Un policía en Rio tiene tres opciones: se corrompe, calla o entra en la guerra. Eso dice la voz que relata este film, la del capitán Nascimento (Wagner Moura), integrante de BOPE, un cuerpo de elite que interviene cuando ya la policía común es inútil. Severo e incorruptible, está a punto de ser padre y por eso quiere encontrar un sustituto para una función en la que arriesga su vida diariamente. Deberá decidir entre dos candidatos, que sería ideal si pudiera fusionarlos en uno, porque uno es puro corazón y coraje (Cajo Junqueira), y el otro es frío e inteligente (André Ramiro). Con esta anécdota, José Padilha presenta un cruel e incómodo retrato de la policía brasileña, donde la corrupción está a la orden del día y la forma de sobrevivir no parece ser otra que adaptarse al sistema. Eso es: establecer un sistema de convivencia con los narcotraficantes. No hay buenos ni malos, nadie se salva en esta película: policías, el propio BOPE por su cruel sistema de entrenamiento, los narcos, la burguesía de doble discurso... Una película que cachetea y no sólo por su violencia, sino porque nos enfrenta a una realidad que avergüenza y que, muchas veces, ayudamos a alimentar.