Ibáñez milita en contra de lo que llama "música basura". Y dentro de ese segmento pone a Beyoncé como el símbolo de un mercado en decadencia. A su entender, España está sumida hoy en "una dictadura de la mediocridad" y simpatiza con Mujica.
"Tú tienes que cantar mis poemas porque tu voz está hecha para cantar mi poesía", le dijo Pablo Neruda a Paco Ibáñez en 1970, cuando ambos se cruzaron por casualidad en una radio parisina. Pero no fue el único que adhirió al trabajo del intérprete español. Su magia también llegó a oídos del pintor Salvador Dalí, quien lo buscó tras haber escuchado su trabajo con poemas de Federico García Lorca y Luis de Góngora.
"Una amiga justo estaba de vacaciones en Cadaqués, la ciudad de Dalí, y fue una casualidad que le acercara una grabación mía. Él enseguida preguntó quién era yo. Me buscó, porque quería resarcirse con Lorca, dado que ellos tuvieron una relación muy estrecha, y quiso pintar la carátula de mi álbum", recuerda Ibáñez en diálogo con El País, a pocos días de presentar en el Auditorio Nacional Adela Reta un espectáculo dedicado a los poetas de América Latina. Será el próximo 29.
En este repertorio caben nombres como Alfonsina Storni, César Vallejo, Nicolás Guillén, Rubén Darío y Neruda, pero no hay lugar para uruguayos, a pesar que le gusta leer a Juana de Ibarbourou, Mario Benedetti y Juan Carlos Onetti. "Pues, la explicación es que no sale, no se puede explicar por qué. El poema de Benedetti que dice `uno y uno son más que dos` me encanta pero no ha salido una canción. Uno tiene sus límites", se excusa, amparándose en el mandato de la intuición. "El poeta recibe la inspiración pero después pasa por el control, por el filtro de su criterio, y si las palabras no le van pues las desecha, las abandona. Hasta que aparecen esas con las que tiene ganas de viajar. Con las canciones es lo mismo, uno empieza titubeando, poniendo una nota aquí o allá. Y cuando le aciertas dices: ¡olé!".
LOS OTROS. Consultado sobre por qué dedicó su vida a musicalizar versos ajenos en lugar de escribir los propios, y en definitiva, sobre el motivo que lo llevó a buscar las palabras afuera y no dentro suyo, Ibáñez responde con una frase imposible de olvidar: "me siento inferior a todos los poetas que canto". "Puede ser por haber pasado toda la infancia cuidando vacas y bueyes y por haber constatado que no valgo para eso. Así que zapatero a tus zapatos, yo no tengo ganas de hacer el ridículo".
Pero el intérprete no sólo es exigente y duro consigo mismo cuando habla, también lo es con el pop que prolifera en las radios y el público que lo consume: "no sé si el valor de la palabra en la música se ha ido perdiendo o si ya está perdido. Cuando por ejemplo te fijas en ese monstruo, esa tal Beyoncé que ha vendido cien millones de discos, es un insulto a la sociedad, un insulto al ser humano. Esta mujer vende canciones porque mueve bien su cuerpo, se contorsiona y hace gimnasia cada día. Pero las canciones tienen que decirte algo, se supone que te hacen vibrar; eso que hace es puramente visual, no es poesía. Entonces hay gente que no tiene talento para nada y perdonen la palabra: es pura porquería. Y hay cien millones de personas imbéciles, idiotas, de pobreza mental tan grande como para comprar un disco de esta mujer. No se puede aguantar eso. La gente ha perdido el criterio de los valores".
Según su percepción del mercado, países como España y Uruguay están "dentro del mismo molde". Pero los franceses escapan "porque guardan todavía un criterio, son los que primero hicieron la revolución", señala. "Y si sales al mundo con un perfil sólido es difícil que te lo arranquen. Los americanos tienen el dinero para comprar las radios y lo único que hacen es tapar todo lo que no sea de ellos".
Ibáñez se enoja, en cierto punto habla ofuscado, porque "la música basura es la que más vende". Lo repite con su voz áspera y la certeza de haber hecho siempre lo que quiso, incluso negándose a recibir premios que son codiciados. "No me gustan las pamplinas, los falsos premios, porque no te los dan porque te los merezcas sino porque se van a lucir ellos. Es un juego, es una manipulación. Y el mejor premio para mí es el público, que te aplaude o no".
Este gran musicalizador de clásicos, sin embargo, no está peleado con el mundo. Él se encargó en todo caso de crear el suyo propio, para albergar a otros que buscan abrigo en la poesía, "que es capaz de salvarte igual que un buen paisaje, un árbol espléndido o una nube que pasa, si tienes sensibilidad y estás conectado con la vida". A pocos días de cumplir 78 años se define como un hombre feliz, "porque si alguien me ofrece todo el oro del planeta para que le cante y no me cae bien, pues puede ofrecerme diez veces más que no tendrá suerte". Y a eso le llama libertad.
Paco es el menor de cuatro hermanos, de padre valenciano (un militante anarquista que fue arrestado durante la dictadura de Franco) y madre vasca, que a pesar de haber hurgado en la poesía con avidez durante tantos años no se considera un gran lector. Hoy lee las historias breves de Fernando Amezketarra, quien utiliza un lenguaje similar "al de su tío, su abuelo, los bueyes y las vacas" que lo rodeaban en su caserío de niño. "Un autor que algunos consideran tonto, pero tontos son los que opinan eso", apunta.
El exilio y el encarcelamiento de su padre son situaciones que lo acompañaron en todas las decisiones que tomó después, advierte, "porque de repente oyes una canción de la época de la guerra y ese algo que parece estar dormido se despierta dentro de ti y sientes angustia, pero no puedes vivir en el dolor, así que tú mismo lo apartas. Pero ahí está".
Para él, España está sumida en una "dictadura de la mediocridad": "aquí la gente se cree que es libre y la hacen pasar por el tubo sin que se enteren. Es la dictadura de los que tienen poder y dinero. La dictadura del fútbol. De las cosas vulgares".
Sin embargo, el presidente uruguayo José Mujica, con quien cenó hace dos años en Montevideo después de su concierto, le cae en gracia. Lo considera "campechano, noble y con criterios bien establecidos y claros". Ibáñez se identifica con él porque "cree en lo que promete y en lo que sueña".
"Hay una especie de bache, me cansé de buscar poetas jóvenes"
El músico coincide con el poeta Gabriel Celaya en que "la poesía es un arma cargada de futuro".
A quien todavía no se haya dado cuenta de eso, le recomienda que "se levante, se refresque la cara y vaya a buscarla". Ibáñez está un poco decepcionado por no encontrar poetas jóvenes valiosos, que lo movilicen: "me cansé de buscar y no encontrar. O no me buscan a mí, pero creo que hay una especie de bache". Sin embargo los jóvenes lo escuchan, algunos "porque sus padres los castigaban poniéndoles un disco mío cuando tomaban el biberón", bromea y regresa al valor de la poesía.
"Es un canto a la vida, en todos sus aspectos y en todas sus profundidades y superficies, es la palabra mágica, que de pronto te despierta si estás un poco dormido o sin saber dónde estás. Una palabra es pura energía. Ahora estoy leyendo a un haitiano que escribe en prosa y que si estás un poco desanimado con el plafón bajo, cuando nada te sabe a nada, hace que brote todo y las flores por el camino te saludan, te dicen `¡olé Paco! ¿adónde vas?`". Habla de René Deprestre.