Cuando los príncipes vienen llegando

La ceremonia de transmisión del mando presidencial atrae a nuestro país a figuras dominantes del escenario mundial. Hay protagonistas de diversos tipos, y por ahí también se filtra algún actor de reparto. Alfredito Etchegaray (que está en todas) se encuentra al borde del soponcio, reparando en los mil detalles de un organización protocolar en la que se mueve como pez en el agua. Tiene que pensarlo todo, hasta en conseguir un buen cenicero para Fidel.

La nota simpática en esta fiesta de la democracia (más bien, de la "demosgracias" a Dios de que las cosas van saliendo suaves) será la adhesión de las monarquías europeas a los actos de asunción de una coalición de izquierdas al gobierno de esta república, de orientales tan ilustrados como valientes.

Un príncipe español y un príncipe inglés participarán en la novedad uruguaya, y tendrán ocasión de conocer (si bien fugazmente) a los variados ejemplares de nuestro folclore político, extrañándose —tal vez— de que en un tablero de apenas tres millones y pico de habitantes, haya tantas piezas diferentes.

Felipe de Asturias (por su talla, le calzaría mejor el título de "Felipe de Alturias") viene con su esposa, doña Letizia Ortiz. Es una pareja "glamorosa" —así la describen las revistas del corazón, que tienen adjetivos para todo—; y en la oportunidad quedará demostrado el acierto del heredero del trono hispánico al elegir a una inteligente y seductora periodista de televisión, por sobre tanta condesa o duquesa bobota que desfila por los palacios reales. Letizia es una españolísima "canela fina", que dice lo justo, sonríe cuando debe y nunca queda en blanco.

El Reino Unido estará presente a través del hijo menor de Isabel II, el príncipe Edward, que arriba en solitario. Su esposa, la simpaticona Sophie Rhys-Jones (no confundir con la bellísima Catherine Zeta-Jones, que de venir podría provocar un paro general, nada menos que el 1o. de marzo) permaneció en Londres, como sencilla ama de casa, para cuidar a su bebita de 15 meses. Son el binomio infaltable allí donde la Corona británica tiene que estar dignamente representada. Por otra parte, han abandonado sus respectivas actividades personales para dedicarse por entero a apoyar a la soberana, que por razones de economía ha suprimido servicios y echa de menos al ama de llaves y a las cinco mucamas que la ayudaban a colocar sus sombreros en el placard X de la habitación No. 43 de Buckingham Palace.

Las chicas que en nuestro medio siguen cursos de comunicación están desoladas porque últimamente los príncipes han marcando una evidente predilección por damas vinculadas a esa moderna ciencia para llevarlas al altar... pero los dos que vienen están "copados": Letizia se hizo famosa por sus informativos en la TV española, y Sophie —relacionista pública— se relacionó tan bien con Edward que se casó con él, que era productor televisivo. Las alumnas se comentan: "Si al menos hubiese venido Alberto de Mónaco —que está en Mesa de Saldos— quedaba esa chance".

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