La historia de "La semilla del fruto sagrado", la película iraní que desafió al régimen y llegó a los Oscar

Filmada en la clandestinidad, la nueva película de Mohammad Rasoulof ganó cuatro premios en Cannes y fue nominada al Oscar, mientras su director escapaba de una dura condena en Irán.

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Soheila Golestani y Misagh Zare en “La semilla de la higuera sagrada”.

Con información de The New York Times
Mientras filmaba su nueva película, La semilla del fruto sagrado, el director Mohammad Rasoulof se enteró de que enfrentaba una condena de ocho años de prisión por hacer películas que critican al gobierno autoritario de Irán.

Así que Rasoulof huyó de Irán, se dirigió a Alemania y llegó a Francia para asistir al Festival de Cine de Cannes. Allí, el estreno con excelentes críticas de La semilla del fruto sagrado —que se fue de Cannes con cuatro premios, incluido el Premio Especial del Jurado—, inició un elogiado camino que lo llevó a una nominación al Oscar en la categoría Mejor Película Internacional, representando a Alemania.

Ambientada en el contexto de las protestas estudiantiles en Teherán, La semilla del fruto sagrado sigue a un juez de instrucción del Tribunal Revolucionario de Teherán, cuya tarea de aprobar sentencias de muerte comienza a afectar profundamente su vida y la de su familia. La paranoia del juez aumenta cuando desaparece su arma, y al empezar a sospechar que su esposa y sus hijas conspiran en su contra, toma decisiones drásticas para descubrir al culpable.

Rasoulof contó que la idea de la película le vino en 2022, cuando fue encarcelado junto al director Jafar Panahipor firmar una petición que pedía a las fuerzas de seguridad iraníes actuar con moderación durante las protestas públicas.

Tras su liberación, en febrero de 2023, el director comenzó a planear el rodaje clandestino de La semilla del fruto sagrado con un equipo reducido, para no levantar sospechas.

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El director iraní Mohammad Rasoulof en Cannes

“A veces alguien decía: ‘Hay alguien merodeando afuera’, y todos salíamos corriendo”, relató Mahsa Rostami, una de las actrices de la película, durante la conferencia de prensa en Cannes. “Solo rezábamos para que este proyecto pudiera llegar hasta el final".

Eso significó que el director tuvo que renunciar a su teléfono, con el que creía que las autoridades podían rastrear su ubicación. Y cuando contrajo covid en un lugar remoto durante el rodaje, el equipo de producción consiguió una identificación falsa para que pudiera ser hospitalizado sin revelar dónde se encontraba, explicó Rasoulof.

“Nuestra vida es como la de los gánsteres, excepto que somos gánsteres del cine”, recordó haber dicho a su equipo.

A un tercio del rodaje, un tribunal iraní condenó a Rasoulof a ocho años de prisión y flagelación, al considerar que sus películas eran “ejemplos de colusión con intención de cometer un delito contra la seguridad del país”, según su abogado.

Rasoulof apeló la sentencia para ganar tiempo y terminar el rodaje, aunque sabía que eso podría ponerlo en un peligro mayor.

“Obviamente, sabía que hacer esta película conllevaría nuevos cargos en mi contra”, dijo Rasoulof. “Me dije a mí mismo: ‘Ya no debo pensar en esto, debo cerrar esta puerta en mi mente’, y eso fue lo que hice. Confié en la lentitud de la administración judicial para poder terminar el rodaje.”

En marzo, Rasoulof se enteró de que su apelación había sido rechazada y la sentencia confirmada. Sabiendo que pronto sería arrestado, tuvo solo dos horas para decidir si se quedaba o huía.

“No fue una decisión fácil”, afirmó en la conferencia. “Aún hoy me cuesta hablar de ello.”

Con la ayuda de jóvenes activistas que conoció durante su anterior estadía en prisión, Rasoulof se deshizo de sus dispositivos electrónicos y cruzó las montañas fronterizas iraníes hasta llegar a una casa segura. Dijo que, antes de escapar, había contactado a las autoridades alemanas, país donde había vivido, y le emitieron un documento temporal de viaje.

Desde entonces, el Tribunal Revolucionario ha abierto una nueva causa penal contra Rasoulof, su elenco y algunos miembros de su equipo, alegando que la película amenaza la seguridad nacional de Irán y difunde indecencia. La mayoría de los miembros principales del elenco abandonaron Irán, excepto la actriz principal, Soheila Golestani, que es la única que enfrenta un juicio en persona.

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