Le falta ganar un montón de autoconfianza y algo de descaro a este James McGill para convertirse en el Saul Goodman que se aprendió a querer en Breaking Bad, de la cual esta serie Better Call Saul es un spin off, un desprendimiento.
La primera temporada, que ya se puede ver completa, transcurre tres años antes de que su vida se cruzara con la disfuncionalidad familiar, legal y social de Walter White.
Igual, este proto Saul ya tiene algo de aquellas agallas temerosas que lo llevaron a meterse en asuntos tan espinosos como la venta de drogas y salir sin que lo roce ninguna astilla, pero le falta. A la altura de ésta, su serie propia —que es un largo flashback que se dispara después de que pasó lo que pasó en Breaking Bad—, Saul recién está empezando el camino que lo llevó a cruzarse con narcotraficantes y gente de esa calaña.
Por ahora es Jimmy McGill, el hermano de uno de los abogados más respetados de Albuquerque. Tiene un pasado como estafador de poca monta (que explica su tendencia a tentar a la suerte del peligro) pero intenta seguir en el camino correcto. Nadie da mucho por él pero se recibió de abogado (es cierto que por correo y con título de la Universidad de Samoa) y demuestra una habilidad natural para resolver casos e incluso cruzarse con uno de los grandes. Su estudio está en los fondos de un salón de belleza coreano; su auto necesita chapa y pintura; su vida amorosa es casi platónica y los 20 dólares que cobra por certificar una herencia son una fortuna para él. Así de mal está.
El tono no es de comedia pero tampoco es dramático (aunque encima el pobre Saul debe lidiar con un hermano abusivo y fóbico a las radiaciones electromagnéticas) un medio camino que parece ser propio de Vince Gilligan, el creador de Breaking Bad, que tiene la habilidad de contar una anécdota terrible y hacértela pasar por un chiste. Hay una intención cinematográfica en los coloridos planos panorámicos que hacen juego con la vastedad de Nuevo México, pero también con la soledad y el despojo que viven sus personajes. También hay un aire kitsch tirando a vintage que ya queda claro en los créditos con estética VHS.
La temporada es de 10 capítulos, en los que al principio se demora en encajar. Quizás porque había derecho a pretender a que la serie se dedicara al Saul Goodman que todos conocemos y no a este Jim McGill que, a los 40, recién está aprendiendo a valerse por sí mismo. Pero una vez que se consigue vencer ese prejuicio y algunos desvíos que parecen redundantes, Better Call Saul es un gran prólogo para entender a un personaje tan pero tan entrañable.
Conviene avisar que apenas hay referencias a la nave nodriza de Breaking Bad. A no ser por la presencia del eficaz y silencioso Mike Ehrmantraut que es casi un coprotagonista y una suerte de cameo de Tuco Salamanca, Better Call Saul transcurre en un universo paralelo. Aunque los fans fantasearon con ver de fondo a Jesse, Walter o Gustavo, por ahora, andan en otro vecindario.
Better call saul.
Creada por: Vince Gilligan y Pete Gould. Dirección: Sandra Nettelbeck. Producción original: AMC. Productores ejecutivos: Gilligan, Gould, Mark Johnson y Melissa Bernstein. Con: Bob Odenkirk, Jonathan Banks, Rhea Seehorn, Patrick Fabian, Michael Mando, Michael McKean. Temporada 1: 10 episodios. Dónde: Netflix.

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