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Desde febrero comenzaron a ingresar al catálogo de Netflix las películas del estudio Ghibli, una leyenda del cine de animación en el mundo
Seguramente sea El viaje de Chihiro la película más conocida de los estudios Ghibli que desde hace unos meses comenzó a sumar su catálogo al servicio de streaming de Netflix.
Si bien los responsables de los estudios de animación suelen ser desconocidos para el público en general (como los de Aardman, Laika, o Illumination), Ghibli es sinónimo de Hayao Miyazaki, su director, ejecutivo y mente creativa detrás de los títulos del estudio nipón.
Nacido en Tokio en el año 1941, la infancia de Miyazaki estuvo determinada por dos aficciones, los aviones y el dibujo. Con solo 22 años tuvo la oportunidad de trabajar para los estudios de animacion Toei (responsables de clásicos como Marco y Heidi), que en ese entonces era la empresa más importante de animación en Japón.
Ya independizado y con su estudio de animación propio, fundado en 1985 (junto a su colega y mentor Isao Takahata que también dirigió varias películas del estudio), Miyazaki se centró más en las tramas y el desarrollo de los personajes (en su mayoría con una gran impronta femenina) que en el desarrollo de técnicas modernas de animación. De allí que sus películas compartan rasgos con las producciones de Toei.
Y Ghibli (como más adelante haría Pixar en otro lado del mundo), desarrolló un estilo visual y narrativo que tiene como resultado títulos personales e intimistas que son apreciados por niños y adultos, consiguiendo además el reconocimiento y distinciones de la crítica especializada.
Las películas del estudio son ensoñaciones donde espíritus vengativos conviven con hechiceros y seres mitológicos, en su mayoría protagonizadas por niños o jóvenes que entran o se mueven en un mundo lleno de color. Y mientras los estudios de animación (salvo excepciones como Laika o Aardman que trabajan con la técnica stop motion) cada vez apuestan más a la tecnología para animar sus películas, Ghibli se mantiene fiel a su estilo, apostando por el trabajo tradicional sobre papel. Y si bien la técnica es más costosa (y Miyazaki llegó a lesionarse la mano revisando los fotogramas de La princesa Mononoke), visualmente, el resultado es impresionante. Además, sus historias mezclan tradiciones japonesas (como La princesa Mononoke o El cuento de la princesa Kaguya) con literatura occidental (como Cuentos de Terramar sobre la saga de Ursula K. Le Guin o El viaje de Chihiro que es una adaptación de Alicia en el país de las maravilas de Lewis Carroll) y material original creado por Miyazaki.
Desde inicios de este año, Netflix ha ido sumando mes a mes películas de los estudios Ghibli a su catálogo. Actualmente se encuentran disponibles clásicos como El castillo en el cielo (primera película de los estudios), La princesa Mononoke, Nausicaa del valle del viento, Kiki: Entregas a domicilio, Mi vecino Totoro y Recuerdos del ayer, que se mezclan con producciones más modernas como El viaje de Chihiro, El mundo secreto de Arriety o El cuento de la princesa Kaguya.
Desde el primero de abril se sumarán a Netflix títulos más recientes como Ponyo y el secreto de la sirenita, El viento se levanta, El recuerdo de Marnie y El increíble castillo vagabundo, de las cuales, muchas no llegaron a tener su estreno en cines, y esta anexión a Netflix es una buena oportunidad para disfrutar de estas producciones premiadas en el mundo, sin salir de casa.