía que salir desnuda, drogándome, y teniendo sexo con un menor. Pero una vez que me decidí, me metí de lleno, con todo. Me ayudó mucho el equipo de trabajo, que tiende una gran red para contenerte. Ahí juega un papel clave Daniel Barone, el director, con quien ya había trabajado en Vulnerables.
-¿A qué atribuye ese éxito?
-Es muy fuerte el hecho de que la gente sabe que son historias verdaderas: impacta saber que eso sucedió. Yo no soy de escupir al cielo, porque estoy participando de ese ciclo, pero es duro que el programa de mayor prestigio de la televisión argentina cuente la vida de mujeres asesinas. Es duro.
Desde los personajes imaginarios de la infancia a los presidentes
"Creo que fui actriz antes de darme cuenta -afirma María Leal-, porque a los cuatro o cinco años tenía personajes inventados por mí: uno era la vieja solterona, otra la nena chiquita. Y con esos personajes divertía a mis primos y cuando alguno no quería comer me ponían a hacer todo eso".
Al terminar el colegio secundario esa vocación se consolidó: "Lo que yo quería hacer era un doctorado en matemática, pero pensé que, como soy obsesiva, eso me iba a llevar a la locura. Así que me anoté en Medicina y Abogacía, y como era verano me fui para Miramar. Y mi hermana me llamó y me avisó que había inscripciones en el Conservatorio Nacional. Yo de teatro no sabía mucho más allá de mis propios personajes de la infancia, pero bueno, me presenté, me aprobaron y pronto me enloquecía con ese mundo, y vi que era lo mío".
Consultada Leal sobre cómo ve la política argentina, la actriz respondió: "Tengo que tener esperanzas. Yo comulgo con la postura de mi presidente, y me alegra que toda Latinoamérica -Chile, Venezuela, Bolivia y acá en Uruguay- estemos tirándonos para un lado diferente. Pero hay algo de prepotencia y de soberbia en estos presidentes que creo que ellos tendrían que modificar. Creo que se van por las orejas -como se dice en criollo-, porque, por ejemplo, las declaraciones de Tabaré Vázquez con respecto a la prensa es irse por las orejas, porque pueden traer una mala lectura y se puede hablar de censura. Las mismas cosas hace nuestro presidente, con expresiones que parecen impensadas, sin planificar. Tienen que pensar bien lo que dicen. Entonces, por eso me enojo con estos presidentes, el tuyo y el mío. Porque creo que por culpa de tu presidente y del mío es todo lo que está pasando con lo de las papeleras. Porque eso tiene que ver con un mal manejo político. Nada más".