Industrias que emiten gases de efecto invernadero, empresas que hacen greenwashing, productos que tienen mayor o menor huella de carbono que otros… En esta edición del glosario, iremos de la G a la I para conocer estos y más conceptos. Aquí podés ver las ediciones anteriores del Glosario Sostenible:
Gases de efecto invernadero
Así se llaman los gases que atrapan el calor en la atmósfera. En sí mismos, no son malos: de hecho, han mantenido el clima de la Tierra habitable para los seres humanos y millones de otras especies. El problema es que actualmente se acumulan en cantidades desproporcionadas —principalmente, como resultado de la actividad humana— y el calor que atrapan es cada vez mayor.
Las consecuencias son cada vez más conocidas: calentamiento global, situaciones climáticas extremas, subida del nivel del mar, etcétera.
Estos son los principales gases de efecto invernadero:
- Dióxido de carbono (CO2). Según el Parlamento Europeo, este gas es producido de forma natural por los animales durante la respiración y a través de la descomposición de la biomasa. Pero, sobre todo, ingresa a la atmósfera mediante la quema de combustibles fósiles y reacciones químicas que se dan, por ejemplo, en la fabricación de cemento. Se elimina de la atmósfera cuando lo absorben las plantas como parte del ciclo biológico del carbono; de ahí la importancia de los bosques.
- Metano (CH4). Sus emisiones proceden de la producción y el transporte de carbón, gas natural y petróleo, así como de la ganadería (el ganado doméstico como las vacas, los cerdos, las ovejas y las cabras producen CH4 como parte su proceso digestivo normal) y otras prácticas agrícolas, el uso del suelo y la descomposición de residuos orgánicos en vertederos municipales. A nivel global, el 50-65% del total de emisiones de metano proviene de actividades del ser humano, dice la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) y acota que hay fuentes naturales de emisión de metano, como los pantanos naturales (por las bacterias que descomponen materiales orgánicos ante la ausencia de oxígeno), las termitas, los océanos, los sedimentos, los volcanes y los incendios forestales.
- Óxido nitroso (N2O). Este gas se produce tras el uso de fertilizantes que contienen nitrógeno, la quema de madera y otras actividades agrícolas e industriales, así como por la combustión de combustibles fósiles y el tratamiento de aguas residuales. Representa el 6% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, pero es 264 veces más potente que el dióxido de carbono a lo largo de 20 años y su vida útil en la atmósfera supera el siglo, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.
- Gases fluorados. Son gases de efecto invernadero sintéticos como los hidrofluorocarbonos, los perfluorocarbonos, el hexafluoruro de azufre y el trifluoruro de nitrógeno. Se emiten en procesos industriales como refrigerantes y disolventes, entre otros usos. Aunque representan el 2% de las emisiones globales, tienen un potencial de captura de calor miles de veces mayor que el CO2 y permanecen en la atmósfera de cientos a miles de años, de acuerdo a National Geographic. Como son potentes, se conocen como gases de alto potencial de calentamiento global o GWP alto, por sus siglas en inglés.
Greenwashing
Según Naciones Unidas, el lavado verde, ecoimpostura o greenwashing –como más se lo conoce– es “el lavado de imagen que una empresa o entidad hace para convencer al público de que sus medidas de impacto medioambiental son mayores de las que efectúa en realidad, lo que desvía la atención y retrasa la adopción de medidas concretas y creíbles”.
El secretario general de la organización, Antonio Guterres, hizo hincapié en las “falsas promesas” que existen en torno a la neutralidad de emisiones de carbono “para encubrir la expansión masiva de los combustibles fósiles” y agregó que “este encubrimiento tóxico podría empujar a nuestro mundo al precipicio climático”.
Algunas tácticas de greenwashing son:
- Que una empresa afirme estar en vías de reducir a cero neto las emisiones contaminantes cuando en realidad no existe ningún plan creíble.
- Que una empresa sea deliberadamente ambigua o poco específica sobre sus operaciones o los materiales utilizados.
- Que una empresa utilice etiquetas intencionadamente engañosas como «verde» o «respetuoso con el medio ambiente», que no tienen definiciones estándar y pueden malinterpretarse fácilmente.
- Que una empresa dé a entender que una ligera mejora tiene un gran impacto o que venda un producto que cumple los requisitos reglamentarios mínimos como si fuera significativamente mejor que lo que exige la norma.
- Que una empresa haga hincapié en un único atributo medioambiental e ignore otros posibles impactos.
- Que una empresa informe acerca de los atributos sostenibles de un producto sin hacer referencia a las actividades de la marca (y viceversa), por ejemplo: una prenda hecha con materiales reciclados que se confecciona en una fábrica con un alto nivel de emisiones, contaminando el aire y los cursos de agua cercanos.
Para detectar estas prácticas engañosas, la entidad recomienda:
- Informarse sobre las tácticas habituales del greenwashing.
- Siempre que sea posible, dedicar tiempo a investigar y elegir productos de empresas que utilicen los recursos de forma responsable y se comprometan a reducir sus emisiones y residuos.
- Pensar en el ciclo de vida de un producto, desde la extracción de las materias primas hasta su posterior eliminación, así como las consecuencias medioambientales asociadas a sus materiales y envases.
- Exigir transparencia y responsabilidad por parte de las empresas.
Huella de carbono
Es un indicador que mide el conjunto de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas directa e indirectamente por una persona, grupo, organización, empresa, región o incluso un producto, servicio, industria o evento. Se mide en toneladas de carbono equivalente (tCO2e), ya que el CO2 es el más abundante y el que se usa como referencia.
Es importante distinguir la huella de carbono de la huella ambiental o ecológica, ya que, como explica Greenpeace en su sitio web, la primera “cuantifica las emisiones de GEI con un enfoque en el cambio climático” y la última “comunica una visión global del impacto que tiene un producto u organización en el entorno”.
The Nature Conservancy –organización internacional sin fines de lucro dedicada a la conservación de la biodiversidad y el medio natural– tiene una calculadora de huella de carbono centrada en el uso de la energía en el hogar, el transporte, la dieta y las compras. También está disponible la calculadora de huella de carbono del Fondo Mundial para la Naturaleza.
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