El museo más grande y visitado del mundo debe renacer: tras la alarma, el futuro del Louvre y la Gioconda

Tras alerta por goteras y daños en un edificio calificado de "vetusto" y con una pirámide "obsoleta", el presidente francés Emmanuel Macron anunció el "Nuevo Renacimiento" del Louvre. ¿Qué implica?

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La Gioconda en el Louvre. Foto: Efe

Con información de AFP y El País de Madrid
Los lugares que hablan del pasado son escenarios perfectos para un líder político con ambiciones de posteridad. Y en el caso de Emmanuel Macron, el museo del Louvre se ha convertido en un clásico. Después de su primera elección en 2017, el presidente francés pronunció su discurso de victoria frente al museo. En 2024, en plena crisis política, el jardín de las Tullerías alrededor del antiguo palacio fue clave para los Juegos Olímpicos, que le permitieron tomar aire tras la fallida disolución de la Asamblea. Y este martes, Macron se presentó de nuevo en el museo más visitado del mundo, ahora para anunciar un plan de modernización que ponga fin a una nueva crisis.

Macron anunció este martes que la famosa Gioconda contará con una nueva sala, en el marco de una serie de cambios para un “Nuevo Renacimiento” del Louvre.

El museo más grande del mundo vive un final de ciclo”, aseguró en conferencia Macron, con la obra maestra de Leonardo da Vinci de fondo. “Se necesitan cambios fundamentales e inversiones a largo plazo para un nuevo renacimiento del Louvre”.

La preocupación sobre el museo situado a orillas del Sena en París está desde el 13 de enero, cuando su presidenta-directora, Laurence des Cars, envió una nota a la ministra de Cultura, Rachida Dati, para alertar del estado del lugar. Entre los problemas que planteó figuran la “multiplicación de desperfectos en espacios a veces muy degradados”, “equipamientos técnicos obsoletos” e “inquietantes oscilaciones de temperatura” que afectan a la conservación.

El plan bautizado “Nuevo Renacimiento para el Louvre“ prevé la creación de una nueva entrada para 2031, principalmente porque la pirámide inaugurada en 1988, que sirve de majestuosa entrada al museo y es un ícono global, está considerada en la carta como “estructuralmente obsoleta”.

El arquitecto Ieoh Ming Pei la concibió para acoger cuatro millones de visitantes anuales, pero, en 2024, el Louvre recibió 8,7 millones, el 80 por ciento extranjeros.

El objetivo ahora es atraer a 12 millones cuando las obras se lleven a cabo.

El nuevo acceso, cuyo diseño surgirá de “un concurso internacional de arquitectura”, se crearía en la clasicista Columnata de Perrault, situada en la fachada oriental y al lado opuesto de las pirámides, indicó ayer Macron.

La "Gioconda" tendrá sala con su propio ticket de entrada

Otros de los grandes cambios anunciados es la creación de un nuevo “espacio particular” para La Gioconda, “accesible de manera” autónoma, independientemente del resto del museo y “con su propio ticket”.

Más de 20.000 personas la visitan cada día, muchas de ellas celular en mano para tomar un fotografía, dejando imágenes de multitudes frente a esta obra de inicios del siglo XVI conocida también como Mona Lisa, y la mayor joya de todas las piezas que se exhiben en el Louvre.

La principal incertidumbre es cómo financiar estos anuncios cuando Francia busca reducir los elevados niveles de deuda y déficit públicos, Macron perdió las riendas del gobierno y este último carece de una mayoría en el Parlamento. Según el entorno del mandatario, el costo del proyecto asciende a entre 730 y 835 millones de dólares (700 y 800 millones de euros) y contaría con una contribución “muy minoritaria” del Estado.

“Todas las obras de la nueva entrada se financiarán con los recursos propios del museo, la venta de entradas, el mecenazgo y la licencia del Louvre Abu Dabi, sin gravar al contribuyente”, aseguró por ejemplo el presidente.

Respecto a las entradas, el mandatario abogó por que los turistas residentes fuera de la Unión Europea paguen más por acceder al museo a partir de 2026, una diferenciación que ya se aplica en parte. Actualmente, la entrada es de unos 23 dólares, pero es gratuita para todos los menores de 18 años y para los menores de 26 residentes en el Espacio Económico Europeo.

Francia ya recurrió a donantes privados y empresas para reconstruir la catedral de Notre Dame, tras el devastador incendio de 2019, recaudando unos 886 millones de dólares. El templo finalmente reabrió sus puertas en diciembre.

Goteras y un edificio "vetusto", la alarma sobre el Louvre

El 13 de enero, la directora del Louvre, Laurence des Cars, la primera mujer en gobernar esta institución en 230 años, envió una explosiva carta a la ministra de Cultura, Rachida Dati. En el documento, teóricamente confidencial, hablaba de un panorama de extrema decadencia: goteras, mala conservación de las obras de arte, deterioro de un edificio “vetusto” y, sobre todo, una experiencia insatisfactoria para los visitantes.

La nota tardó pocas horas en aparecer publicada en el periódico Le Parisien. La reacción de Macron no demoró.

La última gran reforma del Louvre se produjo a mediados de los años 80, cuando François Mitterrand ocupaba el Palacio de Elíseo. Entonces, entre otras cosas, se le encargó a Ieoh Ming Pei, uno de los arquitectos más prolíficos y venerados del mundo, el diseño y construcción de la gran pirámide de cristal y hierro que serviría para acoger a los visitantes de forma más ordenada. Terminaba entonces el caos, pero comenzaba la gran era del turismo de masas.

“La pirámide debía permitir al Louvre recibir a 4 millones de visitantes anualmente. Hoy tenemos más del doble y un año antes de la crisis sanitaria, el museo superó los 10 millones. Las condiciones de visita se han degradado”, apuntan las fuentes citadas.

El Louvre, construido en París a finales del siglo XII, fue durante siglos la residencia oficial de los reyes de Francia, hasta que Luis XIV, harto de las multitudes rebeldes en París, lo abandonó por Versalles.

Los trabajadores limpian esculturas en la fachada del Museo del Louvre en París
Trabajadores limpian esculturas en la fachada del Museo del Louvre en París.
Foto: AFP

Hoy esas hordas enfervorecidas han cambiado de aspecto y motivaciones y se colocan a diario alrededor de la pirámide de cristal del patio central con palos de selfies. Luego acuden en masa a la sala de los Estados, donde se encuentra la Gioconda. El lunes, pasadas las 10 de la mañana, la obra maestra de Leonardo da Vinci soportaba ya las fotografías y el aliento de centenares de turistas que ignoraban a su espalda la descomunal obra de Veronés, Las bodas de Caná. “El museo nos interesa, claro. Pero la cola la hemos hecho para ver a la Mona Lisa”, señala Juan Melero, alicantino que pasea con su esposa.

Los lunes son un día más tranquilo para adentrarse en las galerías del museo. Las obras pueden visitarse con relativa calma y no se aprecian grandes signos de deterioro, más allá de algunas reformas en marcha a la entrada del ala Denon. Pero la procesión suele ir por dentro, y “una visita al museo”, escribió la propia directora, se ha convertido en “una prueba física”, con obras de arte difíciles de encontrar debido a una señalización inadecuada, falta de espacio para que los visitantes descansen y escasas instalaciones de comida y sanitarias.

Des Cars, que fue nombrada en 2021, ha impuesto un límite de 30.000 visitantes por día para evitar el hacinamiento.

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