Por: Mariel Varela
No hay escenografía, ni objetos, ni vestuario, ni utilería. Piero Dáttole, Enrico "Quico" Greco, Florencia Infante y Danna Liberman (ambas directoras además de actrices del show) deben estar preparados para representar desde un mueble a un árbol, para interpretar a un padre, una monja o lo que el público proponga esa noche. Cada función de Imprevisto es única e irrepetible. El cuarteto de actores sólo conoce el esqueleto de la obra que realiza los viernes a las 22:00 horas en el Undermovie, pero no sabe por dónde se orientarán "las venas y músculos" de esa estructura. "Cada función es diferente porque a veces tenés un público súper delicado en las propuestas y otro que te dice, la escena se desarrolla en un sex shop y ella es un consolador", indica Florencia.
Pablo Isasmendi, moderador del espectáculo, presenta los diez juegos (por ejemplo, freezer, solo preguntas, parejas, situaciones imprevistas) que se desarrollan cada viernes. Tras el estímulo "3,2,1, impro", los actores se tiran a la piscina e improvisan. "Los títulos salen del público que escribe las sugerencias desde el anonimato. A lo largo de la noche, Pablo va sacando los papelitos para los distintos juegos", explica Florencia.
Ellos cuatro y otros seis actores más integran la compañía Impronta, que utiliza el teatro espontáneo como género, fomenta la interacción e improvisación como ámbito lúdico y de aprendizaje, y realiza talleres formativos en esa materia. Imprevisto desembarca en Undermovie en abril de 2010 y permite que se plasme un proyecto que el grupo tenía en mente desde hacía años. El objetivo era romper la barrera de consumidores de improvisación para alcanzar un público más amplio y dar a conocer el género. "Era una propuesta muy radical. O la gente la compraba y le encantaba, o estaba un fin de semana y volvíamos a nuestras casas", apunta Florencia. La fórmula funcionó. Se mantuvo nueve meses en cartel, la vieron seis mil espectadores, y volvieron el 21 de enero con un bonus track de seis funciones "para sacarse el gustito" y preparar el terreno para una segunda temporada de Imprevisto que se estrena el 19 de marzo con juegos renovados.
Antecedentes. Bernardo Trías fue docente de improvisación de los fundadores de Impronta Teatro. Él les propuso hacer el espectáculo Sopa instantánea los sábados trasnoche en La Commedia. El show fue un éxito: la fila para adquirir entradas daba vuelta la manzana, había más de cincuenta reservas telefónicas cada noche, gente colgada de la escalera. El "quiebre" sucedió con el viaje de Danna a Buenos Aires: "Descubrimos que había un mundo de improvisación y no paramos. Participamos del Mundial con la selección uruguaya y también salimos cuartos", relata Enrico. "Cuando empezamos con esta aventura, hace seis años, no sabíamos a quién golpearle la puerta. Hoy estamos dentro de un circuito de improvisadores mundiales que nos permite reinventarnos, estar siempre aprendiendo. Leemos muchos libros, miramos en internet", cuenta Florencia.
Descartable. El grupo utiliza la improvisación como género y no como herramienta de un proceso creativo. "Hace seis años que entrenamos ser el personaje ya, ahora, al estilo úselo y tírelo. Se usa un personaje y capaz que no vuelve a existir nunca más", indica Florencia.
Todos ellos son actores y coinciden en que el mayor desafío es darle vida a un texto que tiene fecha de vencimiento: nace y se destruye esa misma noche. No poder basarse en un parlamento fijo hace que los nervios se potencien: en una obra de teatro tradicional "el texto se te puede ir pero está en el disco duro, alguien te lo puede soplar. Acá estás creando en ese momento. Es una sensación de nerviosismo que tiene que ver mucho con la sensación de libertad. Hay una frase que dice, `un improvisador frente al vacío no piensa en la posibilidad de caer sino en la de volar`", resume la actriz y directora.
Premisas. La improvisación trabaja desde la autenticidad y espontaneidad pero también reclama entrenamiento porque hay reglas que se tienen que trabajar y practicar (por ejemplo, el no bloqueo o la aceptación de las propuestas). "Entrenamos mucho el cuerpo, tomamos sugerencias del público que no se usaron en el espectáculo e improvisamos el formato. Se entrena en base a un simulacro de propuestas", indica Emilio "Coco" Gallardo ("suplente oficial" de Danna que está de luna de miel). Improvisadores sí, improvisados no: "Entrenamos con mucha rigurosidad. Nos juntamos tres o cuatro veces por semana y tenemos un espectáculo en cartel durante todo el año", complementa Florencia.
El éxito radica en el entrenamiento y el vínculo cercano de los chicos, que permite un gran conocimiento de los compañeros y se transmite en escena. "Además de trabajar, somos amigos. Está buenísimo porque vemos nuestras virtudes y carencias arriba y abajo del escenario, trabajamos con eso, conocemos al otro cada vez más, y sirve para jugar mucho con las emociones", destaca Piero. "Lo genial es cuando el otro te sorprende. Yo sé lo que le provoco a él pero un día le genero algo que no tiene nada que ver con lo que me espero y eso es un regalo después de seis años", agrega la chica.
La estrella es el grupo y no los individuos. Si al salir de una función alguien dice, `qué cra fulano`, es señal de que hubo una falla porque es regla esencial en la impro funcionar como una red. "Uno siempre tiene que estar al servicio. Si te destacaste es porque no estuviste suficientemente al servicio", indica Enrico.
La improvisación te muestra tal cual sos. "Es como una radiografía: se ve cómo estás en el escenario, si estás tranquilo, nervioso, si te peleaste con tu novia. Todo se puede ver ahí", apunta Coco. La capacidad de asombrarse de uno mismo es otro concepto que el actor atribuye a este género: "La improvisación apunta a que el primer pensamiento, salga a la luz, el más virgen. Dejar salir esa primera idea es una adrenalina muy linda, que no la tiene el teatro de texto, y que hace que te llegues a sorprender de vos mismo".
Público. El cuarteto de actores tiene una rutina especial. Cinco minutos antes de salir a escena caminan en un circuito donde ninguno mira al otro. "Hay tanta energía que es como una jaula de gatos. Caminamos, caminamos, caminamos porque tu vestuario, tus objetos, tu texto sos vos", declara Florencia. Los cuatro viven cada show como si fuera la final de la Copa del Mundo. La función estuvo impecable sí y sólo sí "nos sentamos en el sillón de atrás muertos, tomamos agua y no podemos más. Nos vamos con la sensación de haberlo dejado todo", agrega la actriz.
Las personas que se sientan en las mesas del Undermovie marcan cierta impronta. Una noche en pleno Mundial recibieron a un grupo de mujeres que estaban de despedida de solteras. "Entramos y era una fiesta", cuenta Enrico. El público es bien distinto cada noche. Algunos van predispuestos a reírse y pasarla bien. Otros se sientan a la espera de que los hagan reír. Éstos últimos son los preferidos de los actores: "Esa gente es la que más te agradece. Compra la propuesta, se divierte, la pasa bien, vuelve y recomienda", dice Florencia.
¿Desconfiados? Hay de sobra. "Tenemos gente desconfiada que nos viene siguiendo hace seis años. Mi madre, la primera. Cuando hicimos Sopa instantánea me decía, `vos ya sabías que ibas a pasar con tal`. Pero con ir un par de veces te alcanzar para darte cuenta de que no es así", dice la actriz. Está el caso de Sebastián, un chico que fue a ocho funciones, y la octava vez pidió entrar al camarín y les confesó, `yo vine ocho veces para ver si era improvisado o no`.